¡°Conciliar los requisitos de lo ideal con las posibilidades de lo real¡±: as¨ª es como Georges Bidault, Ministro de Relaciones Exteriores y jefe de la delegaci¨®n francesa en la Conferencia de San Francisco, que persegu¨ªan los redactores de la Carta de las Naciones Unidas. Sobre las cenizas todav¨ªa candentes de la Segunda Guerra Mundial, los padres de una Organizaci¨®n encargada de desarrollar unas relaciones amistosas entre las naciones, promover los derechos humanos y el progreso econ¨®mico y social eran menos ut¨®picos que visionarios. Entend¨ªan que la comunidad de los Estados deb¨ªa tener una constituci¨®n com¨²n. A pesar que haber sido puesta a prueba por conflictos, crisis y trastornos, su resiliencia y su fuerza han conformado la estructura misma de las relaciones internacionales contempor¨¢neas.
La Carta nos une. En ella se define a las Naciones Unidas como un ¡°centro que armonice los esfuerzos de las naciones¡±, en el que se trata a cada miembro como un igual a pesar de las diferencias sociales, econ¨®micas o pol¨ªticas. Puesto que desde su creaci¨®n se ha cuadriplicado el n¨²mero de partes contratantes, la Carta, que ha adquirido car¨¢cter universal, expresa realmente los valores y las aspiraciones de la humanidad. Es por este motivo por el que Francia concede tanta importancia a garantizar que la diversidad, ya sea cultural, jur¨ªdica o ling¨¹¨ªstica, se vea reflejada como es debido en la Organizaci¨®n, en su personal y en la forma en la que funciona: las Naciones Unidas tienen la ardua, pero noble tarea de garantizar la participaci¨®n de todas las personas en el debate internacional. Tal y como revela una gran consulta que se est¨¢ llevando a cabo en el contexto de la conmemoraci¨®n del septuag¨¦simo quinto aniversario, el 95?% de nuestros coet¨¢neos cree que ¨²nicamente la cooperaci¨®n internacional permitir¨¢ responder a los desaf¨ªos presentes y futuros. Sin embargo, tambi¨¦n debe reflejar su opini¨®n.
La Carta es la cumbre de un orden internacional que se basa en el derecho: en el Art¨ªculo 103 se le concede prioridad sobre otros instrumentos jur¨ªdicos internacionales. En las negociaciones m¨¢s dif¨ªciles, se mantiene como un marco de referencia, y el valioso libro azul siempre est¨¢ a mano. Vincula a los Estados, as¨ª como a los ¨®rganos principales de las Naciones Unidas. As¨ª, el Consejo de Seguridad ejerce su responsabilidad como garante del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales en el marco estricto de la Carta a la hora de tomar decisiones sobre las medidas destinadas a combatir la proliferaci¨®n de armas, establecer operaciones de mantenimiento de la paz, autorizar la prestaci¨®n de ayuda humanitaria transfronteriza a Siria o remitir ciertos casos a la Corte Penal Internacional. De acuerdo con el Art¨ªculo 25 de la Carta, todos los Estados Miembros deben respetar estas decisiones.
La Carta nos protege. La pandemia de COVID-19 es una llamada de advertencia para el multilateralismo, ya que el virus no conoce fronteras y nadie est¨¢ a salvo. La naturaleza mundial y transversal de la crisis sanitaria se?ala de manera l¨®gica a las Naciones Unidas como el ¨²nico foro realmente universal y multisectorial con capacidad para enfrentarse a ella.
Francia est¨¢ profundamente convencida de que, si aceptamos que la resoluci¨®n de las crisis internacionales tenga lugar al margen del marco multilateral, el caos amenaza con prevalecer. Esto es lo que ocurre hoy en d¨ªa en Oriente Medio, donde el riesgo de conflagraci¨®n es m¨¢s elevado que nunca. En un momento en el que las poblaciones civiles ya han sufrido demasiado debido al flagelo de la guerra y al terrorismo, debemos evitar m¨¢s que nunca una espiral militar y poner fin a las graves violaciones de los derechos humanos y las cat¨¢strofes humanitarias que se siguen produciendo, tanto en esta regi¨®n como en otras partes del mundo.
Tal y como manifest¨® el Presidente Macron en su discurso ante la Asamblea General el 24 de septiembre de 2019, en un mundo que se ha vuelto multipolar, debemos reinventar el ¡°multilateralismo s¨®lido¡± y evitar la tentaci¨®n de llevar a cabo una retirada nacional. Tomando como base esa convicci¨®n, Francia y Alemania presentaron el a?o pasado la Alianza por el Multilateralismo, un marco flexible que re¨²ne a pa¨ªses de buena voluntad que desean promover tanto m¨¦todos multilaterales como iniciativas concretas en diferentes ¨¢mbitos que dan cuenta de su importancia.
Para ser fuertes, el multilateralismo que encarnamos aqu¨ª en Nueva York debe ser eficaz. Debe abordar de inmediato los mayores desaf¨ªos de nuestra ¨¦poca, pues todos ellos afectan al mundo en su conjunto: el cambio clim¨¢tico, la seguridad alimentaria y sanitaria, la protecci¨®n de la diversidad biol¨®gica, el terrorismo, la proliferaci¨®n de las armas de destrucci¨®n masiva, las desigualdades, la migraci¨®n, las violaciones en masa del derecho internacional humanitario y los derechos humanos, as¨ª como los nuevos desaf¨ªos que plantea la tecnolog¨ªa. Hace 75 a?os, en la Carta, como muestra de su destacada modernidad, se estableci¨® el objetivo de alcanzar la cooperaci¨®n internacional para resolver problemas internacionales en todos estos ¨¢mbitos. Francia ha tomado la iniciativa de movilizar a la comunidad internacional sobre estos asuntos, ya sea mediante la presentaci¨®n de la Cumbre Un Planeta, junto con las Naciones Unidas y el Banco Mundial, o mediante la organizaci¨®n conjunta del Foro Generaci¨®n Igualdad que se celebrar¨¢ pr¨®ximamente, 25 a?os despu¨¦s de la Conferencia de Beijing. Ante los desaf¨ªos mundiales, la cooperaci¨®n internacional constituye la ¨²nica forma posible de avanzar; si no avanzamos, retrocederemos.
La Carta es la base de nuestra acci¨®n colectiva. Ofrece un m¨¦todo, normas y herramientas. Consagra la negociaci¨®n como la principal forma de avanzar. Los principios que establece y, en concreto, la universalidad de los derechos humanos, no son negociables. Ofrece numerosos medios de actuaci¨®n, incluidas las operaciones de mantenimiento de la paz y las sanciones internacionales. Las facultades espec¨ªficas que confiere a algunos miembros no se deben considerar como licencias, sino como responsabilidades. Por eso, Francia y M¨¦xico abogan, desde 2013, por la suspensi¨®n del veto en el caso de atrocidades masivas a trav¨¦s de un compromiso pol¨ªtico, voluntario y colectivo por parte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Hasta la fecha, 105 Estados Miembros se han unido a esta iniciativa.
La Carta no impide en modo alguno la necesaria modernizaci¨®n de la Organizaci¨®n, la cual, por el contrario, se ha ido reinventando de manera constante. En el camino para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, es necesario descompartimentalizar los distintos pilares y componentes que forman parte del universo de las Naciones Unidas, tal y como se refleja en la visi¨®n de ¡°Unidos en la Acci¨®n¡±. Es necesario respaldar las iniciativas que se han llevado a cabo a ese respecto, en particular, la triple reforma emprendida por el Secretario General (es decir, las reformas de la arquitectura de paz y seguridad, el desarrollo y la gesti¨®n). Cada uno de los ¨®rganos principales debe desempe?ar su propia funci¨®n por medio de la optimizaci¨®n de su trabajo.
Al igual que un edificio firme que ha resistido el paso del tiempo, la Carta se puede modificar para reflejar mejor las realidades del mundo contempor¨¢neo. En ese sentido, a Francia le gustar¨ªa que se ampliase el Consejo de Seguridad, tal y como se hizo por primera vez en 1963, de manera que se contemple la aparici¨®n de nuevas potencias y se permita una mayor presencia en el continente africano.
Durante 75 a?os, la Carta ha sido nuestro m¨¢ximo denominador com¨²n. Su relevancia permanece inalterada. En ocasiones un hogar, en ocasiones un baluarte, favorece la b¨²squeda de un ideal de paz y prosperidad por el que debemos luchar, con modestia, pero tambi¨¦n con valent¨ªa. Es nuestro deber transmitir sus valores y promesas a las futuras generaciones.
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La Cr¨®nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as¨ª como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art¨ªculos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci¨®n por parte de las Naciones Unidas.?