Cuando recibieron los primeros informes sobre el brote de coronavirus, los l¨ªderes de la Primera Naci¨®n Pasqua, situada en la parte occidental del Canad¨¢, empezaron a preocuparse por lo que podr¨ªa suceder si la enfermedad se propagaba en su comunidad. A principios de enero, comenzaron a prepararse para lo peor. Hace poco, el Jefe de la tribu Pasqua, Todd Peigan, me explic¨® que, gracias a estos preparativos tempranos, su Primera Naci¨®n logr¨® establecer su propio sistema de distribuci¨®n de emergencia que, actualmente, reparte cestas de alimentos a los Ancianos y a otras personas de manera que se puedan quedar a salvo en sus casas.
Este inspirador ejemplo de c¨®mo se han movilizado los pueblos ind¨ªgenas en el Canad¨¢ para dar respuesta a la crisis mundial de la COVID-19 es solo uno de muchos. Los expertos ind¨ªgenas han adaptado la informaci¨®n sobre salud p¨²blica para conseguir que resulte m¨¢s accesible para nuestra gente. El Morning Star Lodge, un laboratorio ind¨ªgena de investigaci¨®n sobre salud, ha traducido carteles y fichas t¨¦cnicas a algunas de las lenguas ind¨ªgenas de uso m¨¢s generalizado. Algunas de las Primeras Naciones han elaborado sus propios protocolos para acceder a sus tierras y comunidades con el fin de evitar la propagaci¨®n de la enfermedad.
Estoy orgulloso de estas iniciativas que mis hermanos y hermanas ind¨ªgenas han llevado a cabo para tratar de contener la propagaci¨®n de los contagios en nuestras comunidades. En mi lengua ind¨ªgena, el cr¨ª, solemos decir ¡°n¨©s¨hkam¨¡towin w¨¡hiyaw it¨ht¨¥makan¡±, que significa que ¡°ayudarnos los unos a los otros tiene un largo recorrido¡±. Soy consciente de que, en el fondo, la previsi¨®n, la creatividad y el liderazgo de los pueblos ind¨ªgenas en todo el mundo ser¨¢ clave para superar la crisis actual, as¨ª como para que la reconstrucci¨®n se lleve a cabo de manera que nos vuelva m¨¢s fuertes y resilientes.
Sin embargo, no debemos subestimar la magnitud de este desaf¨ªo ni la gravedad de los riesgos a los que se enfrentan los pueblos ind¨ªgenas en todo el mundo.
Los virus no discriminan, pero los Gobiernos, las instituciones y los sistemas sociales, s¨ª lo hacen. Las enfermedades infecciosas como la COVID-19 recorren los canales abiertos a lo largo de varios siglos de prejuicios y desigualdades. Los miembros m¨¢s marginados de la sociedad son aquellos que tienen menor capacidad para tomar precauciones y evitar el contagio, quienes tienen un acceso limitado a una atenci¨®n de salud adecuada cuando se enferman y quienes tienen m¨¢s probabilidades de ser estigmatizados y condenados por ello.
Todo esto resulta especialmente aplicable a los pueblos ind¨ªgenas.
Debido al colonialismo y a todas las formas en que los pueblos ind¨ªgenas han sido apartados, marginados y empobrecidos, las pandemias como la de COVID-19 suponen una amenaza enormemente desproporcionada para nuestra salud y nuestro bienestar. Es m¨¢s, los mismos patrones de racismo y discriminaci¨®n que situaron a los pueblos ind¨ªgenas en una situaci¨®n de mayor riesgo tambi¨¦n provocaron que resultase m¨¢s dif¨ªcil para los gobiernos y las instituciones ind¨ªgenas mantener a nuestra gente a salvo.
Esta es la cruda realidad a la que se enfrentan los pueblos ind¨ªgenas en todas las regiones del mundo. Esto tambi¨¦n sucede en el Canad¨¢, a pesar de la alta calidad de vida de la que disfruta la mayor¨ªa de habitantes de este pa¨ªs y de un sistema nacional de atenci¨®n de salud por lo general s¨®lido que es la envidia de muchos.
Junto con otros l¨ªderes, he estado transmitiendo el mensaje de que un lavado de manos frecuente y exhaustivo constituye una defensa de primera l¨ªnea frente a las infecciones. Sin embargo, tras varios decenios de abandono y de una financiaci¨®n insuficiente por parte del Estado, muchas de las Primeras Naciones del Canad¨¢ no tienen un acceso fiable al agua segura y limpia necesaria para algo tan b¨¢sico como lavarse las manos. Y esto es algo que, para la mayor¨ªa de los dem¨¢s canadienses, resultar¨ªa inimaginable.
De manera similar, el persistente problema de superpoblaci¨®n de las viviendas suministradas por el Gobierno que existe en muchas comunidades de las Primeras Naciones plantea unas dificultades ¨²nicas para las familias que, en estos momentos, est¨¢n confinadas en sus hogares. Siendo realistas, poco distanciamiento f¨ªsico real puede haber en las condiciones desesperadas en las que muchas familias grandes y ampliadas se ven obligadas a vivir.
Los factores de este tipo ya han generado problemas de salud graves y persistentes entre las Primeras Naciones del Canad¨¢. Sin embargo, a pesar de nuestras necesidades urgentes, el acceso a los servicios m¨¦dicos suele ser insignificante o inexistente. En muchas de nuestras comunidades, el m¨¦dico m¨¢s cercano se encuentra a un largo trayecto en coche, o incluso en avi¨®n, de distancia.
El respeto por el derecho natural que tienen los pueblos ind¨ªgenas a formar parte de todas las decisiones que afectan a nuestras vidas y futuros se encuentra en la base de toda acci¨®n fundamentada y efectiva.
En su favor hay que decir que la respuesta del Canad¨¢ a la crisis actual ha incluido unos nuevos recursos que son muy bien recibidos para ayudar a abordar las necesidades espec¨ªficas de los pueblos ind¨ªgenas. Aunque es necesario hacer mucho m¨¢s, es un buen punto de partida. Instar¨ªa a todos los gobiernos del mundo a que reconociesen el contexto ¨²nico y las diversas necesidades de los pueblos ind¨ªgenas y a que trabajasen con ellos para garantizar que dispongan de los recursos necesarios para proteger a sus comunidades.
En estos momentos, una comunicaci¨®n clara, las alianzas y la colaboraci¨®n son m¨¢s importantes que nunca. Existen buenos motivos para que las consultas y el consentimiento constituyan elementos b¨¢sicos de la Declaraci¨®n de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Ind¨ªgenas. El respeto por el derecho natural que tienen los pueblos ind¨ªgenas a formar parte de todas las decisiones que afectan a nuestras vidas y futuros se encuentra en la base de toda acci¨®n fundamentada y efectiva.
Un aspecto de la inclusi¨®n que resulta particularmente importante es la garant¨ªa de que las voces y perspectivas de las mujeres ind¨ªgenas sean primordiales a la hora de dise?ar y aplicar las respuestas a la pandemia. Todos sabemos qui¨¦nes soportan la mayor carga de cuidar a nuestras familias en ¨¦pocas de crisis. Del mismo modo que honramos a los cuidadores en la primera l¨ªnea de los hospitales y los dispensarios, tambi¨¦n debemos honrar a los cuidadores que se encuentran a la cabeza de nuestras comunidades. Y, lo que es m¨¢s importante, debemos escucharlos.
Mientras digo esto, soy consciente de que cada vez existen m¨¢s pruebas de que las ¨®rdenes de confinamiento a largo plazo generan mayor estr¨¦s y violencia dom¨¦stica contra las mujeres. Estas preocupaciones adquieren una urgencia incluso mayor en el caso de las comunidades ind¨ªgenas, dado que, en el Canad¨¢, as¨ª como en muchos otros lugares del mundo, las mujeres ind¨ªgenas ya se enfrentan a unos niveles de violencia considerablemente superiores. Esta violencia se encuentra enraizada en el historial de destrucci¨®n y de deshumanizaci¨®n de nuestras hermanas ind¨ªgenas durante el colonialismo, as¨ª como en las graves tensiones sociales que afectan a nuestras comunidades. No debemos permitir que la crisis actual convierta una situaci¨®n ya de por s¨ª terrible en una mucho peor.
Los estados y los pueblos ind¨ªgenas tambi¨¦n deben ser capaces de colaborar con el fin de informarse correctamente. Cuando los pueblos ind¨ªgenas se encuentran en minor¨ªa, nuestras experiencias y necesidades espec¨ªficas suelen volverse invisibles. Debemos trabajar juntos para garantizar que las respuestas a la COVID-19 se sustenten en la mejor informaci¨®n posible. De este modo, es necesario reunir y analizar los datos sobre las poblaciones ind¨ªgenas con la participaci¨®n activa de los pueblos ind¨ªgenas, de manera que dichos datos se puedan utilizar para fundamentar las medidas de prevenci¨®n y abordar las necesidades de tratamiento m¨¦dico.
Estoy completamente de acuerdo con el Secretario General de las Naciones Unidas, Ant¨®nio Guterres, quien afirm¨® que ¡°si respetamos los derechos humanos en estos momentos de crisis, construiremos soluciones m¨¢s efectivas e inclusivas para la emergencia de hoy y la recuperaci¨®n de ma?ana¡±. Por suerte, el marco para conseguirlo ya se ha establecido a trav¨¦s de dos instrumentos de consenso mundial.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible compromete a los Estados a ¡°no dejar a nadie atr¨¢s¡± y a ¡°llegar primero a los m¨¢s rezagados¡±. La Declaraci¨®n de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Ind¨ªgenas nos dice c¨®mo podemos conseguirlo. Esta Declaraci¨®n reafirma el derecho a la libre determinaci¨®n de los pueblos ind¨ªgenas; exige a los Estados que nos apoyen a la hora de emprender nuestros propios caminos para alcanzar la salud y el bienestar; e insta a adoptar medidas especiales adicionales para proteger los derechos de las mujeres ind¨ªgenas, los Ancianos y otros miembros de nuestra comunidad que se encuentran en m¨¢ximo riesgo.
Hoy en d¨ªa resulta m¨¢s importante que nunca defender y cumplir estas promesas.
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