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13/10/2016

Declaraci¨®n de Ant¨®nio Guterres con motivo de su nombramiento por la Asamblea General para el cargo de Secretario General de las Naciones Unidas

Ant¨®nio Guterres

Sr. Presidente de la Asamblea General,
Sr. Secretario General,
Excelencias,
Se?oras y se?ores:

Cuando conoc¨ª la decisi¨®n del Consejo de Seguridad de recomendarme a la Asamblea General, mis sentimientos se podr¨ªan describir con solo dos palabras: agradecimiento y humildad.

Es con ese mismo agradecimiento y humildad que hoy me presento ante la Asamblea, pero a esos sentimientos se les suma ahora un profundo sentido de la responsabilidad.

En primer lugar, doy las gracias a la Asamblea General y al Consejo de Seguridad por confiar en m¨ª para el cargo de Secretario General de las Naciones Unidas en una demostraci¨®n notable de consenso y unidad.

Agradezco tambi¨¦n la transparencia y apertura del proceso de selecci¨®n y doy las gracias a los muchos candidatos competentes, juiciosos y consagrados que se presentaron. Creo que el nuevo proceso de selecci¨®n significa que la verdadera ganadora de hoy es la credibilidad de las Naciones Unidas. El proceso tambi¨¦n me ha dejado muy claro que, habiendo sido elegido por todos los Estados Miembros, debo estar al servicio de todos por igual y sin otros prop¨®sitos que los consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

Quiero expresar mi profundo agradecimiento por las palabras generosas y amables de los oradores que me han precedido, pero debo decir que soy plenamente consciente de los retos que enfrentan las Naciones Unidas y de las limitaciones que tiene el Secretario General. Los enormes problemas del mundo complejo de hoy solo pueden inspirar un enfoque humilde, en el que el Secretario General no tiene por s¨ª solo todas las respuestas, ni pretende imponer sus propias opiniones, y en el que pone a disposici¨®n sus buenos oficios, trabajando para convocar, mediar, tender puentes y arbitrar desde la honestidad a fin de ayudar a encontrar soluciones que beneficien a todos los interesados.

Excelencias,
Se?oras y se?ores:

En los ¨²ltimos diez a?os, he sido testigo de primera mano del sufrimiento de las personas m¨¢s vulnerables de la Tierra. He visitado zonas de guerra y campamentos de refugiados en donde uno se podr¨ªa preguntar leg¨ªtimamente: ?qu¨¦ ha sucedido con la dignidad y el valor de la persona humana a los que se refiere el segundo p¨¢rrafo del pre¨¢mbulo de la Carta?

?Qu¨¦ nos ha hecho inmunes al sufrimiento de aquellos que est¨¢n social y econ¨®micamente m¨¢s desfavorecidos? Todo esto me hace sentir la grave responsabilidad de hacer de la dignidad humana el n¨²cleo de mi labor y, conf¨ªo, el n¨²cleo de nuestra labor com¨²n.

Esto tambi¨¦n subraya la importancia de la igualdad entre los g¨¦neros. Desde hace mucho tiempo soy consciente de los obst¨¢culos que enfrentan las mujeres en la sociedad, en la familia y en el lugar de trabajo debido a su g¨¦nero. He sido testigo de la violencia de que son objeto durante los conflictos o cuando huyen de la violencia, solo por el hecho de ser mujeres. He tratado de abordar este problema en todos los cargos p¨²blicos que he ocupado. La protecci¨®n y el empoderamiento de la mujer y la paridad entre los g¨¦neros en la Organizaci¨®n son un compromiso prioritario para m¨ª y lo seguir¨¢n siendo.

Tengo fe en las Naciones Unidas ¡ªunas Naciones Unidas que acojan la reforma¡ª porque creo en los valores universales que representan, a saber, paz, justicia, dignidad humana, tolerancia y solidaridad. Sobre la base de esos valores, creo que la diversidad en todas sus formas es una ventaja enorme, no una amenaza, y que en sociedades cada vez m¨¢s multi¨¦tnicas, multiculturales y multirreligiosas, la diversidad nos puede unir y no nos debe separar. Debemos asegurarnos de que somos capaces de romper la alianza entre todos los grupos terroristas o extremistas violentos, por un lado, y las expresiones del populismo y la xenofobia, por el otro. Se refuerzan mutuamente, y debemos estar en condiciones de combatirlos con determinaci¨®n.

Sr. Presidente de la Asamblea General,
Sr. Secretario General,
Excelencias,
Se?oras y se?ores:

Sin paz, la vida carece de todo sentido. Sin paz, no podemos garantizar el desarrollo sostenible ni el respeto de los derechos humanos que, a su vez, sustentan la paz. Lamentablemente, hoy la paz es la gran ausente en nuestro mundo.

Debido a su alcance mundial y a los principios consagrados en la Carta, las Naciones Unidas tienen el deber moral y el derecho universal de utilizar con absoluta prioridad la diplomacia para la paz. Debe ser una diplomacia capaz de promover la diversidad y el car¨¢cter representativo de las Naciones Unidas; una diplomacia que le permitan ser un foro para el di¨¢logo, un espacio p¨²blico universal en el que aprender a trabajar juntos para conocernos mejor y escucharnos mejor unos a otros; y una diplomacia capaz de calmar las tensiones y llegar a soluciones pac¨ªficas a los conflictos que impiden a muchos seres humanos llevar su vida de una manera digna de esa palabra.

Cuando estudiaba historia en la escuela secundaria, y debo decir que la estudi¨¦ con pasi¨®n, casi todas las guerras terminaban con vencedores. Sin embargo, los conflictos de hoy solo conocen perdedores. Las guerras parecen interminables, son cada vez m¨¢s complejas e interconectadas, y alimentan el odio y el terrorismo. Al mismo tiempo, el sufrimiento que causan es moralmente intolerable, y amenazan la seguridad en todas partes. Tenemos la responsabilidad colectiva de poner fin a esa situaci¨®n.

Soy muy consciente de que entre nosotros hay opiniones diversas e intereses leg¨ªtimos a veces divergentes que crean divisi¨®n y que hacen dif¨ªcil la unidad de nuestros esfuerzos en pro de la paz. Sin embargo, las amenazas a nuestra seguridad colectiva, a la naturaleza de nuestras sociedades y a la supervivencia del planeta tal como lo conocemos son tales que nuestro inter¨¦s com¨²n debe prevalecer contra todo lo que nos divide. Un¨¢monos por el bien de la paz. Esta es la exigencia m¨¢s urgente de los ciudadanos del mundo que estamos aqu¨ª para servir.

Me gustar¨ªa dejar unas palabras de reconocimiento a los incansables soldados de la paz que defienden los principios de las Naciones Unidas lejos de sus casas, pero tambi¨¦n dejar aqu¨ª un llamamiento. Un llamamiento al apoyo de todos los Estados Miembros y de todas las estructuras de la Organizaci¨®n: no permitamos que comportamientos repugnantes da?en el hero¨ªsmo al servicio de las Naciones Unidas.

Es en las Naciones Unidas, bajo su bandera azul, que el mundo puede encontrarse y construir la paz, con determinaci¨®n, creatividad, solidaridad y compasi¨®n.

Antes de concluir, perm¨ªtaseme saludar al Secretario General Ban Ki-moon. Tuve el honor de trabajar con ¨¦l a lo largo de muchos a?os y he sido testigo de su inquebrantable dedicaci¨®n a la causa del servicio p¨²blico internacional. Har¨¦ todo cuanto est¨¦ en mi mano para honrar el legado del Sr. Ban Ki-moon. Lo que ¨¦l logr¨®, especialmente por lo que respecta a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de Par¨ªs sobre el Cambio Clim¨¢tico, es absolutamente encomiable y har¨¦ todo lo posible por apoyar los esfuerzos necesarios encaminados a ejecutar plenamente lo que ya se ha logrado hasta la fecha, gracias a su orientaci¨®n y liderazgo.

Tambi¨¦n deseo expresar mi admiraci¨®n por la dedicaci¨®n y el compromiso del personal de las Naciones Unidas. Despu¨¦s de haber sido funcionario durante m¨¢s de una d¨¦cada, estoy entusiasmado con la idea de volver a ser de nuevo un colega.

Excelencias,
Estimados Representantes de los Estados Miembros,
Se?oras y se?ores,

El sue?o de los fundadores de las Naciones Unidas a¨²n no se ha hecho realidad. Se ha logrado mucho, pero el camino que nos queda por delante todav¨ªa es largo. Debemos recorrerlo juntos, nosotros, los pueblos, a trav¨¦s de nuestras diversas funciones, porque el objetivo es factible: el bienestar de la humanidad.

Gracias.