En diciembre de 2013, la Comisión de Inversiones en Salud (CIH, por sus siglas en inglés), un grupo internacional de 25?expertos en economía y salud global, publicó su informe?. El informe exponía un plan ambicioso, pero viable, en favor de los pobres para transformar la salud global hasta 2035 mediante la reducción de las muertes evitables debidas a infecciones y enfermedades maternas e infantiles, haciendo frente al aumento global de las enfermedades no transmisibles y logrando una cobertura sanitaria universal.?
La Comisión sostuvo que el plan tenía que incluir preparación ante pandemias. "Está aumentado la preocupación", afirmó la CIH, "respecto a la posibilidad de que el mundo se enfrente pronto a una pandemia global especialmente mortífera, similar a la pandemia de gripe de 1918, que afecte desproporcionadamente a las poblaciones pobres". El aviso de la CIH fue profético. A día de hoy, la pandemia de COVID-19 no ha pasado por alto a casi ningún país. La OMS??que, a 4 de mayo de 2020, se habían confirmado más de 3,4?millones de casos y se habían producido más de 239.740?muertes.?
La epidemia de ébola de 2014-2016 expuso una antigua debilidad?
Solo 13?días después de la publicación de?Salud global 2035, un bebé de 18?meses en Guinea empezó a desarrollar fiebre y vómitos y murió dos días después. Fue el primer caso de lo que acabó siendo la??en ?frica Occidental. La epidemia expuso lo poco preparado que estaba el "sistema" de salud internacional para gestionar un importante brote, así como la necesidad urgente de reformarlo.?
Las capacidades sanitarias nacionales, regionales y globales demostraron?. Aunque la epidemia impulsó un cierto número de reformas, como el lanzamiento de la?, que financia el desarrollo de vacunas contra epidemias, estos esfuerzos se quedaron cortos para evitar la devastación que provocó la COVID-19.?
A día de hoy, muchos países siguen sumidos en la crisis, haciendo todo lo que pueden para controlar los brotes de COVID-19 con medidas de distanciamiento social, detección y aislamiento de casos y tratamiento de pacientes en hospitales. Una vez superada la fase de crisis, tendrán que mejorar las capacidades del sistema de salud público para evitar el agravamiento de la COVID-19 y estar preparados para futuras pandemias.?
?Qué hará falta para modernizar los sistemas de salud públicos a fin de lograr esa preparación? La modernización requerirá de acciones a múltiples niveles del sistema de salud.?
Fortalecimiento de los sistemas de salud nacionales?
Los sistemas de salud nacionales son la primera línea de defensa contra los brotes. No obstante, suelen recibir menos fondos de los necesarios, lo que genera importantes brechas en el personal sanitario, las infraestructuras, los sistemas de información sanitaria y las cadenas de suministro. Muchos de los países que lograron contener con éxito sus olas de COVID-19 a nivel nacional, como?, habían abordado previamente las deficiencias que había puesto de manifiesto??o el??haciendo mayores inversiones en estos sistemas de defensa. ??
Todos los sistemas de salud nacionales deben fortalecer un conjunto de??de preparación y respuesta ante pandemias. Estas capacidades incluyen el establecimiento de sistemas integrales de vigilancia para detectar de manera fiable y rápida enfermedades humanas y animales, así como la formación de personal sanitario que pueda llevar a cabo tareas de gestión de emergencias y riesgo de desastres. Un requisito fundamental, aunque suele ignorarse, es contar con un sistema de atención primaria que permita el rastreo de contactos, la vigilancia y la generación de evidencias, y que dote de personal de primera línea. Igualmente, los sistemas de salud a nivel subnacional y comunitario desempe?an un papel crucial en la contención de los brotes y en la coordinación y la comunicación entre gobiernos nacionales y subnacionales.?
Si modernizamos nuestros sistemas de salud nacionales de esta forma, mejorará su?; es decir, la capacidad de mantener su actividad principal durante una crisis. Los sistemas resilientes son capaces de hacer frente a los picos en la demanda que traen consigo las pandemias; por ejemplo, desplegando rápidamente a trabajadores sanitarios de refuerzo. Mejorar la resiliencia exige que se aborden proactivamente las deficiencias del sistema.?
Cooperación regional y global?
Más allá del fortalecimiento de los sistemas de salud de cada país individualmente, será necesaria una cooperación regional intensificada. Los?, establecidos para "mejorar la vigilancia, la respuesta ante emergencias y la prevención de enfermedades infecciosas", han mostrado el valor de esta respuesta regional.?
A nivel global y supranacional, el brote de ébola de 2014-2016 puso de manifiesto los puntos débiles de lo que la CIH llama "funciones globales", actividades sanitarias a nivel mundial que abordan retos transnacionales para la salud con beneficios transnacionales. Cuando comenzó el brote, no existía ninguna vacuna, tratamiento ni prueba diagnóstica rápida para el ébola debido a la escasa financiación que recibe el desarrollo de productos sanitarios globales. El sistema de vigilancia y respuesta mundial funcionaba de manera inadecuada.?El Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) encargó a un grupo de expertos independientes que evaluaran la respuesta global de la organización al ébola. La conclusión fue que la OMS no fue capaz de ofrecer una respuesta sanitaria pública de emergencia completa, debido en parte a la falta perpetua de financiación para sus responsabilidades principales.?
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La pandemia de COVID-19 nos ha ense?ado que necesitamos aumentar el apoyo de estas funciones globales. Cuando se produce un brote importante, la financiación para la respuesta y la preparación ante pandemias aumenta temporalmente, pero luego??una vez contenida la ola. Estas fluctuaciones en la financiación se conocen como "". La modernización del sistema de salud mundial para una mejor preparación ante pandemias requerirá de mayores inversiones en los siguientes ámbitos: (i) investigación y desarrollo (I+D) para desarrollar medicamentos, vacunas y medios de diagnóstico contra enfermedades infecciosas emergentes; (ii) acopio de herramientas de control de pandemias, como equipos de protección individual para trabajadores sanitarios; (iii) desarrollo de la "capacidad de refuerzo" global para permitir la fabricación de emergencia de vacunas; y (iv) financiación de la OMS para que pueda llevar a cabo sus deberes principales.?
El "precio" de la modernización?
La modernización antes mencionada exigirá sin duda nuevas inversiones en el ámbito nacional, regional y global, más allá de los niveles actuales de gasto:?
- La??estima que se necesitan 3.400?millones de dólares anuales más para reforzar la preparación de los sistemas de salud nacionales específicamente ante las pandemias. Este dato no incluye los costes del refuerzo de los sistemas de atención primaria de forma más general.?
- La Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación??que se necesitan 250?millones de dólares al a?o para fortalecer la vigilancia regional.?
- La CIH??que se necesitan en torno a 7.000?millones de dólares para reforzar las diversas funciones globales críticas, como I+D para enfermedades desatendidas y emergentes y el refuerzo de las actividades básicas de la OMS.?
El precio de aproximadamente 11.000?millones de dólares anuales es bajo comparado con las devastadores consecuencias sanitarias, sociales y económicas de la COVID-19, incluida la pérdida económica global estimada de??solo en 2020. Es probable que el retorno de esta inversión anual de 11.000?millones de dólares sea uno
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