Mensaje de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
10 de diciembre de 2011
2011 ha sido un a帽o extraordinario para los derechos humanos. Un a帽o en el que una sola palabra, que encarnaba la b煤squeda frustrada de un solo hombre, joven y carente de recursos, en una remota provincia de T煤nez, hizo brotar un sentimiento que r谩pidamente reson贸 con gran intensidad.
A los pocos d铆as ya se o铆a con tal fuerza en la capital, T煤nez, y en solo cuatro semanas sacudi贸 los cimientos de un r茅gimen autoritario muy afianzado y aparentemente invencible. Este precedente, que supuso un cambio radical de lo que hasta entonces hab铆a sido posible hacer, se propag贸 r谩pidamente por las calles y plazas de El Cairo, tras lo cual siguieron, unos tras otros, pueblos y ciudades de toda la regi贸n y, con el tiempo, llegar铆a a adoptar diferentes formas en todo el mundo.
Esa palabra, esa b煤squeda, era 芦dignidad禄.
En T煤nez y El Cairo, Benghazi y Dara鈥檃, y m谩s tarde, aunque en un contexto diferente, en Madrid, Nueva York, Londres, Santiago y otras capitales, millones de personas de todos los sectores sociales se movilizaron para plantear sus propias demandas de dignidad humana. Desempolvaron la promesa de la Declaraci贸n Universal de Derechos Humanos y exigieron 芦libertad para vivir sin temor y sin miseria禄, expresi贸n resumida de todos los derechos civiles, pol铆ticos, sociales, econ贸micos y culturales que contiene la Declaraci贸n. Recordaron a los gobiernos y a las instituciones internacionales que la atenci贸n de la salud, la educaci贸n y la vivienda, y el acceso a la justicia no son mercanc铆as que se venden a unos pocos, sino derechos garantizados para todos en todas partes sin discriminaci贸n.
En 2011, el concepto de 芦poder禄 cambi贸. En el transcurso de este a帽o extraordinario, el poder ha sido ejercido no solo por las poderosas instituciones enclaustradas en palacios de m谩rmol, sino cada vez m谩s por hombres y mujeres comunes y corrientes, e incluso, ni帽os, que con valent铆a se han levantado para exigir sus derechos. En el Oriente Medio y 脕frica septentrional, muchos miles han pagado con sus vidas y decenas de miles han resultado heridos, asediados, torturados, detenidos y amenazados, pero esta reci茅n descubierta determinaci贸n de exigir sus derechos hay que entenderla en el sentido de que ya no est谩n dispuestos a aceptar la injusticia.
A pesar del luto que debemos guardar por tantos ca铆dos, incluso en los 煤ltimos d铆as, durante los despiadados ataques contra diversas ciudades y pueblos de Siria, el uso excesivo de la fuerza que se observa nuevamente en El Cairo y los esfuerzos por socavar las elecciones que se est谩n celebrando en la Rep煤blica Democr谩tica del Congo, tambi茅n tenemos motivos para celebrar.
El mensaje de este inesperado 芦despertar mundial禄 no fue transmitido por los sat茅lites de los grandes grupos medi谩ticos, ni en conferencias u otros medios tradicionales, a pesar del papel que estos desempe帽aron, sino por la din谩mica e incontenible ola de los medios de comunicaci贸n sociales. Los resultados han sido sorprendentes.
Al finalizar este primer a帽o del 芦despertar mundial禄, ya hemos presenciado la celebraci贸n con 茅xito de unas elecciones pac铆ficas en T煤nez y, a principios de esta semana, en Egipto, donde los resultados de las primeras elecciones verdaderamente democr谩ticas en decenios superaron las expectativas de todos, a pesar del estremecedor recrudecimiento de la violencia en la Plaza de Tahrir.
Hoy como ayer, los factores editoriales y financieros, as铆 como la posibilidad de acceso, determinan si las protestas y la represi贸n contra estas se transmiten por televisi贸n o se dan a conocer en la prensa mundial. Pero, dondequiera que ocurran, ya sabemos que las comunicar谩n por Twitter, las dar谩n a conocer en Facebook, las transmitir谩n por Youtube y las cargar谩n en la Internet. Los gobiernos ya no tienen la posibilidad de monopolizar la difusi贸n de la informaci贸n ni censurar lo que se dice en ella.
En cambio estamos viendo gente de verdad, luchando de verdad, transmitiendo en tiempo real, y por muchos motivos lo que vemos es estimulante.
En resumen, en 2011, la defensa de los derechos humanos se extendi贸 como un reguero de p贸lvora.
En el D铆a de los Derechos Humanos de 2011 insto a todos en todas partes a que se sumen a la campa帽a que ha lanzado mi oficina en Internet y en los medios de comunicaci贸n sociales, para ayudar a que m谩s personas conozcan, exijan y defiendan sus derechos humanos. Es una campa帽a que debe continuar mientras contin煤en las violaciones de los derechos humanos.
Navi Pillay