La protecci¨®n de los derechos de los reclusos nunca fue una tarea f¨¢cil. La Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos de 1948 no hac¨ªa referencia espec¨ªfica a los reclusos, aunque los derechos que expon¨ªa (con la inclusi¨®n de la prohibici¨®n de tortura, el derecho a un juicio imparcial y la presunci¨®n de inocencia) les afectaban de manera impl¨ªcita. Siete a?os despu¨¦s, en 1955, el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevenci¨®n del Delito y Tratamiento del Delincuente aprob¨® las Reglas M¨ªnimas para el Tratamiento de los Reclusos. Se trataba de un punto de partida importante y, en 2015, la Asamblea adopt¨® normas ampliadas, conocidas como las ?Reglas Nelson Mandela?, en honor al que probablemente sea el recluso m¨¢s conocido del siglo XX.? ?
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) fue el organismo encargado del proceso de revisi¨®n. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) se asegur¨® de que las reglas revisadas reflejaran los est¨¢ndares en materia de derechos humanos adoptados desde 1950. Como resultado, las Reglas Mandela proporcionaron directrices a los Estados para proteger los derechos de las personas privadas de libertad, desde reclusos en detenci¨®n preventiva hasta reclusos condenados.??
Las Reglas se basan en la obligaci¨®n de tratar a todos los reclusos con respeto hacia su dignidad inherente y valor como seres humanos, as¨ª como en la prohibici¨®n de la tortura y de cualquier otra forma de maltrato. Asimismo, ofrecen una visi¨®n detallada de una gran?variedad de problemas, que abarcan desde medidas disciplinarias hasta servicios sanitarios. Por ejemplo, proh¨ªben la reducci¨®n de alimentos y agua al recluso, as¨ª como el uso de medios coercitivos que resulten, por su naturaleza, denigrantes o dolorosos, como cadenas o grilletes.?
Las Reglas restringen el uso del r¨¦gimen de aislamiento como medida de ¨²ltimo recurso, que deber¨¢ utilizarse ¨²nicamente en situaciones excepcionales. Mandela consideraba el r¨¦gimen de aislamiento como ?el aspecto m¨¢s prohibitivo de la vida en prisi¨®n. No hab¨ªa principio ni final, se trataba ¨²nicamente la mente de uno mismo, que pod¨ªa jugar malas pasadas?.??
En la prisi¨®n Robben Island, en Sud¨¢frica, Mandela encabez¨® un movimiento de desobediencia civil que condujo a una mejora de las condiciones de los presos. Su autobiograf¨ªa,?Long Walk to Freedom,?describe el modo en que se mejor¨® la alimentaci¨®n, se sustituyeron los pantalones cortos por largos, se permitieron los peri¨®dicos y se ces¨® el trabajo manual.?
Las Reglas Nelson Mandela ponen de manifiesto que la prestaci¨®n de atenci¨®n m¨¦dica a los reclusos es responsabilidad del Estado y que la relaci¨®n entre los profesionales del sector sanitario y los reclusos se rige?por los mismos est¨¢ndares ¨¦ticos y profesionales que los que se apliquen a los pacientes de la comunidad. Adem¨¢s, las Reglas obligan a los servicios sanitarios a evaluar y atender la salud mental y f¨ªsica de los reclusos, incluidos aquellos con necesidades especiales.?
Los requisitos m¨ªnimos incluidos en las Reglas Nelson Mandela adquieren m¨¢s importancia hoy que nunca. Aunque las tasas de delincuencia est¨¦n disminuyendo en?varias partes del mundo, la poblaci¨®n reclusa sigue aumentando. Se estima que hay m¨¢s de diez millones de reclusos en todo el mundo, sin incluir a las personas detenidas por la polic¨ªa o en otro tipo de detenci¨®n administrativa donde no se toma una decisi¨®n formal sobre la acusaci¨®n o el enjuiciamiento. Asimismo, el n¨²mero de personas condenadas a cadena perpetua ha aumentado en un 84?% durante los a?os transcurridos entre el 2000 y el 2014. Las tendencias globales tienden a no mostrar ning¨²n declive en la violencia en prisi¨®n a escala mundial, con escasas garant¨ªas de un entorno seguro para la mayor¨ªa de los reclusos.?
Consciente de estas preocupaciones y al amparo de las Reglas Nelson Mandela, el ACNUDH lucha por garantizar la protecci¨®n de los derechos humanos de las personas privadas de libertad. En 2018, por ejemplo, realiz¨® m¨¢s de 2000?visitas a centros de detenci¨®n. Mediante visitas de inspecci¨®n y programas de asistencia, prestamos nuestra ayuda a los Estados en sus esfuerzos por mejorar las condiciones en prisi¨®n. El a?o pasado, tras realizar 121?visitas de inspecci¨®n a prisiones de Yemen, en?colaboraci¨®n con organismos humanitarios, nos aseguramos de que los pabellones para mujeres y menores en una prisi¨®n recibieran un sistema de energ¨ªa solar, productos alimenticios, mantas y filtros de agua. En el territorio palestino ocupado, las visitas habituales de oficiales de derechos humanos a centros de detenci¨®n e interrogatorios desde 2011 han contribuido a un descenso en los casos de maltrato.??
Las Naciones Unidas tambi¨¦n se han servido de las visitas a prisiones para supervisar y mejorar las condiciones de las detenciones de casos individuales conocidos en Colombia y en otros pa¨ªses. Esto ha propiciado, en determinadas situaciones, un aumento en las visitas del personal m¨¦dico de prisi¨®n, una provisi¨®n oportuna de los medicamentos?y el acceso a defensa legal.?
El ACNUDH presta una especial atenci¨®n a la importancia de disponer de estancias adecuadas, de acuerdo con las Reglas Mandela. A trav¨¦s de su programa de apoyo a la reforma penitenciaria en Camboya, por ejemplo, iniciamos una asistencia de car¨¢cter t¨¦cnico para construir ventanas en las celdas, instalar sistemas de ventilaci¨®n mediante extractores de calor, levantar barreras internas que crearan zonas para que los reclusos accedieran al exterior y mejorar la sanidad y el acceso a agua potable.??
Con respecto a los derechos de sanidad y educaci¨®n de los reclusos, las Naciones Unidas han contribuido al equipamiento de casi un 90?% de los hospitales provinciales de referencia en Camboya, con salas seguras que facilitan la hospitalizaci¨®n de los reclusos enfermos y que, por tanto, les?permiten recibir asistencia sin estar detenidos. El ACNUDH tambi¨¦n ha cooperado con las autoridades locales para mejorar la educaci¨®n de las personas privadas de libertad con la inclusi¨®n del acceso a libros y conectando las prisiones con oportunidades de formaci¨®n profesional.?
La implementaci¨®n de las Reglas Nelson Mandela tambi¨¦n requiere de la prestaci¨®n de asistencia y asesoramiento en materia jur¨ªdica a los Estados y a los reclusos por igual. En Madagascar, las actividades de defensa se tradujeron en la ratificaci¨®n del Protocolo Facultativo de la Convenci¨®n contra la Tortura de 2017. Se trata de un hito considerable, puesto que el Protocolo exige que expertos de las Naciones Unidas visiten las prisiones para mejorar las condiciones y evitar el maltrato.??
La defensa de la absoluta prohibici¨®n de tortura nos ha llevado a colaborar con otros asociados en una iniciativa que aboga por el desarrollo de un conjunto de principios y por garant¨ªas con relaci¨®n a los m¨¦todos de ?interrogatorios de investigaci¨®n no coercitivos??por parte de la polic¨ªa y otras fuerzas del orden. Es un hecho ampliamente reconocido que el uso de la tortura para obtener informaci¨®n es tanto inmoral como ilegal. Lo que no se comprende tanto, a pesar de la gran cantidad de pruebas, es que dichos m¨¦todos tampoco resultan eficaces y que, de hecho, son contraproducentes por la simple raz¨®n de que las personas sometidas a torturas se ven obligadas a realizar cualquier declaraci¨®n con tal de detener el dolor y la humillaci¨®n y, por tanto, suelen proporcionar informaci¨®n completamente falsa a los encargados del interrogatorio. Esto?no solo puede desacreditar la totalidad de procesos judiciales y policiales del pa¨ªs en cuesti¨®n, sino que tambi¨¦n puede conllevar la condena de las personas equivocadas. La iniciativa que se est¨¢ tratando se ha dise?ado para involucrar al m¨¢ximo personal de fuerzas del orden como sea posible en el proceso para aumentar la concienciaci¨®n sobre la absoluta ineficacia de los interrogatorios coercitivos.??
Tal y como se refleja en algunos de los ejemplos anteriores, las Naciones Unidas contin¨²an honrando el legado de Nelson Mandela al trabajar estrechamente con los Estados y la sociedad civil en aras de proteger los derechos humanos de las personas privadas de libertad. Adem¨¢s, cabe destacar que estamos colaborando con personas privadas de libertad para defender su dignidad.??
Como dice el dicho, ?el grado de civilizaci¨®n de una sociedad se mide por el trato a sus presos?. Nelson Mandela estaba claramente de acuerdo. Como ¨¦l mismo sol¨ªa decir, ?nadie conoce realmente c¨®mo es una naci¨®n hasta haber estado en una de sus c¨¢rceles. Una naci¨®n no debe juzgarse por c¨®mo trata a sus ciudadanos con mejor posici¨®n, sino por c¨®mo trata a los que tienen poco o nada?. Las Reglas adoptadas en su nombre se han convertido en el prototipo a escala mundial que siguen los Gobiernos para demostrar su desempe?o. El hecho de que las Reglas se hayan adoptado tan ampliamente es motivo de esperanza. Pero, para materializar la noble visi¨®n de Mandela as¨ª como el esp¨ªritu y el mensaje de las Reglas, se?necesita valor, compromiso y toda forma de participaci¨®n por parte de los Gobiernos.?
Cr¨®nica ONU no constituye un registro oficial. Las opiniones expresadas por autores individuales, as¨ª como las fronteras y los nombres mostrados en las designaciones utilizadas en los mapas o en los art¨ªculos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci¨®n de car¨¢cter oficial por parte de las Naciones Unidas.?
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La Cr¨®nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as¨ª como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art¨ªculos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci¨®n por parte de las Naciones Unidas.?