30 junio 2017

Tal y como se?al¨® en 2008 Navi Pillay, la entonces Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, es probable que la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos de 1948, un documento breve de 30 art¨ªculos, haya sido el documento de la historia moderna que m¨¢s impacto haya tenido para la humanidad.

Hace medio siglo, en diciembre de 1966, las Naciones Unidas tradujeron oficialmente las promesas ret¨®ricas de esta Declaraci¨®n en obligaciones jur¨ªdicamente vinculantes al aprobar el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol¨ªticos y el Pacto Internacional de Derechos Econ¨®micos, Sociales y Culturales. Desde entonces, las labores mundiales destinadas a realizar un seguimiento y un control de las violaciones de los derechos humanos han aumentado exponencialmente.

Sin embargo, los abusos de derechos siguen siendo un fen¨®meno generalizado. Ahora que el sistema de derechos humanos basado en tratados celebra su 50? aniversario, ?c¨®mo podemos conciliar una estructura mundial para el seguimiento de las violaciones de derechos cada vez m¨¢s sofisticada con la realidad de los abusos manifiestos que se producen constantemente en todo el mundo? ?Est¨¢ pasando el sistema por la crisis de los 50?

Parece que algunos Gobiernos se basan en sistemas totalmente contrarios a los derechos humanos individuales b¨¢sicos. Los demagogos se aprovechan de la inquietud general, alimentan las divisiones y justifican pol¨ªticas que violan los derechos como medidas necesarias para responder a la amenaza del terrorismo, reducir el consumo de drogas o frenar la migraci¨®n. Y los abusos se intensifican en tiempo de guerra. En febrero de 2016, la Comisi¨®n Internacional Independiente de Investigaci¨®n sobre la Rep¨²blica ?rabe Siria inform¨® sobre la tortura en masa de detenidos pol¨ªticos llevada a cabo por el Gobierno sirio. La Comisi¨®n sobre los Derechos Humanos en Sud¨¢n del Sur, tras realizar en diciembre una visita a dicho pa¨ªs, concluy¨® que la violencia sexual hab¨ªa alcanzado dimensiones ¨¦picas.

Si bien Navi Pillay, en su declaraci¨®n de 2008, auguraba el desarrollo de un sistema de derechos humanos basado en las normas, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos actual, Zeid Ra¡¯ad Al Hussein, ha manifestado inquietud por su erosi¨®n. ¡°[L]os paladines del bien y la justicia se ven superados, en demasiados pa¨ªses, por fan¨¢ticos racistas que tratan de obtener el poder o de retenerlo mediante el uso de los prejuicios y el enga?o, a expensas de los m¨¢s vulnerables¡±, advirti¨® en el discurso pronunciado en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Refugiados y los Migrantes de septiembre de 2016.

El Secretario General de las Naciones Unidas, Ant¨®nio Guterres, ha ido incluso m¨¢s lejos y ha afirmado que, si bien las Naciones Unidas fueron creadas para evitar la guerra al unirnos a todos en el marco de un orden internacional basado en normas, en la actualidad ese orden se encuentra gravemente amenazado.

Es dif¨ªcil no preocuparse si tenemos en cuenta que uno de los Gobiernos de los Estados Unidos de Am¨¦rica acept¨® la tortura, que en la campa?a presidencial llevada a cabo recientemente en dicho pa¨ªs se explot¨® el odio y la intolerancia y que los partidos pol¨ªticos nativistas ejercen una influencia cada vez mayor en Europa. Estos sucesos han hecho que el sistema de derechos humanos en su totalidad se encuentre en peligro. Cuando un ex Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la tortura pidi¨® recientemente a las autoridades de Gambia un permiso para visitar sus c¨¢rceles, la respuesta fue ¡°?Por qu¨¦ no va a Guant¨¢namo?¡±.

Sin embargo, es importante recordar que, al firmar y ratificar estos dos Pactos complementarios e interconectados, Gobiernos de todo el mundo se comprometieron a respetar, proteger y hacer efectivos los derechos humanos fundamentales e inalienables de todas las personas. Al adherirse a estos dos documentos, los l¨ªderes aceptaron rendir cuentas en funci¨®n de las expectativas de sus propios ciudadanos, pero tambi¨¦n en virtud del rasero de la comunidad internacional. El sistema internacional de seguimiento y control de la situaci¨®n de los derechos humanos ofrece un instrumento importante para que los Gobiernos respeten este compromiso. De hecho, en los cuatro decenios que han trascurrido desde que los Pactos entraron en vigor en 1976, los mecanismos mundiales empleados para evaluar la situaci¨®n en materia de derechos humanos se han convertido en parte integrante del panorama internacional.

En la actualidad existe una amplia estructura mundial para evaluar, vigilar y denunciar violaciones de los derechos humanos, que abarca desde la labor de los expertos de los ¨®rganos creados en virtud de tratados de derechos humanos, como el Comit¨¦ de Derechos Econ¨®micos, Sociales y Culturales y el Comit¨¦ de Derechos Humanos, hasta el examen peri¨®dico universal del historial de derechos humanos de todos los pa¨ªses realizado recientemente por el Consejo de Derechos Humanos.

En el plano regional, en Europa, Am¨¦rica Latina y ?frica existen mecanismos an¨¢logos para responsabilizar a los Estados en caso de que no cumplan sus obligaciones. Los activistas sudaneses han logrado presentar denuncias contra su Gobierno ante la Comisi¨®n Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos. En julio de 2014, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictamin¨® que Polonia deb¨ªa pagar 100.000 euros a dos hombres como indemnizaci¨®n por el papel desempe?ado en su detenci¨®n arbitraria y tortura dentro de su territorio a manos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos.

A nivel nacional, existen instituciones de derechos humanos, como la Comisi¨®n de Derechos Humanos de Australia y la Comisi¨®n de Derechos Humanos de Sud¨¢frica, que ayudan a integrar la protecci¨®n y la promoci¨®n de los derechos humanos. Los tribunales nacionales, como el Tribunal Supremo de la India y el Tribunal Constitucional Federal de Alemania, tambi¨¦n se han basado en las obligaciones internacionales fijadas en los Pactos para elaborar su propio razonamiento jur¨ªdico con miras a favorecer y ampliar la protecci¨®n de los derechos humanos en el marco de sus sistemas nacionales.

Tal vez el avance m¨¢s importante, incluso a nivel local, sea que los debates sobre derechos humanos se han convertido en un elemento habitual. La familia de Michael Brown, un hombre negro no armado que fue asesinado por un agente de polic¨ªa en los Estados Unidos, decidi¨® presentar una declaraci¨®n escrita sobre la muerte de su hijo al Comit¨¦ contra la Tortura de las Naciones Unidas. Todos los grupos ind¨ªgenas, como los u¡¯wa de Colombia, las Primeras Naciones del Canad¨¢ y los ogoni de Nigeria, han adoptado el marco de derechos humanos para promover sus causas. Eleanor Roosevelt tiene una famosa cita que dice: ¡°En definitiva, ?d¨®nde empiezan los derechos humanos universales? En sitios peque?os, cerca de casa, tan peque?os y tan cercanos que no aparecen en ning¨²n mapa del mundo [...]. Si estos derechos no tienen ning¨²n significado en esos lugares, no lo tendr¨¢n en ning¨²n otro. A menos que la ciudadan¨ªa act¨²e con inter¨¦s para defenderlos cerca de casa, buscaremos en vano su progreso en el resto del mundo¡±.

No cabe duda de que la defensa y la pr¨¢ctica del seguimiento de los derechos humanos se han convertido en un fen¨®meno arraigado, pero los Gobiernos abusivos tambi¨¦n son cada vez m¨¢s adeptos a aprovechar, manipular y explotar el sistema en beneficio propio.

Las empresas, a pesar de no estar directamente obligadas a cumplir los Pactos, tienen la responsabilidad de defender y proteger los derechos humanos. En algunos casos, el hecho de que una empresa domine las normas de responsabilidad social empresarial y trabaje con comodidad en el marco de esta estructura puede ayudarle a protegerse frente a denuncias justificadas. La Corporaci¨®n Financiera Internacional (IFC), es decir, la rama del Grupo Banco Mundial encargada de los pr¨¦stamos al sector privado, invirti¨® millones en el sector del t¨¦ de la India a trav¨¦s del Grupo Tata, a pesar de que exist¨ªan preocupaciones graves sobre la situaci¨®n laboral y de derechos humanos existente en las plantaciones beneficiarias de la inversi¨®n.

Posteriormente, una investigaci¨®n sobre el cumplimiento demostr¨® que la IFC se hab¨ªa fiado demasiado de la reputaci¨®n del Grupo Tata y de su intenci¨®n declarada de cumplir las normas de certificaci¨®n externas en lugar de realizar un examen independiente de las preocupaciones relacionadas con el medio ambiente y los derechos humanos, aunque la pol¨ªtica de la IFC exigiera supervisi¨®n. Parece que, al menos en este caso, las salvaguardias incluidas en los sistemas de diligencia debida de la IFC se evadieron a trav¨¦s de una ret¨®rica sobre el cumplimiento que desment¨ªa la realidad. Sucede lo mismo en el plano intergubernamental. Cuando la Arabia Saudita se present¨® a las elecciones del Consejo de Derechos Humanos de 2013, su Gobierno prometi¨® ¡°[a]poyar a los ¨®rganos y mecanismos de derechos humanos de las Naciones Unidas y cooperar de forma constructiva con ellos, especialmente con el Consejo de Derechos Humanos y sus mecanismos subsidiarios¡±. A modo de respuesta, Human Rights Watch y Amnist¨ªa Internacional pidieron a la Asamblea General de las Naciones Unidas que suspendiera la pertenencia de la Arabia Saudita al Consejo al se?alar las violaciones de los derechos humanos manifiestas y sistem¨¢ticas que hab¨ªa cometido mientras era miembro de dicho ¨®rgano, e hicieron hincapi¨¦ en que se hab¨ªa aprovechado de su condici¨®n de miembro para evitar rendir cuentas de sus violaciones en el Yemen.

Quienes hacen abuso de poder no necesitan formar parte de ¨®rganos mundiales para beneficiarse de la cobertura diplom¨¢tica que ofrece el sistema. En el marco del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Rep¨²blica Popular Democr¨¢tica de Corea se ha protegido de las cr¨ªticas por su terror¨ªfico historial de derechos humanos. En diciembre de 2016, en respuesta a una solicitud presentada por nueve miembros del Consejo para que simplemente se organizara un debate sobre la situaci¨®n de los derechos humanos en este pa¨ªs, un miembro permanente del Consejo oblig¨® a que se realizara una votaci¨®n de procedimiento sobre esta cuesti¨®n, argumentando que el Consejo de Seguridad no era un foro de debate para cuestiones de derechos humanos, y mucho menos para su politizaci¨®n. La oposici¨®n a este di¨¢logo sobre derechos humanos ha limitado su seguimiento en el marco del Consejo de Seguridad a una sola sesi¨®n anual, y ha impedido todo tipo de resultado oficial.

Si bien resulta fundamental contar con un sistema de seguimiento basado en los tratados, la creaci¨®n de normas tiene sus l¨ªmites si no se tiene la firme determinaci¨®n de aplicarlas. Los Estados que han ratificado los Pactos tienen la responsabilidad conjunta de evitar la erosi¨®n de estos principios fundamentales obligando a los Estados que cometen abusos a rendir cuentas y tendiendo puentes entre sus divisiones regionales y pol¨ªticas, con miras a hacer frente a cuestiones generales como la migraci¨®n, la lucha contra el terrorismo y el aumento de la xenofobia.

Al reflexionar sobre el sistema de derechos humanos basado en tratados ahora que cumple 50 a?os, se concluye claramente que la construcci¨®n de una estructura sofisticada para el seguimiento y el control de las violaciones de los derechos humanos no bastar¨¢ para poner fin a estos abusos. Hay demasiados lugares en los que la teor¨ªa simplemente no coincide con la realidad. Despu¨¦s de colaborar con el Comit¨¦ contra la Tortura de las Naciones Unidas durante un per¨ªodo de sesiones y de responder a las preguntas sobre las denuncias de actos de tortura cometidos por sus funcionarios, la delegaci¨®n de Burundi no se present¨® a la segunda reuni¨®n, en la que estaba previsto que facilitara respuestas. En su lugar, envi¨® una nota verbal en la que reiteraba su deseo de cooperar con los ¨®rganos creados en virtud de tratados de derechos humanos y afirmaba que resultaba contraproducente realizar acusaciones de la forma en que lo hab¨ªa hecho el Comit¨¦. En otros lugares, se hace caso omiso de las recomendaciones de los expertos de los ¨®rganos creados en virtud de los tratados. A pesar de que los activistas sudaneses lograron presentar una denuncia y consiguieron que la Comisi¨®n Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos dictara un fallo al respecto, todav¨ªa no se ha aplicado.

Parece que algunos de estos agentes que abusan de su poder no tienen escr¨²pulos e incluso intentan reafirmarlo aprovechando las condenas formuladas por el sistema internacional de derechos humanos para fines de adhesi¨®n, o utilizan su famosa brutalidad para lograr supuestos efectos disuasorios. No obstante, si no existieran estos sistemas de seguimiento y vigilancia de los abusos, las esperanzas de justicia y rendici¨®n de cuentas ser¨ªan incluso m¨¢s d¨¦biles. Si no se tomaran medidas para reunir pruebas e identificar comportamientos abusivos que violen las obligaciones internacionales, las v¨ªctimas no tendr¨ªan v¨ªas de reparaci¨®n.

A pesar de su imperfecci¨®n, el simple hecho de realizar un seguimiento de los abusos y de llamarlos por su nombre tiene un poder innegable.

Para obtener m¨¢s informaci¨®n sobre Human Rights Watch, visite .

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