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Fighting Poverty: A Matter of Obligation, Not Charity, 10 de diciembre
 

Panorama general

Los derechos humanos y la pobreza

La lucha contra la pobreza: obligación, no caridad

La pobreza es causa y producto de las violaciones de los derechos humanos. Debido a esta dualidad la pobreza es probablemente el más grave de los problemas de derechos humanos en el mundo. Los vínculos entre los derechos humanos y la pobreza son evidentes: las personas a las que se les deniegan los derechos –las víctimas de la discriminación o la persecución, por ejemplo—tienen más probabilidades de ser pobres. Por lo general, encuentran difícil o imposible participar en el mercado de trabajo y tienen poco o ningún acceso a los servicios básicos y los recursos. Entre tanto, los pobres en muchas sociedades no pueden disfrutar de sus derechos a la educación, la salud y la vivienda simplemente porque no están a su alcance. Y la pobreza afecta todos los derechos humanos: por ejemplo, los bajos ingresos pueden impedir el acceso de las personas a la educación, un derecho “económico y social”, lo que a su vez inhibe su participación en la vida pública, un derecho “civil y político” y su capacidad para influir en las políticas que los afectan.

Pese a ello, todavía es raro que la pobreza se vea a través del lente de los derechos humanos. Más bien a menudo se percibe como algo trágico pero inevitable, e incluso como responsabilidad de aquéllos que la sufren. En el mejor de los casos, los que viven en la pobreza -–países e individuos— se describen como infortunados; en el peor de los casos, como haraganes e indignos.

La realidad es diferente. La pobreza está formada por muchos ingredientes, pero siempre se ha caracterizado por factores tales como la discriminación, el acceso desigual a los recursos y la estigmatización social y cultural. Esos “factores” tienen otro nombre: denegación de los derechos humanos y la dignidad humana. Lo que es más, esos son factores respecto de los que los gobiernos y las personas en posición de autoridad pueden y deben hacer algo. Se han comprometido a ello al aceptar en forma abrumadora varios tratados de derechos humanos y al firmar el consenso internacional para hacer de la pobreza cosa del pasado, mediante la Declaración del Milenio y los Objetivos de Desarrollo del Milenio, así como recientemente, el Documento Final de la Cumbre Mundial 2005. La realización de los derechos humanos, incluida la lucha contra la pobreza, es un deber, no una mera aspiración.

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