1 junio 2007

Las cuestiones relativas a la sostenibilidad-- en particular el cambio clim¨¢tico y las energ¨ªas limpias -- , adem¨¢s de la seguridad energ¨¦tica y el acceso a la energ¨ªa, son apremiantes preocupaciones de nuestro tiempo. A trav¨¦s de las cuestiones planteadas por el cambio clim¨¢tico, se ha dotado al objetivo del desarrollo sostenible de una base tangible y un renovado sentido de urgencia. El cambio clim¨¢tico y el desarrollo energ¨¦tico y sostenible ocupan los primeros puestos de la lista de prioridades que se deben debatir y para las cuales hay que encontrar soluciones en los foros internacionales, tanto en el contexto de las Naciones Unidas como m¨¢s all¨¢ de ¨¦ste. Me complace constatar la atenci¨®n que el Secretario General Ban Ki-moon concede a la cuesti¨®n medioambiental as¨ª como el que haya nombrado a tres enviados especiales para facilitar el progreso de las negociaciones de las Naciones Unidas en esta materia.


Existe clara evidencia cient¨ªfica del calentamiento clim¨¢tico. El mensaje del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico es claro: es necesario tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a las alteraciones que el cambio clim¨¢tico acarrear¨¢. En muchos casos, lo razonable es tomar medidas ya que los beneficios derivados que pueden acumularse, tales como reducir la erosi¨®n del suelo mediante la plantaci¨®n de ¨¢rboles y mejorar la salud de las personas gracias a un mejor aislamiento de las viviendas. Tambi¨¦n resulta claro que disponemos de muchas de las herramientas necesarias para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, a¨²n existen ¨¢reas en las que se ha de trabajar para conseguir ese objetivo y, por tanto, es de suma importancia que continuemos con los esfuerzos para desarrollar tecnolog¨ªas de bajo nivel de emisiones. Nueva Zelandia est¨¢ realizando su aportaci¨®n al liderar la investigaci¨®n para la reducci¨®n de las emisiones resultantes de la ganader¨ªa y esforzarse por colaborar con otros para avanzar en ese camino.


La Convenci¨®n Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico, uno de los tres pilares acordados en la Cumbre para la Tierra de 1992 en R¨ªo de Janeiro, naci¨® hace 15 a?os. No obstante, al constatar que la Convenci¨®n no lograr¨ªa las reducciones de las emisiones necesarias, se adopt¨® el Protocolo de Kyoto hace 10 a?os.


Ese Protocolo era el mejor esfuerzo consolidado que pod¨ªan acordar los pa¨ªses del mundo en aquel momento. Se trata de un gran logro negociador y ha sido de utilidad a la hora de probar toda una serie de mecanismos innovadores. Sin embargo, con tan s¨®lo un 33% de las emisiones mundiales cubiertas, s¨®lo puede servirnos para recorrer parte del camino hacia el objetivo de la Convenci¨®n de estabilizar la producci¨®n de gases de efecto invernadero en nuestras econom¨ªas en un nivel que no resulte peligroso para el sistema clim¨¢tico.
Se han producido muchos cambios en los 10 a?os que han pasado desde Kyoto: ha mejorado nuestra comprensi¨®n de la ciencia del clima y hemos puesto a prueba la habilidad del marco de las Naciones Unidas para obtener resultados en el terreno. Y, en ese camino, se han producido una serie de ¨¦xitos demostrables y tambi¨¦n se han identificado ¨¢reas en que se debe mejorar. En cualquier caso, nuestro mayor hallazgo ha sido el descubrir que, en ¨²ltima instancia, no podemos desempe?ar con ¨¦xito la tarea que perseguimos a no ser que continuemos desarrollando el marco de las Naciones Unidas. No podemos permitirnos quedar estancados en negociaciones ancladas en el pasado. Lo que se necesita es una nueva visi¨®n y una nueva manera de trabajar juntos. Debemos aprovechar lo mejor de los acuerdos actuales y a?adir las herramientas que nos permitir¨¢n ser ambiciosos reconociendo al mismo tiempo que las soluciones que dise?emos deben ser justas y equitativas para todos.


Lo que est¨¢ cada vez m¨¢s claro es que los pa¨ªses deben contribuir a la respuesta internacional al cambio clim¨¢tico de manera relevante. En este caso, no basta con una f¨®rmula de "talla ¨²nica" para todos. En definitiva, lo m¨¢s importante es la capacidad de comparar los esfuerzos. Todos los pa¨ªses deben hacer todo lo posible por hacer frente al cambio clim¨¢tico de la forma que convenga a sus circunstancias nacionales. Habr¨¢ numerosas oportunidades para los esfuerzos mutuos y los acercamientos que deberemos aprovechar. Adem¨¢s, y dada la escala del esfuerzo mundial necesario, se suscitar¨¢ la preocupaci¨®n de los pa¨ªses en lo que respecta a los efectos sobre el crecimiento econ¨®mico, y la de las empresas en lo que a su competitividad se refiere. Es necesario plantear claramente esas preocupaciones v¨¢lidas, pero ¨¦stas no debieran sobrestimarse. El coste de transici¨®n hacia econom¨ªas de menores emisiones de carbono debe considerarse a largo plazo y compararse con el coste de la inacci¨®n.


Mi aspiraci¨®n es que Nueva Zelandia sea el primer pa¨ªs verdaderamente sostenible en relaci¨®n a los cuatro pilares que constituyen la econom¨ªa, la sociedad, el medio ambiente y la cultura. Si no nos comprometemos a una mayor sostenibilidad en el uso de los recursos y en nuestro estilo de vida, nos arriesgamos no s¨®lo a perjudicar a nuestro propio medio ambiente, sino tambi¨¦n a exponer a la econom¨ªa de Nueva Zelandia a un riesgo considerable que est¨¢ ¨ªntimamente ligado con su base de recursos f¨ªsicos y naturales. Hacer frente a la cuesti¨®n del cambio clim¨¢tico es un elemento clave de este plan.


Tambi¨¦n somos conscientes de que, en nuestra calidad de pa¨ªs peque?o, los pasos que d¨¦ Nueva Zelandia para reducir las emisiones no ser¨¢n suficientes por s¨ª solos para cambiar el resultado total. Las medidas que tome nuestro pa¨ªs deben ser parte de un esfuerzo revitalizado y efectivo de toda la comunidad internacional. Espero que Nueva Zelandia desempe?e plenamente su papel en el contexto de ese esfuerzo y el proceso que nos llevar¨¢ hasta ese objetivo.
* La actividad del hombre est¨¢ causando un incremento de los niveles de gases de efecto invernadero en la atm¨®sfera. Este gr¨¢fico explica c¨®mo la superficie de la tierra absorbe la energ¨ªa solar haciendo que la tierra se caliente y emita radiaciones de rayos infrarrojos.
Philippe Rekacewicz, PNUMA/GRID-Arendal
Texto para el gr¨¢fico

El efecto invernadero ATM?SFERA
1 La radiaci¨®n solar atraviesa la atm¨®sfera despejada.
Radiaci¨®n solar entrante: 343 W por m2.
2 Radiaci¨®n solar entrante neta: 240 W por m2.
3 La atm¨®sfera y la superficie terrestre reflejan parte de la radiaci¨®n solar.
Radiaci¨®n solar saliente: 103 W por m2.
4 La superficie terrestre absorbe la energ¨ªa solar y aumenta su temperatura. ... y la energ¨ªa se transforma en calor produci¨¦ndose as¨ª una radiaci¨®n (de infrarrojos) de onda larga de vuelta hacia la atm¨®sfera de 168 W por m2.
5 Las mol¨¦culas de gases de efecto invernadero absorben y vuelven a emitir parte de los rayos infrarrojos. Esto resulta directamente en un calentamiento de la superficie terrestre y la troposfera.
La superficie capta m¨¢s calor y emite rayos infrarrojos una vez m¨¢s.
6 Parte de la radiaci¨®n de infrarrojos atraviesa la atm¨®sfera y se pierde en el espacio.
Radiaci¨®n solar saliente neta: 240 W por m2.
GASES DE EFECTO INVERNADERO
Fuentes: Escuela universitaria Okanagan (Canad¨¢), Departamento de Geograf¨ªa de la Facultad de Geograf¨ªa de la Universidad de Oxford; Agencia de Protecci¨®n Medioambiental de los Estados Unidos (EPA) (Washington); Climate change 1995, The science of climate change, contribuci¨®n del Grupo de Trabajo I al segundo informe de evaluaci¨®n del grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio clim¨¢tico, PNUMA y OMM, Cambridge university press, 1996.

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