10 octubre 2019

Una t¨®xica mezcla entre conflictos, inestabilidad regional y los efectos del cambio clim¨¢tico est¨¢ frenando los avances que hemos conseguido de cara a la erradicaci¨®n del hambre todo el mundo. A menos que nos comprometamos a retomar el buen camino, varios millones de personas m¨¢s pasar¨¢n hambre y los lugares a los que llaman hogar ser¨¢n todav¨ªa m¨¢s peligrosos.

Desde que me nombraron Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en abril del 2017, he viajado a los tres pa¨ªses y a la regi¨®n que m¨¢s peligro de hambruna corren: el noroeste de Nigeria, Somalia, Sud¨¢n del Sur y el Yemen. Estos lugares est¨¢n repletos de personas extremadamente hambrientas debido a los conflictos. Tambi¨¦n he visto a los refugiados rohiny¨¢ de Myanmar heridos. He hablado con la gente que huy¨® de los combates en Burkina Faso y con todos aquellos que est¨¢n desesperados por volver a sus peque?as granjas en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. He visitado zonas de Siria asoladas por la guerra a las que resulta dif¨ªcil llegar y he hablado con refugiados sirios en el L¨ªbano.

Las personas de todos estos lugares est¨¢n preocupadas por los alimentos, pero tambi¨¦n ans¨ªan desesperadamente la paz, un tipo de paz que les permita vivir unas vidas estables en las comunidades a las que siempre han llamado hogar. Su instinto les dice que la seguridad alimentaria conlleva menos tensiones comunitarias, menos extremismo violento y m¨¢s cooperaci¨®n mutua. Aunque las personas que pasan hambre no son necesariamente violentas, es evidente que el hambre persistente propicia el tipo de inestabilidad que da lugar a m¨¢s conflictos.

El n¨²mero de personas que padecen hambre cr¨®nica en todo el mundo alcanz¨® los 821 millones en 2018, una cifra que tan solo tres a?os antes se situaba en 777 millones de personas. Diez de las 13 mayores crisis de hambre en el mundo estuvieron provocadas por conflictos, y el 60 % de las personas que padecen inseguridad alimentaria viven en zonas de conflicto.[i] El hambre es el motor de las injusticias y las controversias persistentes sobre la tierra, el ganado y otros bienes.

Los pa¨ªses con los m¨¢ximos niveles de inseguridad alimentaria y de conflicto armado tambi¨¦n presentan las mayores cifras de migraci¨®n hacia el exterior de refugiados. Las investigaciones llevabas a cabo por el PMA muestran que por cada aumento del 1 % en los niveles de hambre, se produce un incremento de casi un 2 % en la migraci¨®n.[ii] Los refugiados y los solicitantes de asilo abandonan sus lugares de origen porque realmente creen que no tienen otra opci¨®n. La gran mayor¨ªa de sirios con los que hablamos para realizar nuestro estudio del 2017 ¡°Los Or¨ªgenes del ?xodo¡± afirmaron que quer¨ªan volver a Siria, siempre y cuando existiesen unas condiciones de seguridad y estabilidad en su hogar.[iii] Esto no es nada sorprendente. La gente quiere estar con sus familias en un entorno conocido, y muchas veces lo hacen asumiendo un gran riesgo para su propia seguridad. Sin embargo, tambi¨¦n puede haber un punto de inflexi¨®n. A mediados de 2015, cuando se produjeron los recortes en la asistencia humanitaria, en Europa las solicitudes de asilo mensuales procedentes de Siria aumentaron de 10.000 a 60.000. Este hecho, sumado al conflicto, motiv¨® a la gente a correr el riesgo de marcharse.

Los alimentos, entre otras formas de asistencia, ayudan a la gente a permanecer en sus pa¨ªses, a pesar de lo dif¨ªcil que sea ganarse la vida all¨ª y proporcionarles esperanza a sus hijos. La asistencia humanitaria realmente efectiva es aquella que tambi¨¦n aborda las causas profundas del conflicto e intenta volver a implicar a las personas en actividades econ¨®micas productivas.

Un lugar en el que estos trabajos est¨¢n dando frutos es el N¨ªger. All¨ª, el PMA se ha asociado con diversas organizaciones para ayudar a m¨¢s de 250.000 personas de aproximadamente 35 municipios o ciudades,[iv]a trav¨¦s de un enfoque multisectorial, y trabaja en estrecha colaboraci¨®n con las comunidades locales para fomentar la resiliencia y la estabilidad. Entre los ejemplos, destacan los proyectos de regeneraci¨®n de la tierra y de recogida de agua, los trabajos con grupos de mujeres para cultivar viveros y crear huertos comunitarios, los programas de alimentaci¨®n escolar y el uso de las compras locales por parte del PMA para ayudar a los mercados locales. Las investigaciones llevabas a cabo por el PMA y por entidades externas se?alan que la vegetaci¨®n terrestre aument¨® del 0 al 50 % y, en algunas zonas, hasta un 80 %.[v] La productividad agr¨ªcola se duplic¨® y, en algunos casos, lleg¨® a triplicarse (de 500?kg a 1.000/1.500?kg por hect¨¢rea). Despu¨¦s del primer a?o, observamos un aumento del 35 % en las tierras cultivadas por hogares muy pobres.

Tambi¨¦n observamos una mayor cohesi¨®n social y un futuro m¨¢s esperanzador. Los conflictos intercomunitarios permanecen inactivos porque, gracias al aumento del forraje y la vegetaci¨®n que se ha cultivado, los animales ya no invaden las tierras agr¨ªcolas. El 60 % de los miembros de los hogares muy pobres han reducido la migraci¨®n intensa a tres meses al a?o, mientras que el 10 % ha dejado de migrar por completo. Adem¨¢s, las mujeres ya no tienen que dejar atr¨¢s a sus hijos para salir a buscar forraje y le?a. En su lugar, participan en la econom¨ªa por s¨ª mismas y ayudan a garantizar que sus hijos asisten a la escuela.

Este tipo de iniciativas conjuntas y enfocadas fomentan unas condiciones que ayudan a las familias, las comunidades y las regiones a cuidar de ellas mismas. El trabajo empieza con los alimentos, porque nada puede ocurrir cuando todo el mundo est¨¢ hambriento, pero tambi¨¦n supone mejoras en las escuelas, el agua, las carreteras, la gobernanza y el apoyo a las comunidades de muchas otras formas.

Para realizar este trabajo, el PMA no est¨¢ solo. Para alcanzar el ¨¦xito, es fundamental la colaboraci¨®n entre los tres organismos de las Naciones Unidas con sede en Roma, cuyo mandato se centra en mitigar el hambre y desarrollar econom¨ªas basadas en la agricultura: el PMA, la Organizaci¨®n para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agr¨ªcola (FIDA). No paro de repetirle a mi equipo que, mientras podamos ser efectivos, nadie deber¨ªa preocuparse por qui¨¦n se lleva el m¨¦rito. Los responsables de los tres organismos han viajado dos veces a ?frica, una de ellas, en el verano de 2018, al N¨ªger para evaluar nuestros proyectos y programas.

Nuestros equipos saben que esperamos que los organismos trabajen de manera conjunta, junto con los gobiernos locales, y creo que esto est¨¢ dando sus frutos. Por ejemplo, para respaldar el desarrollo agr¨ªcola en el N¨ªger, el PMA ayuda a recuperar las tierras degradadas. La FAO y el FIDA colaboran con esta causa proporcionando mejores semillas, as¨ª como asesoramiento y capacitaci¨®n para ayudar a los agricultores a mejorar la producci¨®n.

Para los programas de comidas escolares del PMA, compramos los productos a los peque?os agricultores que han sido capacitados por la FAO a trav¨¦s de un programa del FIDA de respaldo de la cadena de valor. Estas colaboraciones ayudan a desarrollar y a diversificar la econom¨ªa agr¨ªcola en el N¨ªger, as¨ª como a mejorar la nutrici¨®n y la seguridad alimentaria.

El PMA quiere investigar m¨¢s sobre la manera en la que nuestras iniciativas contribuyen a la paz. Por este motivo, estamos trabajando con el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigaci¨®n de la Paz (SIPRI) con el objetivo de encontrar y desarrollar una base emp¨ªrica a trav¨¦s de estudios de caso en el campo. Existe gran cantidad de informaci¨®n sobre c¨®mo afectan los conflictos a la seguridad alimentaria, pero hay muy poca informaci¨®n sobre c¨®mo la inseguridad alimentaria puede impulsar los conflictos o c¨®mo la seguridad alimentaria puede contribuir a la creaci¨®n de unas sociedades m¨¢s pac¨ªficas.?

Evidentemente, las investigaciones son productivas, pero es importante recordar que este trabajo afecta a las vidas reales de personas reales, como Fazle, un hombre que conoc¨ª en el Pakist¨¢n el a?o pasado. Hac¨ªa ocho a?os que la guerra lo hab¨ªa obligado a ¨¦l, a su mujer y a sus cuatro hijos a abandonar su hogar y su granja. Todos ellos amaban su hogar, pero con todos los tiroteos y los grupos extremistas armados que exist¨ªan en su zona, Fazle y su familia se vieron obligados a irse. Siete a?os despu¨¦s, Fazle y su familia volvieron a su hogar y est¨¢n bien. Durante seis meses, recibieron ayuda alimentaria del PMA y del Gobierno del Pakist¨¢n, lo que permiti¨® a la familia reunir un colch¨®n que les permiti¨® entrar en un programa de la FAO que ayud¨® a Fazle a crear un vivero. Ahora, Fazle gana 130?d¨®lares al mes, cuatro veces m¨¢s de lo que cobraba antes. Fazle y su familia quieren vivir, trabajar y perseguir sus sue?os. La seguridad alimentaria fue el pilar sobre el que se construy¨® el resto de su nuevo comienzo. No solo se trata de salvar vidas, sino?de cambiarlas.

Notas

[1] Programa Mundial de Alimentos, hoja informativa ¡°Hunger and conflict¡± (junio de 2019). Disponible en .

[2] Programa Mundial de Alimentos, ¡°Los Or¨ªgenes del ?xodo: Inseguridad alimentaria, los conflictos y migraci¨®n internacional¡±, estudio del PMA, (mayo de 2017), p¨¢g. 6. Disponible en

°Ú3±Õ?±õ²ú¨ª»å±ð³¾.

[4] David Beasley, ¡°A path to peace and stability through food aid¡±, World Food Programme Insight, 16 de abril del 2018. Disponible en

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