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Mensaje del Secretario General

en favor de la Observancia de la Tregua Olímpica

8 de agosto de 2008

Los Juegos Olímpicos celebran el espíritu humano. Congregan a atletas con innumerables antecedentes, de todas las culturas y todas las nacionalidades en un empeño común por descollar: correr a mayor velocidad, llegar más lejos y alcanzar mayores alturas. La verdadera excelencia de los Juegos radica, no obstante, en su capacidad de unir a la humanidad en torno a aspiraciones universales: la igualdad, la imparcialidad, el espíritu deportivo, la tolerancia y, sobre todo, la paz.

Estos valores representan la fuerza impulsora del movimiento olímpico, que se vale de las posibilidades del deporte para promover una cultura de paz, prosperidad y dignidad humana. En estos mismos ideales se sustenta la Carta de las Naciones Unidas y sus aspiraciones de promover el bienestar humano, salvaguardar los derechos humanos y mejorar la comprensión y la cooperación en el mundo. El movimiento olímpico y las Naciones Unidas constituyen, en su conjunto, un equipo ganador en la carrera por promover los ideales más preciados de la humanidad.

La manifestación más visible e inmediata del trabajo en equipo entre las Naciones Unidas y el movimiento olímpico es la tregua olímpica, por la que se exhorta a una cesación mundial de todas las hostilidades mientras duren los juegos.

Aunque limitada en términos de duración, la tregua es ilimitada en cuanto a sus posibilidades. Puede ofrecer una pausa para replantear el elevado costo de la guerra; una apertura para iniciar un diálogo y una ventana para proporcionar socorro a las poblaciones necesitadas. Puede demostrar al mundo que la paz es posible aun en las situaciones que parezcan más insolubles si de verdad nos empeñamos en alcanzarla.

Sin embargo, la tregua olímpica tiene importancia sólo si se logra su observancia. Me uno al Comité Olímpico Internacional y a la Asamblea General de las Naciones Unidas para instar a todas las partes enfrentadas en algún conflicto a que observen esta tregua y depongan sus armas, así sea temporalmente, para que la humanidad pueda aspirar al primer premio incluso antes del inicio de los Juegos.