Hace 70 a?os, se introdujo una idea revolucionaria para cambiar el panorama de un fr芍gil ambiente multilateral. La creaci車n de las Naciones Unidas fue la respuesta necesaria para un mundo que se estaba recuperando de la devastaci車n como consecuencia de dos guerras mundiales. La idea era simple, pero muy atrevida: un organismo mundial que promoviera los principios de ※fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana§ y que se comprometiera a ※promover el progreso social y a elevar el nivel de vida§. Con la mirada puesta en el mundo actual, vemos que las Naciones Unidas han hecho justicia a la mayor赤a de sus responsabilidades relacionadas con la defensa de estos principios. Sin embargo, queda mucho por hacer, sobre todo en lo que se refiere a la inclusi車n de los j車venes del mundo en los procesos de desarrollo y toma de decisiones.
A sus 70 a?os, este organismo mundial se est芍 embarcando en una nueva promesa dirigida a las personas y al planeta, con la aprobaci車n de una nueva generaci車n de objetivos de desarrollo y un acuerdo sobre cambio clim芍tico a finales de a?o. Los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y el acuerdo relativo al clima brindan una oportunidad 迆nica para cambiar el curso de la historia al poner al planeta sobre un camino sostenible y liberar el potencial de sus gentes. Pero m芍s all芍 de la aprobaci車n de estos acuerdos hist車ricos, y con motivo del 70? aniversario de la firma de la Carta de las Naciones Unidas, la comunidad internacional tiene que reflexionar sobre los desaf赤os sin precedentes a los cuales se enfrenta actualmente, desde el aumento del extremismo y la proliferaci車n de los conflictos, hasta la evidente amenaza que plantea el cambio clim芍tico, la violaci車n de los derechos humanos y la situaci車n en materia de igualdad de g谷nero, as赤 como la falta de estructuras de gobernanza inclusivas. Sin embargo, un hecho que resulta fundamental en relaci車n con todas estas cuestiones, y que constituye uno de los desaf赤os m芍s notables que ponen a prueba nuestro compromiso con los principios de las Naciones Unidas, es el aumento de la poblaci車n joven, puesto que los menores de 25 a?os representan actualmente casi la mitad de la poblaci車n mundial.
Esta vasta generaci車n de j車venes se enfrenta a retos sin precedentes que, sin embargo, traen consigo numerosas oportunidades. Los j車venes tienen la capacidad de organizar y emprender medidas individuales y colectivas frente a aquellas cuestiones que revisten inter谷s para ellos. Hemos sido testigos de ello, una y otra vez, a medida que los j車venes ganan mayor atenci車n y dirigen proyectos e iniciativas a gran escala, a nivel tanto comunitario como mundial.
Desde sus albores en 1945, las Naciones Unidas han ido reconociendo cada vez m芍s el singular papel que los j車venes pueden desempe?ar respecto al desarrollo. Esto ha quedado especialmente reflejado en los dos 迆ltimos decenios, pues las Naciones Unidas han pasado a depender m芍s de los j車venes para promover su misi車n y sus valores. Con estos avances, hemos sido testigos de un cambio mundial en la manera en que se percibe a los j車venes en los 芍mbitos de la formulaci車n de pol赤ticas y de programas, pues las cuestiones relacionadas con los j車venes ocupan, cada vez m芍s, las 芍reas en que muchos organismos mundiales para el desarrollo y los Estados Miembros de las Naciones Unidas centran su atenci車n.
Cuando, con motivo de la Declaraci車n sobre el Fomento entre la Juventud de los Ideales de Paz, Respeto Mutuo y Comprensi車n entre los Pueblos de 1965, las Naciones Unidas reconocieron oficialmente por primera vez la importancia de los j車venes como un grupo demogr芍fico 迆nico, las prioridades de los j車venes eran pr芍cticamente desconocidas y, desde luego, no se trataban de manera significativa. Tres decenios m芍s tarde, el debate y las deliberaciones internacionales relacionados con los j車venes alcanzaron su momento 芍lgido con la aprobaci車n del Programa de Acci車n Mundial para los J車venes en 1995, que sigue siendo hasta la fecha el marco normativo mundial m芍s importante sobre promoci車n del desarrollo de la juventud. Su aprobaci車n fue una se?al de que la comunidad mundial se hab赤a comprometido a hacer frente, de una manera amplia y colaborativa, a los desaf赤os vinculados al desarrollo de la juventud. Si bien supuso un paso importante en la promoci車n del desarrollo de la juventud, ha quedado claro que se necesitan m芍s mejoras para poder alcanzar plenamente los objetivos de este marco.
En octubre de 2014, 127 pa赤ses hab赤an adoptado una pol赤tica nacional de juventud, lo que supone un aumento respecto a los 99 pa赤ses del a?o anterior. El incremento de las pol赤ticas relativas a la juventud indica que los gobiernos son cada vez m芍s conscientes del poder que tienen los j車venes para contribuir al cambio, as赤 como del papel 迆nico que desempe?ar芍n en la futura agenda de desarrollo. Si bien estos avances han demostrado ser cruciales para promover la participaci車n de los j車venes, muchos pa赤ses a迆n no han hecho efectivas sus pol赤ticas relativas a los j車venes con las leyes complementarias necesarias y los mecanismos de financiaci車n adecuados. Tras haber visitado m芍s de 60 pa赤ses y haber examinado las pol赤ticas relativas a los j車venes de muchos otros, puedo decir con seguridad que, tanto a nivel mundial como en el 芍mbito nacional, el compromiso ret車rico con el programa para la juventud no se ha visto acompa?ado de una inversi車n suficiente en los j車venes.
A medida que efectuamos una transici車n hacia los ODS, nuestra primera labor ha de consistir en aprovechar el enorme potencial de la poblaci車n joven en constante crecimiento. Debemos reconocer sus capacidades para afrontar los principales desaf赤os mundiales, como la pobreza, el cambio clim芍tico y la lucha contra la violencia, entre otros. Los j車venes est芍n a la altura de esta tarea y pueden proporcionar soluciones innovadoras para estos retos 迆nicos, si se les facilita el espacio y la inversi車n necesarios para ello. Necesitamos cambiar la mentalidad sobre la manera en que posicionamos a esta generaci車n de j車venes y promover un enfoque basado en el establecimiento de alianzas, y para ello hemos de destacar su car芍cter constituyente de oportunidades y no de obligaciones respecto de sus sociedades.
En el 迆ltimo decenio, por ejemplo, la atenci車n mundial se ha ido desviando cada vez m芍s hacia el terrorismo y el extremismo violento. Este creciente problema, que sigue siendo una de las principales prioridades de las Naciones Unidas, a menudo ha alimentado err車neamente los estereotipos negativos sobre los j車venes en todo el mundo. Estos estereotipos han dado lugar a que, de manera falsa y equivocada, se perciba a los j車venes como una ※amenaza§ para la seguridad nacional y la comunidad mundial en su conjunto. Se?alar a los j車venes como un problema o posible amenaza no solo es err車neo, sino que tambi谷n resulta contraproducente en nuestros esfuerzos para combatir la violencia. Adem芍s, es sumamente perjudicial para la labor en pro del desarrollo.
En segundo lugar, debemos hacer que el debate sobre desarrollo y el debate sobre paz y seguridad ocupen un mismo lugar, dado que hay una correlaci車n evidente entre estos dos aspectos. Debemos impulsar una mayor comprensi車n de los v赤nculos que existen entre los 芍mbitos normativos y ampliar el tema central para que incluya el papel que desempe?an los j車venes en el desarrollo, as赤 como en la lucha contra el extremismo violento y la promoci車n de la paz. Independientemente de que la perspectiva con que se afronte esta tarea est谷 centrada en el desarrollo o en la paz y seguridad, necesitamos dar prioridad a los j車venes a fin de generar las soluciones innovadoras necesarias para responder adecuadamente a estos enormes desaf赤os.
Por 迆ltimo, debemos fomentar las actividades destinadas a proporcionar educaci車n para todos y abordar la cuesti車n del desempleo juvenil. Unos 69 millones de j車venes en edad de cursar el primer ciclo de la escuela secundaria est芍n sin escolarizar, 74 millones de j車venes est芍n desempleados y, para el a?o 2030, hace falta crear m芍s de 600 millones de puestos de trabajo a nivel mundial. Es una tarea abrumadora que exige la mejora del acceso a la educaci車n posprimaria y superior y la formaci車n profesional. Tambi谷n es necesario lograr que el trabajo de los j車venes resulte competitivo en el mercado laboral y brindar a los j車venes empresarios el acceso a los recursos financieros, la capacitaci車n y el apoyo cuando creen y gestionen sus propios negocios.
El a?o 2015 es cr赤tico. Debemos seguir manteniendo el impulso, con el fin de promover las prioridades de los j車venes y aumentar la inversi車n que se realiza en ellos a nivel mundial. Ya estamos presenciando mejoras notables en estas labores, lo cual queda reflejado en numerosos actos e iniciativas, como la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiaci車n para el Desarrollo. Por primera vez en la historia, se incluye en el documento final de una conferencia sobre financiaci車n para el desarrollo una referencia a los j車venes, al reconocer que invertir en ellos resulta crucial para lograr un desarrollo inclusivo, equitativo y sostenible para las generaciones presentes y futuras.
Este mayor reconocimiento nos brindar芍 a todos la oportunidad de realzar la cuesti車n central que ocupa el desarrollo de la juventud, a fin de seguir permitiendo que los j車venes sean agentes del cambio en sus comunidades. Echemos cuentas aqu赤 mismo: nunca antes ha habido tantos j車venes y esta realidad demogr芍fica no durar芍 mucho; jam芍s hemos tenido la oportunidad de erradicar la pobreza extrema y revertir el cambio clim芍tico en tan solo 15 a?os, y puede que esta oportunidad no se vuelva a presentar m芍s; como tampoco nunca hemos estado mejor equipados con los instrumentos y las tecnolog赤as necesarios para lograr esta misi車n. En la actualidad, se podr赤a impulsar la convergencia entre las personas y la agenda para el planeta mediante la energ赤a y la innovaci車n de los j車venes, as赤 que trabajemos en aquello que har芍 realidad la promesa que las Naciones Unidas han hecho a los j車venes.
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La Cr車nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as赤 como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art赤culos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci車n por parte de las Naciones Unidas.?