El m谩s brutal de los cr铆menes
Art铆culo de opini贸n - 芦 ModernGhana.com禄, 21 de julio de 2011
Por Ban Ki-moon
Rara vez algo me ha horrorizado y apenado tanto como lo que vi hace poco en el este del Congo. All铆 encontr茅 a una joven, una ni帽a casi, de apenas 18 a帽os, que me cont贸 esta historia.
Un d铆a, a finales del a帽o pasado, cuando trabajaba en el campo con otras mujeres cerca de la aldea de Nyamilima, en Kivu del Norte, aparecieron unos hombres armados. Eran soldados de uniforme, que empezaron a disparar. La muchacha intent贸 escapar pero fue atrapada por cuatro hombres y cay贸 v铆ctima del m谩s brutal de los cr铆menes. Un grupo de mujeres la encontr贸 medio muerta y la llev贸 a una cl铆nica del lugar.
Yo la vi en un hospital de Goma, capital provincial de la parte oriental del Congo. De resultas de la violencia sufrida ten铆a una f铆stula: una rotura de las paredes de la vagina, la vejiga y el recto que causa incontinencia en quienes la padecen y las hace m谩s propensas a las infecciones y las enfermedades. Es una lesi贸n traum谩tica muy poco frecuente en el mundo desarrollado, excepto en partos muy dif铆ciles, pero algo casi habitual en el Congo, donde la violaci贸n se ha convertido en un arma de guerra.
Los doctores que la atend铆an en el hospital, HEAL Africa, ven casos de este tipo todos los d铆as. El s谩bado de mi visita estaban previstas 10 intervenciones quir煤rgicas para curar f铆stulas. El a帽o pasado, la cl铆nica dio tratamiento m茅dico a unas 4.800 v铆ctimas de la violencia sexual, casi la mitad de ellas ni帽as. Las cifras son a煤n mayores en el Hospital PANZI de Kivu del Sur, seg煤n afirma su director, Denis Mukwege, con quien me entrevist茅 recientemente en Nueva York.
La joven con qui茅n habl茅 fue de las m谩s afortunadas, si es que puede utilizarse ese t茅rmino para describir circunstancias tan duras. Los cirujanos pueden cerrar sus heridas, pero 驴acaso pueden curar su alma? No s贸lo padece lesiones f铆sicas, sino que debe sobrellevar la maldici贸n del estigma. Su aldea y su familia la han condenado al ostracismo por un falso sentido de la verg眉enza. Deber谩 afrontar un futuro muy dif铆cil totalmente sola.
No supe qu茅 decir al escuchar estas terribles tragedias. Pero si bien me fue dif铆cil expresar todo lo que sent铆a, no tuve ning煤n problema para exteriorizar mi c贸lera. Plante茅 la cuesti贸n en t茅rminos perentorios al Presidente Joseph Kabila cuando nos entrevistamos a la ma帽ana siguiente. Le dije que el arma principal para combatir la violencia sexual es la voluntad pol铆tica de los l铆deres.
Despu茅s de mi visita a HEAL Africa, habl茅 tambi茅n con claridad al comandante de las fuerzas congole帽as en la parte oriental del pa铆s y le expliqu茅 lo que hab铆a o铆do. Lo mismo les dije al gobernador, al gobernador adjunto, al jefe de polic铆a y al jefe del parlamento provincial, as铆 como a otras autoridades locales. Volv铆 a hablar del asunto al d铆a siguiente en Kigali con el Presidente de Rwanda, Paul Kagame, cuyo ej茅rcito acaba de terminar una operaci贸n militar conjunta con el Congo contra las milicias rebeldes que act煤an en la regi贸n.
En una palabra, trat茅 la cuesti贸n con todas las personas con las que me entrevist茅, y lo seguir茅 haciendo. La violencia sexual contra las mujeres es un delito de lesa humanidad. Constituye un atentado contra todo lo que representan las Naciones Unidas y sus consecuencias van m谩s all谩 de lo visible y lo inmediato. Las muertes, las lesiones, los gastos m茅dicos y los empleos perdidos no son m谩s que la punta del iceberg. El impacto en las mujeres y las ni帽as, sus familiares, comunidades y sociedades en lo que respecta a vidas y medios de subsistencia destruidos es incalculable.
Suele decirse que las mujeres son tejedoras y los hombres, con demasiada frecuencia, guerreros. Las mujeres dan a luz y cr铆an a los ni帽os. En gran parte del mundo plantan los cultivos que nos alimentan y tejen el entramado de nuestras sociedades. La violencia contra las mujeres es pues un ataque contra todos nosotros, contra la base misma de la civilizaci贸n.
Con demasiada frecuencia estos cr铆menes quedan impunes y los culpables en libertad. Las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en el pa铆s dieron muestras de hero铆smo al proteger a los civiles durante los recientes enfrentamientos, actuando al m谩ximo de su capacidad. Naturalmente su conducta ha de ser irreprochable. Tambi茅n en nuestras filas se han dado casos de abuso de mujeres, en el Congo y en otros lugares. En cada caso hemos exigido responsabilidades a los implicados.
Me march茅 de Goma esperanzado. La situaci贸n sobre el terreno est谩 mejorando. A principios de este a帽o un importante grupo rebelde acord贸 disolverse y ya ha empezado a integrarse en el ej茅rcito nacional. La operaci贸n militar llevada a cabo por el Gobierno junto con Rwanda, que concluy贸 durante mi visita, ha conseguido alejar a otro importante grupo rebelde de los centros de la poblaci贸n civil. Nuestra tarea consiste en ayudar a consolidar esos progresos. Si los enfrentamientos en la parte oriental del Congo terminan o disminuyen de manera significativa, los aproximadamente 1,3 millones de refugiados del pa铆s podr谩n regresar a sus hogares en condiciones de seguridad y, con la asistencia de las Naciones Unidas, empezar a reconstruir sus vidas. Los actos de violencia, como los cometidos contra tantas mujeres, ser谩n menos frecuentes y quiz谩s un d铆a desaparecer谩n del todo.
Este ha de ser nuestro objetivo. Resulta oportuno que este domingo 8 de marzo se celebre el D铆a Internacional de la Mujer. Es una ocasi贸n para hablar claro y en voz alta.
La violencia contra las mujeres no puede ser tolerada, de ninguna forma y en ninguna circunstancia, por ning煤n l铆der pol铆tico o gobierno. Ahora es el momento de cambiar y de hacer o铆r nuestras voces.
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