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La resistencia a la discriminaci¨®n se remonta al origen del concepto de los derechos humanos. El rechazo a la diferenciaci¨®n de las personas en funci¨®n de su origen nacional, ¨¦tnico o social, religi¨®n y sexo, como tambi¨¦n la resistencia a la esclavitud, fue lo que caracteriz¨® la historia de los derechos humanos. Desde la creaci¨®n de las Naciones Unidas, la comunidad internacional adopt¨® un marco integral para erradicar la discriminaci¨®n racial, desde la Convenci¨®n Internacional sobre la Eliminaci¨®n de todas las Formas de Discriminaci¨®n Racial de 1965 hasta la Declaraci¨®n y Programa de Acci¨®n de Durban de 2001. Dicho marco expresa claramente el programa com¨²n para la aplicaci¨®n de los dos principios paralelos de igualdad y no discriminaci¨®n.

En 2001, la comunidad internacional organiz¨® en Durban (Sud¨¢frica) la Tercera Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminaci¨®n Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia para responder a la aparici¨®n y la persistencia de la discriminaci¨®n en sus formas y manifestaciones contempor¨¢neas m¨¢s sutiles. Los participantes destacaron la profundidad hist¨®rica y cultural del racismo, y reconocieron las principales causas hist¨®ricas de la discriminaci¨®n racial. Evaluaron y estudiaron maneras de abordar las formas incipientes y contempor¨¢neas del racismo, y se mostraron de acuerdo en que era necesario disponer de planes de acci¨®n nacionales, legislaciones nacionales m¨¢s severas y m¨¢s asistencia letrada para las v¨ªctimas de discriminaci¨®n racial. Adem¨¢s, se subray¨® la importancia de disponer de recursos apropiados y medidas de acci¨®n afirmativa para las v¨ªctimas, y se plante¨® una amplia variedad de medidas educativas y de sensibilizaci¨®n. Tambi¨¦n se previeron medidas para asegurar la igualdad en el empleo, la atenci¨®n de la salud y el medio ambiente, junto con acciones para contrarrestar el racismo en los medios de difusi¨®n, incluida Internet. Todos estos elementos se incluyeron en una Declaraci¨®n y Programa de Acci¨®n global y orientado a la acci¨®n que ofrece a la comunidad internacional una v¨ªa genuina para combatir la discriminaci¨®n y un marco para el progreso.

Sin embargo, a pesar de disponer de un buen marco jur¨ªdico y buenas directrices, la comunidad internacional est¨¢ lejos de vencer el mal del racismo, el cual extiende sus tent¨¢culos de forma sutil y despiadada. Hay gran cantidad de informaci¨®n que documenta la lamentable ineficacia de las normas y los programas internacionales. Los datos que indican que hay un exceso de personas de ascendencia africana, minor¨ªas ¨¦tnicas y religiosas e ind¨ªgenas entre los detenidos y la poblaci¨®n penitenciaria y entre los casos de muerte durante la detenci¨®n, son alguna muestra de sus efectos limitados.

Observamos con verdadera preocupaci¨®n que la polic¨ªa, los fiscales y la judicatura son a menudo demasiado lentos en investigar y castigar los actos de discriminaci¨®n racial, lo cual da lugar a la impunidad total o parcial de los autores. Tambi¨¦n somos conscientes de que muchas veces no hay recursos accesibles para que las v¨ªctimas obtengan compensaci¨®n y se restituyan sus derechos. Si bien el derecho a la educaci¨®n se reconoce universalmente, los ni?os ind¨ªgenas, particularmente las ni?as, no tienen acceso adecuado a ella. Las comunidades minoritarias son objeto de abusos en muchas partes del mundo y est¨¢n cada vez m¨¢s expuestas a medidas equivocadas de lucha contra el terrorismo. Las m¨²ltiples dimensiones de la discriminaci¨®n, que abarcan motivos como el sexo, la raza y la religi¨®n, tambi¨¦n tienen efectos devastadores en los derechos de los migrantes. La interacci¨®n de los distintos motivos de discriminaci¨®n genera modelos de exclusi¨®n, desventajas y abusos relacionados entre s¨ª, que afectan a todas las esferas de la vida p¨²blica, desde las condiciones en el lugar de trabajo hasta el acceso a los servicios sociales, la justicia, la educaci¨®n, la vivienda, la atenci¨®n de la salud y la participaci¨®n en los procesos de adopci¨®n de decisiones.

Todas esas cuestiones se fundamentan en una desconfianza arraigada hacia lo diferente. La discriminaci¨®n, la exclusi¨®n y la desigualdad reflejan identidades e intereses estructurados socialmente que, seg¨²n las circunstancias, se basan en aspectos como el sexo, la raza, el color, el idioma, la religi¨®n, la opini¨®n pol¨ªtica o de otra ¨ªndole, el origen nacional o social, la propiedad, el nacimiento u otra condici¨®n. ?stos siguen desencadenando todo tipo de prejuicios. El racismo y las opiniones xen¨®fobas est¨¢n muy cerca de adquirir legitimidad y vigor renovados cuando se invocan para apoyar plataformas pol¨ªticas reaccionarias dirigidas a enardecer a la opini¨®n p¨²blica en contra de los migrantes, los que buscan asilo y las?minor¨ªas.

El Relator Especial sobre las formas contempor¨¢neas de racismo, discriminaci¨®n racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia determin¨® que una causa importante del resurgimiento de la violencia racista y xen¨®foba era la resistencia intelectual y pol¨ªtica al multiculturalismo y su conflicto con identidades nacionales antiguas. Este rechazo a la diversidad es un factor importante en el aumento del racismo y la xenofobia, y se manifiesta cada vez m¨¢s con la intolerancia, e incluso la represi¨®n, de los s¨ªmbolos y expresiones culturales que revelan la identidad de diversas comunidades ¨¦tnicas, culturales y religiosas. El resurgimiento del antisemitismo y la ret¨®rica antiisl¨¢mica es motivo de especial preocupaci¨®n.

Para erradicar esas pr¨¢cticas detestables, es imperativo corregir los desequilibrios que afectan a grupos marginados y vulnerables con intervenciones amplias, que enfrenten los m¨²ltiples aspectos que caracterizan la exclusi¨®n, y con reformas de la administraci¨®n de justicia para acabar con las desigualdades. La exclusi¨®n social, en su sentido amplio, puede definirse como la incapacidad de una persona para participar en la base pol¨ªtica, social y econ¨®mica de la sociedad en que vive. En el centro de todos esos aspectos se halla el problema de la pobreza, que encierra a millones de personas en un ciclo de persistente exclusi¨®n y marginaci¨®n.

Es necesario establecer urgentemente formas de facilitar la inclusi¨®n de grupos marginados en todos los aspectos pol¨ªticos, econ¨®micos, sociales y culturales de la sociedad con el fin de lograr la realizaci¨®n de los derechos humanos, como se establece en la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos y otros instrumentos internacionales de derechos humanos. Un enfoque basado en los derechos es la estrategia hacia el logro de la inclusi¨®n social plena. Los principios de los derechos humanos gu¨ªan la programaci¨®n en todos los sectores, desde la salud, la educaci¨®n y la gobernanza, hasta la nutrici¨®n, el agua y el saneamiento, el VIH/SIDA, el empleo y las relaciones laborales, y la seguridad social y econ¨®mica. Las pol¨ªticas de inclusi¨®n social repercuten directamente en el bienestar de las personas y deber¨ªan desempe?ar un papel decisivo en la reducci¨®n de la pobreza, la promoci¨®n del crecimiento y el fomento de la estabilidad y la cohesi¨®n sociales. El estigma y la discriminaci¨®n deben contrarrestarse con leyes y medidas de acci¨®n afirmativas. En primer lugar, es esencial tener marcos jur¨ªdicos contra la discriminaci¨®n, pero tambi¨¦n es importante asegurar la aplicaci¨®n de esos instrumentos y el conocimiento de su existencia. En segundo lugar, y tal vez lo m¨¢s importante, est¨¢n las medidas para aumentar la participaci¨®n y el peso pol¨ªtico de los grupos excluidos en el programa nacional, con el fin de combatir estereotipos y prejuicios, y promover la solidaridad, la cohesi¨®n social y una cultura de tolerancia y aceptaci¨®n de la?diversidad.

Tambi¨¦n es importante combatir todas las formas de intolerancia celebrando la diversidad y las diferencias que enriquecen a la especie humana. Pero debemos trabajar para reducir las diferencias que han sido impuestas en vez de elegidas, que hablan de privaci¨®n en vez de satisfacci¨®n, y que alimentan el discurso xen¨®fobo sobre el m¨¦rito relativo de las personas basado en atributos estereotipados vinculados a su raza, religi¨®n u origen ¨¦tnico. Sobre todo, debemos asegurar que no se conceda ninguna legitimidad a la ret¨®rica racista. Al promover la tolerancia y un mejor entendimiento entre las comunidades y dentro de ellas, el conocimiento nos aleja de la arbitrariedad y el prejuicio y nos permite respetar y apreciar otras culturas, religiones y tradiciones. La educaci¨®n es sobre todo el mejor instrumento de empoderamiento, y deber¨ªamos asegurarnos de que todo su potencial est¨¦ al alcance de los que pueden ser objeto de intolerancia violenta, en parte debido a su?impotencia.

Otras medidas similares de empoderamiento requieren medidas espec¨ªficas a nivel local y a veces incluso a nivel comunitario. La protecci¨®n de todas las minor¨ªas y los derechos de los pueblos ind¨ªgenas, los migrantes y los refugiados son especialmente importantes en este contexto. El acceso a la justicia es vital. Las instituciones del Estado, incluida la administraci¨®n de justicia, deben prestar atenci¨®n especial a sus propias ideas estereotipadas y deben cuestionar algunas de sus pr¨¢cticas, que podr¨ªan ser discriminatorias, incluso cuando no tengan intenci¨®n discriminatoria. Necesitamos un enfoque com¨²n para erradicar la discriminaci¨®n racial y necesitamos un programa com¨²n. Afortunadamente, tenemos uno: la Declaraci¨®n y Programa de Acci¨®n de Durban no s¨®lo registra el compromiso solemne de los Estados de trabajar de consuno, sino que tambi¨¦n ofrece un programa funcional com¨²n contra el racismo.

Los Estados Miembros tienen la responsabilidad principal de asegurar el ejercicio efectivo del derecho a la igualdad y la no discriminaci¨®n. Su participaci¨®n en la elaboraci¨®n del programa de lucha contra la discriminaci¨®n establecido por la Conferencia Mundial de 2001 gener¨® expectativas que s¨®lo pueden cumplirse mediante una acci¨®n determinada y cooperativa. El verdadero ¨¦xito de la Conferencia debe medirse con la ejecuci¨®n de la Declaraci¨®n y Programa de Acci¨®n de Durban. Para evaluar dicho progreso, las Naciones Unidas han pedido que se celebre una Conferencia de Examen de Durban, que tendr¨¢ lugar en 2009.

La Conferencia de Examen deber¨ªa ser una plataforma que ofrezca a todas las partes interesadas, desde los Estados Miembros hasta las organizaciones de la sociedad civil, las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y regionales, la oportunidad de renovar su determinaci¨®n y sus compromisos para luchar contra el flagelo del racismo, la discriminaci¨®n racial, la xenofobia y la intolerancia. Deber¨ªa ser un foro de reflexi¨®n sobre las acciones que habr¨ªa que emprender para ejecutar eficazmente el programa de lucha contra la discriminaci¨®n. Tambi¨¦n deber¨ªa ser una oportunidad para que la comunidad internacional detecte y trate de resolver, una a una, las razones por las que, a pesar de la existencia de buenos programas y leyes, no hayamos progresado considerablemente en la erradicaci¨®n de las pr¨¢cticas generadas por la intolerancia racial, y adopte soluciones concretas y pr¨¢cticas del problema.