1 junio 2007

El cambio clim芍tico es un problema de tan amplio alcance y con una importancia potencial tan abrumadora que podr赤a resultar 迆til que nos detengamos y centremos nuestra atenci車n en las medidas pr芍cticas que pueden ponerse en marcha para adaptarnos al calentamiento del planeta y reducir sus consecuencias negativas.


Consideremos los mecanismos de adaptaci車n de dos mam赤feros: los osos polares y los seres humanos. Los osos polares han evolucionado a lo largo de miles de a?os para adaptarse a un clima riguroso. En la actualidad, sin embargo, puede verse a estos magn赤ficos animales abandonados a su suerte sobre t谷mpanos de hielo que se derriten, luchando por mantenerse a flote. No tienen tiempo para adaptarse y pueden extinguirse en unas pocas d谷cadas. ?Y los seres humanos? ?C車mo nos mantendremos a flote con el aumento del nivel del mar, un clima cada vez m芍s extremo, fuertes tempestades, inundaciones, olas de calor y sequ赤as, como los cient赤ficos anuncian que suceder芍? A diferencia de los osos polares, podemos adaptarnos con mayor rapidez para protegernos de los desastres naturales, incluidos los m迆ltiples efectos del calentamiento de la Tierra. Podemos emplear m谷todos sencillos y econ車micos que nos permitan salvar vidas, tierras y bienes. Disponemos de los conocimientos y la experiencia necesarios para marcar una diferencia fundamental en la reducci車n de los riesgos a los que nos enfrentamos. Lo que se necesita es la voluntad de hacerlo ahora, antes de que ocurra el pr車ximo desastre.


De hecho, no hay tiempo que perder. En los 迆ltimos 30 a?os, seg迆n la Estrategia Internacional para la Reducci車n de los desastres, la cantidad de desastres (tempestades, inundaciones y sequ赤as) se ha multiplicado por tres. S車lo en 2006, 134 millones de personas sufrieron cat芍strofes naturales que provocaron unos da?os por valor de 35.000 millones de d車lares, incluidas las devastadoras sequ赤as de China y ?frica, adem芍s de las masivas inundaciones que se produjeron en Asia y ?frica. Estos desastres se cobraron muchas vidas, destruyeron familias, arruinaron bienes de subsistencia y retrasaron las actividades de desarrollo.


No s車lo son cada vez m芍s frecuentes los desastres naturales, sino que la r芍pida urbanizaci車n y el crecimiento de la poblaci車n implican que el n迆mero de personas que se encuentran en peligro es cada vez mayor. Los desastres que provocan estas cat芍strofes han afectado a un n迆mero de personas cinco veces mayor al de hace tan solo una generaci車n. Las megaciudades como Tokio, construidas sobre 芍reas s赤smicas, o las ubicadas en zonas costeras como Shanghai se encuentran expuestas a grandes riesgos. En ciudades como Bombay, El Cairo, Ciudad de M谷xico o Lagos, todas ellas con m芍s de 10 millones de habitantes, el deterioro de las infraestructuras, la erosi車n del terreno, las condiciones de hacinamiento y la escasez de servicios de rescate pueden traducirse en una calamidad potencial en caso de producirse un terremoto o una potente tempestad.


El calentamiento de la Tierra exacerbar芍 nuestra creciente vulnerabilidad frente a los desastres. Tal como se?al車 el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim芍tico, centenares de millones de personas se ver芍n expuestos a riesgos cada vez mayores relacionados con el clima. Los pa赤ses con menor responsabilidad en el calentamiento de la Tierra-- los pa赤ses en desarrollo m芍s pobres --ser芍n los m芍s afectados por sus consecuencias, tanto desde un punto de vista humano como econ車mico. Las inundaciones masivas, las sequ赤as y tormentas, la propagaci車n de enfermedades infecciosas, la alteraci車n de los ciclos de las cosechas y la competencia por los recursos naturales supondr芍n una amenaza para las vidas de millones de personas. En torno a 200 millones de personas que viven en zonas costeras con riesgo de inundaciones-- 60 millones s車lo en el Asia Meridional --est芍n en peligro frente a las tempestades y el aumento del nivel de las aguas. El cruel c芍lculo de los desastres muestra que cuanto m芍s pobre es una comunidad, mayor es su vulnerabilidad frente a las cat芍strofes naturales y m芍s dif赤cil resulta su recuperaci車n.


Ante estos escenarios potenciales, la comunidad humanitaria est芍 estudiando detalladamente c車mo puede ayudar a reducir los riesgos, fomentar la preparaci車n y responder con m芍s eficacia a las consecuencias del cambio clim芍tico. Los posibles efectos humanitarios incluyen:

Riesgos para la salud humana. Es probable que las enfermedades como el c車lera, la malaria o el dengue aumenten en determinadas regiones como consecuencia del cambio de las temperaturas; asimismo, es posible que crezca la incidencia de las enfermedades relacionadas con la diarrea.

Disminuci車n de la seguridad alimentaria y el suministro de agua. La desertizaci車n y la sequ赤a pueden amenazar los medios de subsistencia de m芍s de 1.000 millones de personas de m芍s de 110 pa赤ses, en especial en las regiones semi芍ridas.

Aumento del nivel del mar. Las ciudades costeras y los pa赤ses con escasa superficie de costa pueden encontrarse en peligro; las Bahamas, Viet Nam, Egipto y Bangladesh se encuentran entre los pa赤ses de alto riesgo.


Amenazas para la paz y la seguridad. La escasez de recursos clave, incluida el agua, podr赤a exacerbar las tensiones entre los diversos grupos 谷tnicos, pa赤ses y regiones que compiten por ellos y tratan de adaptarse a diferentes entornos y recursos. Darfur y Sri Lanka constituyen dos ejemplos de este escenario potencial.
Aumento del fen車meno migratorio y los desplazamientos. Las poblaciones afectadas por el aumento del nivel del mar, las inundaciones, la sequ赤a o la desertizaci車n abandonan las tierras a su suerte, ya sea de forma voluntaria o por obligaci車n. Algunos expertos pronostican que, a finales de la presente d谷cada, existir芍n hasta 50 millones de refugiados por motivos ambientales. Las migraciones relacionadas con el medio ambiente han constituido la expresi車n m芍s aguda de este fen車meno en el ?frica subsahariana, pero afecta adem芍s a millones de personas en Asia y la India.


?Qu谷 podemos hacer? Para empezar, no quedarnos bloqueados por el temor ni permanecer quietos con un desesperante sentimiento de autocomplacencia. El mayor riesgo al que nos enfrentamos es, precisamente, el de no hacer nada. Ha llegado el momento de arrimar el hombro y ponerse a trabajar en la construcci車n de unas comunidades que sean m芍s resistentes a los desastres. Las herramientas necesarias no son caras, sobre todo si se tienen en cuenta los costes potenciales. Los expertos calculan que un d車lar invertido en la reducci車n de riesgo hoy puede ahorrar hasta 7 d車lares en costes de ayuda y recuperaci車n en el futuro. Muchos de los instrumentos m芍s eficaces que tenemos a nuestra disposici車n para salvar vidas se basan en la movilizaci車n de personas, no en la utilizaci車n de costosas tecnolog赤as. Muchos pa赤ses est芍n implementando con gran 谷xito sistemas de alerta temprana de base comunitaria, planes locales de educaci車n y evacuaci車n frente a desastres y t谷cnicas m芍s adecuadas de cosecha y gesti車n de la tierra.


Un ejemplo es Bangladesh, pa赤s que qued車 devastado por los ciclones en 1970 y 1991, sufriendo la p谷rdida de medio mill車n de personas. En este pa赤s se estableci車 un "sistema de alerta humana temprana" de base comunitaria a lo largo de la bah赤a de Bengala, y se ense?車 a los habitantes de los pueblos de la regi車n a construir refugios contra ciclones, dise?ar planes de evacuaci車n y otras medidas sencillas. Como resultado, la cifra de muertes causadas por los monzones y las lluvias torrenciales ha disminuido dr芍sticamente en los 迆ltimos a?os. O bien, t車mese el caso de la isla Simeulue, en Indonesia, ubicada en una zona pr車xima al epicentro del tsunami. Durante generaciones, se hab赤a ense?ado a sus habitantes qu谷 deb赤an hacer en caso de producirse un terremoto o de una repentina retirada del mar, como sucedi車 el 26 de diciembre de 2004: dirigirse a las colinas. Como resultado de ello, de los 78.000 habitantes en la isla, no lleg車 a 10 el n迆mero de muertos por las olas gigantes. En la cercana Aceh, donde no exist赤a ning迆n tipo de sistema de alerta, hasta un 90% de la poblaci車n pereci車 en algunas zonas.


Los ciudadanos de Toronto, en el Canad芍, se beneficiar芍n de otro tipo de sistema de alerta temprana, dise?ado para reducir el n迆mero de muertes provocadas por el calor. La ciudad ha instalado un mecanismo de emergencia que alertar芍 a los funcionarios del sistema p迆blico de salud 60 horas antes del inicio de una ola de calor potencialmente letal, fen車meno cuya incidencia se espera que aumente a medida que la Tierra se caliente.


Cuba es un buen ejemplo en relaci車n a la educaci車n y la preparaci車n frente a los desastres. En septiembre de 2004, el quinto hurac芍n m芍s potente que jam芍s hab赤a golpeado el Caribe lleg車 a la isla con vientos de 200 kil車metros por hora. Cerca de dos millones de personas-- m芍s del 15% de la poblaci車n total --fueron evacuados a lugares seguros y no hubo v赤ctimas mortales. El verano siguiente, el hurac芍n Dennis azot車 a 12 de las 14 provincias de Cuba, afectando a unos 8 millones de personas (el 70% de la poblaci車n) pero, gracias a los eficaces esfuerzos de evacuaci車n y movilizaci車n de la comunidad, el n迆mero de fallecidos no lleg車 a 20 personas.


Las pol赤ticas encaminadas a promover un mejor uso de la tierra, en especial en las zonas superpobladas o fuertemente erosionadas tambi谷n pueden salvar vidas. En 2004, un hurac芍n mat車 a cerca de 3.000 personas en Hait赤, mientras en la otra mitad de la isla causaba solamente unas pocas muertes. ?D車nde estaba la diferencia? En los manglares plantados a lo largo de la costa de la Rep迆blica Dominicana, que atenuaron los efectos de los fuertes vientos y las enormes olas, al tiempo que sus colinas, adecuadamente pobladas de bosques, evitaron los mortales corrimientos de tierras. En Nueva Zelanda, entretanto, los ingenieros trabajan con los gobiernos locales en el refuerzo de los sistemas de desag邦e de las ciudades a fin de que sean capaces de soportar el aumento de intensidad de las lluvias torrenciales.


La reducci車n del riesgo es una de las mejores pol赤ticas que cabe adoptar para proteger las inversiones realizadas en desarrollo. Un gran desastre puede destruir varias d谷cadas de logros en este 芍mbito. En el Pakist芍n, el valor de los da?os que provoc車 el terremoto de 2005 ascendi車 a 5.000 millones de d車lares, aproximadamente la misma cantidad que hab赤a prestado el Banco Mundial a este pa赤s a lo largo del 迆ltimo decenio. En 1998, el hurac芍n Mitch produjo p谷rdidas equivalentes al 41% del producto interior bruto de Honduras, mientras en Maldivas vieron c車mo se esfumaba el 66% de su PIB por el tsunami de 2004.
El mensaje es claro: los desastres naturales no tienen por qu谷 traducirse en cat芍strofes humanas. Es preciso que redoblemos nuestros esfuerzos e invirtamos en la puesta en marcha de sencillas medidas de supervivencia que puedan reducir nuestra vulnerabilidad frente a los desastres derivados del cambio clim芍tico. En junio de 2007, la Plataforma Global, encabezada por la Estrategia Internacional para la Reducci車n de los Desastres, reunir芍 a gobiernos nacionales, cient赤ficos, organizaciones no gubernamentales, instituciones financieras as赤 como a las Naciones Unidas para avanzar en esta direcci車n.


Pero la reducci車n de los riesgos de los desastres es demasiado importante como para dejarla exclusivamente en manos de los expertos. La reducci車n del riesgo empieza en el hogar, en las escuelas, en los lugares de trabajo y culto, y en las comunidades locales. Es en estos lugares donde podemos salvar vidas o perderlas, en funci車n de los pasos que demos hoy hacia la reducci車n de nuestra vulnerabilidad frente a los peligros del ma?ana. Para que estas medidas consigan un impacto m芍ximo, deben estar fundamentadas en los conocimientos locales y es necesario realizar una adecuada difusi車n, de modo que toda persona, desde el ni?o que asiste a la escuela local hasta la abuela de un pueblo o el alcalde de una ciudad sepan c車mo protegerse de las vicisitudes de la naturaleza.


La educaci車n es crucial, al igual que el intercambio de experiencias entre las comunidades y dentro de 谷stas. Igualmente importante es que los responsables de la gesti車n de los desastres escuchen y aprendan desde la ra赤z del problema, a fin de seguir construyendo sobre la base de ejemplos de reducci車n de riesgos ya probados y verificados a escala local.


Los osos polares est芍n abandonados a su suerte. Evitemos abandonarnos a un destino similar.
*Las inundaciones en el Nordeste de Kenya causaron estragos en los tres campamentos del complejo de refugiados de Dadaab. M芍s de 100.000 de los 160.000 refugiados resultaron gravemente afectados por las inundaciones, sobre todo en el campamento de Ifo. Muchas casas fueron arrastradas y las letrinas se desbordaron y colapsaron. Se cort車 la principal ruta de suministro que une Dadaab con el resto de Kenya, bloqueando toda posibilidad de ayuda por carretera. En algunas zonas, las r芍pidas inundaciones provocaron un aumento del nivel del agua de hasta medio metro en una hora.
Fotograf赤a de ACNUR/ B. Bannon

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