Vivimos una ¨¦poca turbulenta. La mayor¨ªa de los pa¨ªses siguen luchando contra la pandemia de COVID-19, la cual ha causado un gran sufrimiento y se ha llevado muchas vidas humanas por delante, al tiempo que ha perturbado las econom¨ªas mundiales. Adem¨¢s, existe una amenaza mucho peor para nuestro futuro: la crisis clim¨¢tica. Desgraciadamente, nosotros mismos nos hemos provocado estas pesadillas debido a la violencia que ejercemos contra la naturaleza y los animales.
Hemos destruido bosques y hemos contaminado el aire, la tierra y el agua, incluidos nuestros oc¨¦anos, con desechos agr¨ªcolas, industriales y dom¨¦sticos. Construimos presas, carreteras y un sinf¨ªn de centros comerciales. Nuestra dependencia de los combustibles f¨®siles ha provocado la liberaci¨®n a la atm¨®sfera de unas cantidades sin precedentes de di¨®xido de carbono, uno de los componentes principales de los gases de efecto invernadero que atrapan el calor del sol. El calentamiento del planeta ha provocado cambios en las pautas meteorol¨®gicas de todo el mundo. El hielo polar se est¨¢ derritiendo; los niveles del mar est¨¢n subiendo; y los devastadores huracanes, tifones, tornados, inundaciones, sequ¨ªas e incendios son cada vez m¨¢s frecuentes y destructivos.
La agricultura intensiva est¨¢ provocando la intoxicaci¨®n del medio ambiente con fertilizantes y plaguicidas qu¨ªmicos, lo cual ha propiciado la destrucci¨®n de h¨¢bitats de la fauna y flora silvestres para el cultivo de cereales. El riego en lugares no adecuados para la agricultura est¨¢ vaciando los grandes acu¨ªferos. Se emplea una gran cantidad de agua para transformar las verduras en prote¨ªna animal. Los miles de millones de animales afectados por la explotaci¨®n agropecuaria industrial generan metano, otro importante gas de efecto invernadero. Adem¨¢s, dichas explotaciones, junto con los mercados de la fauna y flora silvestres de Asia, los mercados de carne de caza de ?frica y el tr¨¢fico de animales y sus partes en todo el mundo para venderlos como alimentos y medicamentos o para fomentar el comercio de animales ex¨®ticos como mascotas est¨¢n generando las condiciones ideales para que un pat¨®geno se transmita de un animal a una persona, en cuyo caso se podr¨ªa convertir en una nueva zoonosis como el VIH/SIDA, el ¨¦bola, el MERS, el SRAS y la COVID-19.
Cada vez m¨¢s personas se dan cuenta de que, a medida que vayamos dejando atr¨¢s la pandemia (algo que suceder¨¢ en el futuro) y volvamos a la normalidad, es decir, a abusar de la madre naturaleza y a expoliar sus recursos naturales finitos, podr¨ªamos terminar uni¨¦ndonos a las filas de animales y plantas que se han extinguido a un ritmo sin precedentes. Nuestra falta de consideraci¨®n hacia el mundo natural, del cual formamos parte y dependemos, supone una amenaza para nuestra propia supervivencia.
?C¨®mo podemos evitar el desastre?
Debemos mitigar la pobreza, puesto que las personas pobres talar¨¢n los ¨²ltimos ¨¢rboles para cultivar alimentos o ganar dinero a partir del carb¨®n vegetal. Los pobres de las zonas urbanas no se pueden permitir cuestionarse si lo que compran causa un da?o al medio ambiente o si es barato debido a que en su fabricaci¨®n se recurre a mano de obra infantil esclava o a salarios inadecuados. Solo intentan sobrevivir.
Debemos cambiar el estilo de vida insostenible y materialista que la mayor¨ªa de nosotros llevamos. Podemos permitirnos tomar decisiones ¨¦ticas y preguntarnos c¨®mo afectan nuestras acciones actuales a la salud del planeta y las generaciones futuras.
Debemos sacar a la luz el debate acerca del crecimiento de la poblaci¨®n humana y su ganado. Actualmente, existen alrededor de 7.200 millones de personas en el mundo, y en algunos lugares ya estamos agotando los recursos naturales finitos del planeta m¨¢s r¨¢pido de lo que la naturaleza es capaz de reponerlos. Se calcula que, en 2050, habr¨¢ 9.700 millones de personas. Mientras ayudamos a que las personas salgan de la pobreza, es comprensible que estas intenten emular lo que consideran como el deseable, pero tristemente insostenible, estilo de vida del resto de nosotros.
Debemos trabajar para establecer una nueva relaci¨®n con el mundo natural y una nueva econom¨ªa ¡°verde¡± que genere multitud de puestos de trabajo. Si no lo logramos, los conflictos que existen entre las personas empeorar¨¢n. De hecho, ya hay personas luchando por los derechos al uso de agua mientras los suministros de agua dulce se reducen, y los refugiados clim¨¢ticos est¨¢n incrementando las cifras de los millones de personas que huyen de conflictos armados.
Conf¨ªo en la resiliencia de la naturaleza si le damos la oportunidad. Cuando empec¨¦ a estudiar los chimpanc¨¦s en la Rep¨²blica Unida de Tanzan¨ªa en 1960, el min¨²sculo parque nacional de Gombe (que ocupa 35 kil¨®metros cuadrados) formaba parte del cintur¨®n forestal que se extend¨ªa a lo largo del ?frica Ecuatorial. En 1990, Gombe era una diminuta isla de bosque rodeada por colinas desnudas. La poblaci¨®n era demasiado numerosa como para que el medio ambiente lo soportase y demasiado pobre para comprar alimentos en otro lugar. Se vieron obligados a cortar ¨¢rboles incluso en las pendientes m¨¢s empinadas para cultivar m¨¢s alimentos o producir carb¨®n vegetal, lo cual provoc¨® la erosi¨®n del suelo y aludes de lodo. Me di cuenta de que, si no encontraban otras formas de ganarse la vida sin destruir su entorno, no pod¨ªamos albergar la esperanza de salvar a los chimpanc¨¦s. De modo que el cre¨® un programa de conservaci¨®n integral y comunitario al que llamamos . Adem¨¢s de recuperar la fertilidad de las tierras agr¨ªcolas degradadas, el programa incluye la introducci¨®n de proyectos relacionados con la permacultura y la gesti¨®n h¨ªdrica, mejoras en los establecimientos sanitarios y educativos, becas para ofrecer a las ni?as la oportunidad de acceder a la educaci¨®n superior y programas de microcr¨¦ditos para que la personas soliciten pr¨¦stamos destinados a proyectos ambientalmente sostenibles. Ofrecemos talleres para ense?ar a los aldeanos a utilizar tel¨¦fonos inteligentes para supervisar y proteger las reservas forestales de sus aldeas, las cuales acogen a la mayor¨ªa de chimpanc¨¦s que quedan en la Rep¨²blica Unida de Tanzan¨ªa. Al descubrir que la protecci¨®n del medio ambiente no consiste ¨²nicamente en proteger la fauna y flora silvestres, sino su propio futuro, los habitantes de esta regi¨®n se han convertido en nuestros asociados en la conservaci¨®n. Hoy en d¨ªa, ya no queda ninguna colina desnuda en Gombe y se les ha concedido otra oportunidad a los animales que se encuentran al borde de la extinci¨®n. Existen muchos proyectos de este tipo en el mundo.
Asimismo, disponemos del extraordinario intelecto humano. Los cient¨ªficos est¨¢n concibiendo nuevas y sorprendentes tecnolog¨ªas para ayudarnos a vivir en mayor armon¨ªa con la naturaleza, y nosotros, como individuos, estamos ideando formas alternativas de reducir nuestras propias huellas ambientales.
Por ¨²ltimo, podemos ver la energ¨ªa, el compromiso y el entusiasmo que muestran los j¨®venes en cuanto comprenden los problemas que existen y se les capacita para pasar a la acci¨®n. El programa juvenil ambiental y humanitario del Instituto Jane Goodall, , permite a sus j¨®venes miembros, desde que est¨¢n en la guarder¨ªa hasta que terminan la universidad, seleccionar sus propios proyectos con el fin de hacer del mundo un lugar mejor para las personas, los animales y el medio ambiente, dado que los tres est¨¢n relacionados entre s¨ª. Actualmente, este movimiento, en colaboraci¨®n con otros programas juveniles que presentan unos valores compartidos, est¨¢ presente en m¨¢s de 65 pa¨ªses. Dado que comenz¨® en 1991, muchos de los miembros originales del programa son ahora adultos, y algunos ocupan puestos directivos.
Los j¨®venes cultivan alimentos org¨¢nicos en los huertos escolares, aprenden sobre permacultura y agricultura regenerativa, ponen en pr¨¢ctica el reciclaje y la reutilizaci¨®n, recogen basura y fomentan la sensibilizaci¨®n con respecto al comercio il¨ªcito de animales silvestres y sus partes del cuerpo. Son voluntarios en refugios de animales abandonados o rescatados y en comedores sociales. Est¨¢n recaudando fondos para ayudar a las v¨ªctimas de desastres naturales. Los miembros de mayor edad est¨¢n educando a los ni?os m¨¢s j¨®venes en lo relativo a la importancia de proteger el medio ambiente y sobre el hecho de que los animales no son simples cosas, sino seres conscientes, individuos que pueden sentir el miedo, la desesperaci¨®n y el dolor.
Resulta alentador observar la creciente tendencia hacia una dieta basada en plantas, que es mejor para nuestra salud y la salud del medio ambiente, y que pal¨ªa el horrible sufrimiento de millones de animales individuales y conscientes.
En respuesta a la presi¨®n de los consumidores que demandan productos producidos de manera sostenible, muchas empresas est¨¢n cambiando sus pr¨¢cticas, y las grandes compa?¨ªas a menudo tienen el poder de influir en las pol¨ªticas de los gobiernos.
En todo el mundo, millones de personas est¨¢n plantando millones de ¨¢rboles, as¨ª como protegiendo y recuperando bosques y otro tipo de h¨¢bitats.
Todas las medidas previamente indicadas se recogen en la ambiciosa Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. Entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda se incluyen importantes objetivos pr¨¢cticos para conservar el planeta, su fauna y flora silvestres, y sus recursos en beneficio de las generaciones presentes y futuras. Dado que la Organizaci¨®n celebra su septuag¨¦simo quinto aniversario este a?o, que se ha visto afectado por la pandemia y el miedo en todo el mundo, todos debemos renovar nuestro sentido de la solidaridad y la esperanza.
Los ni?os y los j¨®venes del planeta ya no son beneficiarios pasivos de la esperanza, sino que a menudo son tambi¨¦n sus embajadores y muestran una gran motivaci¨®n. Una nueva exposici¨®n fotogr¨¢fica de las Naciones Unidas, que ahora est¨¢ disponible tambi¨¦n de forma virtual, conmemora los ¨²ltimos 75 a?os de b¨²squeda de un planeta m¨¢s saludable y pac¨ªfico. En ella se muestran im¨¢genes sobre la vida y la resiliencia, as¨ª como sobre el papel de nuestra incre¨ªble juventud. En este art¨ªculo se recogen algunas de estas asombrosas fotograf¨ªas. Me gustar¨ªa animar a todos aquellos que busquen un sentido de esperanza para nuestro futuro a que disfruten de esta exposici¨®n en el formato que puedan.
Quiz¨¢s el mensaje m¨¢s importante es que cada uno de nosotros puede desempe?ar su propia funci¨®n a la hora de crear un mundo mejor d¨ªa tras d¨ªa.
Las fotograf¨ªas que figuran en este art¨ªculo forman parte de #TheWorldWeWant, un concurso fotogr¨¢fico mundial celebrado y organizado por la aplicaci¨®n m¨®vil Agora en apoyo al septuag¨¦simo quinto aniversario de las Naciones Unidas.
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La Cr¨®nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as¨ª como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art¨ªculos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci¨®n por parte de las Naciones Unidas.?