19 noviembre 2021

Ya no vivimos en un mundo en el que se ve a los ni?os, pero no se les escucha. Nos acercamos lentamente a un nuevo a?o y debemos reflexionar sobre qu¨¦ podemos hacer para ofrecer un mejor apoyo a nuestros ni?os y a los hogares en los que viven. Adem¨¢s, hemos de analizar qu¨¦ se puede hacer para ayudar a la familia en su conjunto. Como resultado de la actual pandemia de COVID-19 y de otros factores, parece como si la frustraci¨®n de los progenitores se hubiera puesto a cocinar en un horno a 260??C y, despu¨¦s, dejado enfriar en un espacio con ni?os fren¨¦ticos que echan de menos el aire libre y sus juegos. En muchos hogares, esto ha sido cualquier cosa menos saludable. Surge la pregunta siguiente: ?c¨®mo podemos mejorar la receta de la felicidad y el bienestar de los ni?os? ?C¨®mo podemos contribuir a estimular su desarrollo social?

Por desgracia, no existe una ¨²nica respuesta, un modelo que resuelva todas las preguntas. En los diferentes pa¨ªses y sociedades existen preocupaciones distintas; aquello que puede funcionar en un pa¨ªs quiz¨¢ no sea v¨¢lido para todos. Un ingrediente est¨¢ndar que debiera ser imprescindible son las consultas. Estas deber¨ªan considerarse como la sal de nuestra receta, puesto que muchas pol¨ªticas y programas se crean con el ?sabor? incorrecto y no resultan excesivamente ¨²tiles.

Tras hablar con varios ni?os, he descubierto que no les preocupa tanto su propio bienestar como el cambio que han observado en sus progenitores durante la pandemia. Muchos ni?os dec¨ªan que les ve¨ªan beber m¨¢s de lo habitual, que nunca ten¨ªan tiempo para jugar y que a menudo parec¨ªan perdidos, aturdidos, incluso lloraban, se enojaban por la menor molestia y dorm¨ªan sin parar. No cabe duda de que muchos ni?os echan en falta la diversi¨®n de intercambiar sus almuerzos y de comer en el aula, correr en el recreo y todas las bellas experiencias asociadas al hecho de ir a la escuela y recuperar una rutina ?normal?. Sin embargo, todav¨ªa echan m¨¢s de menos ver felices a sus progenitores y disfrutar con ellos de un tiempo de calidad. El teletrabajo ha transformado los hogares en edificios aburridos con paredes pintadas y progenitores frustrados que se han convertido en vigilantes, que ahora no solo tienen que ayudar a los ni?os con sus deberes escolares sino adem¨¢s explicarles las lecciones para complementar el aprendizaje a distancia. Adem¨¢s, muchos padres y madres han perdido sus empleos o a seres queridos y se ven obligados a soportar la carga adicional que impone la pandemia sobre sus mentes. Estos factores han tensionado la relaci¨®n entre los progenitores y sus hijos y, en muchos casos, han causado divisi¨®n en las familias.

Esto me lleva al segundo ingrediente: la inversi¨®n en programas para progenitores y ni?os. Las organizaciones involucradas suelen crear programas aislados que consideran a los ni?os y sus necesidades de forma individual. Se ha avanzado en la elaboraci¨®n de manuales de crianza, pero se necesita una mayor cantidad de programas centrados en los progenitores y los hijos que ayuden a reconstruir las relaciones perdidas. Ya antes de la pandemia hab¨ªa muchos factores que contribu¨ªan a abrir brechas entre los progenitores y sus hijos, pero en la actualidad, debido a que los miembros de la familia pasan un tiempo excesivo conviviendo en el hogar, la situaci¨®n ha empeorado.

Dados todos los retos que ha creado la pandemia de COVID-19, debemos reconocer y centrarnos en la necesidad de fortalecer y reparar las relaciones familiares. Necesitamos desarrollar programas dirigidos a ayudar a los ni?os y sus progenitores a comprenderse mejor y a construir relaciones fruct¨ªferas y saludables.

A menudo nos centramos en exceso en programas que ayuden a los j¨®venes a hacer frente a las dificultades de la vida, pero los ni?os pueden requerir ayuda externa para abordar sus problemas en sus hogares y sus relaciones familiares. Permita que esta idea madure en usted: el hogar es el primer espacio de educaci¨®n y socializaci¨®n de un ni?o, un lugar que puede ser beneficioso o perjudicial para su salud mental. Cuando un ni?o sale al mundo exterior, lo ideal es que sus progenitores le hayan puesto ya ejemplos de c¨®mo amar, comunicarse y enfrentarse a los conflictos. Teniendo esto presente, la comunidad internacional deber¨ªa tener la prioridad de promover relaciones y entornos familiares saludables, puesto que los beneficios de tales relaciones tienen un efecto en cascada positivo en la salud mental, la educaci¨®n y el desarrollo social de los ni?os.

Los pasos que demos deber¨ªan perseguir el objetivo de apoyar a las unidades familiares. Celebremos consultas con progenitores y ni?os para determinar qu¨¦ herramientas necesitan para restaurar sus relaciones y fortalecerlas. Creemos di¨¢logos honestos y amables que nos permitan llegar al fondo de las cuestiones y arreglar las relaciones familiares tensionadas o rotas. Necesitamos hogares m¨¢s fuertes. ?Nos lo piden nuestros hijos!
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