Est¨¢ cobrando impulso un movimiento para poner fin a la violaci¨®n m¨¢s generalizada, pero menos reconocida, de los derechos humanos en el mundo: la violencia contra las mujeres. Los estudios indican que el 70% de las mujeres sufren alg¨²n tipo de violencia f¨ªsica o sexual durante la vida. En todas partes, las comunidades, la sociedad civil y los gobiernos se est¨¢n movilizando para poner fin a pr¨¢cticas que atentan contra la salud, la dignidad, la seguridad y la autonom¨ªa de las mujeres y que resultan perjudiciales a la sociedad en su conjunto. El sistema de las Naciones Unidas trabaja de consuno para respaldar a sus asociados en ese empe?o.

Red de hombres l¨ªderes


El 24 de noviembre de 2009, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, anunci¨® la creaci¨®n de la Red de hombres l¨ªderes que han asumido p¨²blicamente el compromiso de poner fin a la violencia contra la mujer. La Red cuenta entre sus miembros a Paulo Coelho, novelista brasile?o, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Primer Ministro de Espa?a, Ricardo Lagos, ex Presidente de Chile, el arzobispo Desmond Tutu de Sud¨¢frica, Premio Nobel de la Paz, y muchos otros hombres distinguidos que sumar¨¢n sus voces al coro mundial, cada vez m¨¢s nutrido, que clama porque se adopten medidas al respecto.

Esta nueva red forma parte de la campa?a del Secretario General "Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres", iniciada en 2008, que impulsa la adopci¨®n de medidas en este ¨¢mbito en todo el sistema de las Naciones Unidas y en el mundo entero. La campa?a insta a todos los pa¨ªses a promulgar leyes firmes, formular planes de acci¨®n multisectoriales, adoptar medidas preventivas, reunir datos y emprender iniciativas sistem¨¢ticas para enfrentar la violencia contra las mujeres y las ni?as, a m¨¢s tardar para 2015. Se trata de un esfuerzo conjunto del sistema de las Naciones Unidas para impulsar acciones concretas, aprovechando la labor emprendida por grupos de mujeres en muchos pa¨ªses.

A lo largo de los a?os hemos sido testigos de iniciativas cada vez m¨¢s intensas de los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, los grupos de mujeres, los grupos comunitarios y otras redes para poner fin a la violencia contra la mujer. Hoy d¨ªa se entienden mejor la naturaleza y el alcance de la violencia y sus efectos en las mujeres y la sociedad. Asimismo, se han establecido marcos jur¨ªdicos y normativos a nivel nacional e internacional. Sin embargo, queda mucho m¨¢s por hacer para poner fin a la impunidad y cambiar las actitudes discriminatorias que permiten que esa violencia persista.

Hasta el d¨ªa de hoy, la violencia contra las mujeres sigue en gran medida oculta, amparada por una cultura de silencio. Una de cada tres mujeres ha sido golpeada o forzada a mantener relaciones sexuales, o ha sufrido alg¨²n otro tipo de atropello, por lo general por alguien que conoce. Esa violencia vulnera los derechos humanos, socava el desarrollo, genera inestabilidad y hace m¨¢s dif¨ªcil alcanzar la paz. Hay que hacer responsables a los autores de esos ultrajes y escuchar y apoyar a las v¨ªctimas.

La campa?a "Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres" y muchas otras iniciativas est¨¢n rompiendo el silencio que rodea a este problema y consiguiendo que la violencia contra las mujeres no se considere una cuesti¨®n que s¨®lo compete a la mujer, sino una cuesti¨®n pol¨ªtica, social, econ¨®mica y cultural que merece una respuesta integral.


10 Pa¨ªses piloto


Las Naciones Unidas, con sus amplios mandatos y sus entidades diversas, est¨¢n bien equipadas para prestar apoyo a una respuesta integral, con un respaldo pol¨ªtico firme y recursos financieros adecuados. Como parte de sus iniciativas en curso, el sistema de las Naciones Unidas ha seleccionado a 10 pa¨ªses piloto para dar una respuesta coordinada e intersectorial. En estos pa¨ªses se han establecido programas conjuntos sobre la base de una evaluaci¨®n minuciosa de las iniciativas y la capacidad existentes, sobre todo en las esferas del derecho, la prestaci¨®n de servicios, la prevenci¨®n y la reuni¨®n de datos. Tambi¨¦n hay iniciativas en curso en muchos otros pa¨ªses. Adem¨¢s de los programas de las Naciones Unidas, el Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas en apoyo de las medidas para eliminar la violencia contra la mujer ha distribuido m¨¢s de 44 millones de d¨®lares entre casi 300 iniciativas dirigidas por los gobiernos, la sociedad civil y las autoridades locales en 119 pa¨ªses y territorios.

La organizaci¨®n que yo dirijo, el Fondo de Poblaci¨®n de las Naciones Unidas, participa activamente en estas iniciativas, prestando apoyo a los pa¨ªses en que se desarrollan programas piloto y tambi¨¦n a otros: en Indonesia y Honduras, por ejemplo, se ha capacitado a la fuerza de polic¨ªa y las organizaciones religiosas para que respondan con sensibilidad a los casos de violencia contra las mujeres; en Guatemala se han logrado progresos con solo mejorar la coordinaci¨®n y la sinergia entre el gobierno nacional y las autoridades locales; en la India y Nepal, los asociados nacionales trabajaron juntos para institucionalizar una respuesta, utilizando el sistema de salud como punto de partida; y en Camboya, se promulg¨® en 2007 una ley nacional para enfrentar la violencia dom¨¦stica. Hoy d¨ªa, el plan de desarrollo nacional de ese pa¨ªs contempla la necesidad de hacer frente a la violencia por razones de g¨¦nero, para lo cual incluye un indicador de la violencia dom¨¦stica que permite seguir los progresos logrados en el cumplimiento del Tercer Objetivo de Desarrollo del Milenio: promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer.

A nivel mundial, las Naciones Unidas est¨¢n fortaleciendo la recopilaci¨®n y el an¨¢lisis de informaci¨®n para supervisar los progresos y detectar las deficiencias en los pa¨ªses. En 2009 se cre¨® una base de datos sobre la violencia contra la mujer, que es el primer centro mundial de acopio de informaci¨®n sobre las medidas adoptadas por los Estados Miembros para combatir la violencia contra la mujer. Tambi¨¦n ayudar¨¢ a detectar pr¨¢cticas prometedoras que sirvan para combatir la impunidad y poner fin a las actitudes y los estereotipos que permiten o condonan la violencia.

Las Naciones Unidas tambi¨¦n est¨¢n a punto de efectuar cambios importantes en su estructura de g¨¦nero interna. Las propuestas que se debaten en la Asamblea General piden que se sustituyan varias estructuras actuales por una sola entidad din¨¢mica de las Naciones Unidas que refuerce considerablemente nuestra labor para promover la igualdad entre los g¨¦neros y enfrentar la violencia contra las ni?as y las mujeres. Esto reviste particular importancia en los casos de conflicto, en que los cuerpos de las mujeres a menudo se convierten en campos de batalla y se recurre a la violaci¨®n como un arma de guerra para humillar, dominar o dislocar los v¨ªnculos sociales.


Una respuesta de seguridad


En su resoluci¨®n 1325, aprobada en 2000, el Consejo de Seguridad abord¨® por primera vez los efectos de la guerra para las mujeres, y subray¨® la importancia de incluir a las mujeres en la soluci¨®n de los conflictos y el papel fundamental que ¨¦stas desempe?an en la consolidaci¨®n de la paz. La resoluci¨®n 1325 se ha traducido a m¨¢s de 100 idiomas. Ocho a?os despu¨¦s, el Consejo de Seguridad reconoci¨®, en su resoluci¨®n 1820, que la violencia sexual constituye una cuesti¨®n de seguridad y exige, por tanto, una respuesta de seguridad. En 2009, el Consejo de Seguridad profundiz¨® el concepto de la rendici¨®n de cuentas con respecto a las mujeres y las ni?as en situaciones de conflicto armado mediante la aprobaci¨®n de las resoluciones 1888 y 1889, que fortalecen la protecci¨®n de la mujer y abordan el problema de su exclusi¨®n de las iniciativas de consolidaci¨®n de la paz despu¨¦s de los conflictos. El Consejo de Seguridad tambi¨¦n pidi¨® al Secretario General de las Naciones Unidas que nombrara a un Representante Especial que asumiera un liderazgo coherente y estrat¨¦gico para tratar la cuesti¨®n.

Todas estas resoluciones proveen un marco s¨®lido para propiciar la participaci¨®n de la mujer en la soluci¨®n de los conflictos y en el establecimiento y consolidaci¨®n de la paz, proteger su salud sexual y reproductiva, impedir la violencia en su contra en las situaciones de conflicto y protegerla en los casos en que sea v¨ªctima de actos de violencia. La campa?a "No m¨¢s violaciones: medidas de las Naciones Unidas para acabar con la violencia sexual en situaciones de conflicto" tambi¨¦n est¨¢ impulsando la adopci¨®n de medidas a este respecto. Asimismo, ha aumentado el n¨²mero de iniciativas comunitarias promovidas por la sociedad civil, las instituciones gubernamentales y otros asociados que se pronuncian contra la violencia ejercida contra las mujeres en situaciones de conflicto.

Me siento alentada por todas estas iniciativas pero soy consciente de la apremiante necesidad de hacer m¨¢s. Es necesario asignar una mayor prioridad a la lucha para poner fin a la violencia contra la mujer en todos los niveles, y esto incluye redoblar los esfuerzos para apoyar las intervenciones comunitarias. Se requiere un compromiso pol¨ªtico a¨²n m¨¢s s¨®lido y un aumento sustancial de los recursos. Hace m¨¢s de sesenta a?os, los fundadores de las Naciones Unidas reafirmaron su fe en "Nosotros los pueblos", en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres. Eliminar la violencia contra las mujeres es un paso crucial para alcanzar este objetivo. No es una cuesti¨®n que competa exclusivamente a las mujeres. Es una cuesti¨®n que compete a todos: los hombres y los ni?os, las familias, las comunidades. Se trata de un desaf¨ªo a la vez mundial y nacional. Convirtiendo lo usual en inusual, lo aceptable en inaceptable, la impunidad en justicia, el sufrimiento en apoyo, hemos de construir un mundo en que la violencia contra las mujeres sea cosa del pasado.


1 Burkina Faso, Chile, Fiji, Filipinas, Jamaica, Jordania, Kirguist¨¢n, el Paraguay, Rwanda y el Yemen.