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Fighting Poverty: A Matter of Obligation, Not Charity, 10 de diciembre
 

Folleto informativo 1

¿Qué es la pobreza?

Esta pregunta aparentemente tan sencilla tiene una respuesta compleja. Hoy en día se entiende la pobreza como algo más que la falta de ingresos. La pobreza se refiere también a la equidad, o la falta de equidad. Vivir en la pobreza significa que uno tiene más probabilidades de morir a causa de enfermedades prevenibles, de tener una tasa más alta de mortalidad infantil, de no poder acceder a una educación y de carecer de vivienda adecuada. También significa mayor vulnerabilidad al delito y la violencia, acceso inadecuado o carencia de acceso a la justicia y los tribunales, así como la exclusión del proceso político y de la vida de la comunidad. La pobreza se refiere también al poder: quién lo ejerce y quién no, en la vida pública y a puertas cerradas. Para comprender las modalidades arraigadas de la discriminación y hacerles frente, modalidades que sentencian a los individuos, las comunidades y los pueblos a generaciones de pobreza, es esencial llegar al centro mismo de las complejas tramas de las relaciones de poder en las esferas política, económica y social.

La pobreza absoluta, medida únicamente por los ingresos, ha disminuido desde el decenio de 1980, aunque lentamente desde mediados del decenio de 1990. No obstante, la desigualdad mundial permanece a niveles extraordinariamente altos dentro de los países y entre ellos. La mayor parte de las regiones en desarrollo se están quedando atrás de los países ricos, sin ponerse a la par de ellos. Y hasta algunos de los países más ricos del mundo siguen luchando contra un pertinaz problema de pobreza, incluso extrema pobreza, debido en gran parte a modalidades de discriminación y desigualdad profundamente arraigadas. Por otra parte, los vínculos entre los ingresos y el progreso social no son automáticos. Algunos de los responsables más enérgicos en lo que se refiere a la reducción de la desigualdad de los ingresos no han obtenido los mismos resultados con respecto a metas de desarrollo humano tales como la mortalidad materna y la mortalidad infantil, frecuentemente como resultado de pertinaces modalidades de discriminación. Ello subraya la necesidad de entender la pobreza desde una perspectiva de derechos humanos.

Una mayor igualdad entre los géneros actuaría como una potente fuerza para reducir la mortalidad infantil. Utilizando datos de diferentes países, el Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias ha estimado que al uniformar el acceso de hombres y mujeres a la educación, la nutrición, los ingresos y los derechos de propiedad se podría reducir la tasa de peso inferior al normal entre los niños menores de tres años en un 13% en el Asia meridional, con lo que habría 13.4 millones menos de niños malnutridos vulnerables a una mortalidad temprana. En lo que respecta a la malnutrición de los niños de Africa al sur del Sahara, se reduciría en 3 puntos porcentuales, con 1.7 millones menos de niños malnutridos.

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