Cuando una persona se convierte en refugiada ¨Ces decir, una persona que ha escapado de su pa¨ªs por motivos pol¨ªticos, religiosos o econ¨®micos o huyendo de una guerra¨C, no solo se queda sin su hogar. Siente que ha perdido tu identidad, y tambi¨¦n se han perdido por el camino los fuertes v¨ªnculos que le un¨ªan a sus amigos y familiares que se han quedado en su pa¨ªs. De repente se encuentra en un entorno nuevo en el que no puede contar con nadie. Hay que imaginarse el valor que se necesita para rehacer la vida partiendo de cero.
Para conmemorar el D¨ªa Mundial de los Refugiados, que se celebra el 20 de junio, la iniciativa Impacto Acad¨¦mico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en ingl¨¦s) ha producido una serie de podcasts y art¨ªculos en los que se narran historias de refugiados de Afganist¨¢n, Myanmar/Tailandia, Nepal/But¨¢n, Hait¨ª y Rwanda.
Seg¨²n el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), al menos 79,5 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares. Entre ellas hay 26 millones de refugiados y refugiadas, la mitad de los cuales son menores de 18 a?os. Casi el 50% de todos los ni?os y ni?as refugiados(as) en edad escolar no est¨¢n escolarizados(as) y solo un 3% de estudiantes refugiados(as) cursan actualmente estudios superiores. Los motivos de esta situaci¨®n est¨¢n estrechamente relacionados con la falta de asistencia psicol¨®gica y econ¨®mica y a menudo con la deficiente calidad de las pol¨ªticas gubernamentales de los pa¨ªses de acogida.
La educaci¨®n superior brinda a los refugiados(as) oportunidades de introducir un cambio radical en sus vidas, lo cual puede resultar beneficioso no solo para los refugiados(as) sino tambi¨¦n a largo plazo para sus comunidades de acogida. En esta serie, la UNAI presenta las historias de Neh Meh, Dawood, Aliny, Lok Darjee y Donaldo, que se han matriculado en clases de educaci¨®n superior como un medio para mejorar sus vidas.
Hait¨ª, un peque?o pa¨ªs del Mar Caribe, ha sufrido durante d¨¦cadas inestabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica. El 12 de enero de 2010, un terremoto de proporciones catastr¨®ficas golpe¨® el pa¨ªs a unos 22 kil¨®metros de su capital, Puerto Pr¨ªncipe, y el palacio presidencial, varias escuelas, hospitales y otros edificios quedaron destruidos. Seg¨²n las estimaciones, entre 220.000 y 300.000 personas perdieron la vida a causa del terremoto, 300.000 resultaron heridas y 1,5 millones se quedaron sin hogar.
Donaldo Syllabe ten¨ªa 14 a?os cuando vio como su pa¨ªs se derrumbaba a causa del desastre. ¡°Nunca olvidar¨¦ aquel d¨ªa, cuando tuve que sacar a personas atrapadas bajo los escombros buscando a mi familia. Afortunadamente, mis padres y mis hermanos estaban a salvo. Pero mucha gente en Hait¨ª no tuvo la misma suerte.¡±
Esta experiencia traum¨¢tica molde¨® la personalidad y las perspectivas de Donaldo. ¡°La tragedia me hizo m¨¢s fuerte. Debido a la situaci¨®n que hab¨ªa vivido decid¨ª que quer¨ªa ser ingeniero para construir casas, hospitales y refugios para las personas necesitadas¡±. Sin embargo, obtener una licenciatura en ingenier¨ªa era un sue?o muy lejano para alguien como Donaldo, nacido y criado en una familia de seis miembros y extremadamente pobre. ¡°Lo ¨²nico valioso que ten¨ªamos era nuestra familia¡±, recuerda.
Su madre hab¨ªa alentado siempre a Donaldo y a sus hermanos a estudiar. ¡°Ella cre¨ªa que alg¨²n d¨ªa podr¨ªamos triunfar en la vida gracias a la educaci¨®n¡±. Siguiendo el consejo de su madre y su propio sue?o de ser ingeniero, Donaldo no falt¨® ni un solo d¨ªa a la escuela. Hab¨ªa planeado matricularse luego en una universidad y contribuir a mejorar la econom¨ªa familiar.
Hasta que con el terremoto todos sus planes se vinieron abajo.
¡°Inmediatamente despu¨¦s del terremoto, nuestra familia busc¨® refugio en la Rep¨²blica Dominicana, pa¨ªs en el que mi padre ten¨ªa algunos contactos y en el que hab¨ªa oportunidades de trabajo. Pero cuando solo llev¨¢bamos all¨ª una semana, lo atropell¨® un vehiculo cuando volv¨ªa a casa del trabajo y perdi¨® una pierna. La nueva vida no result¨® ser el comienzo esperanzador de un nuevo cap¨ªtulo, sino m¨¢s bien una pesadilla¡±.
De repente cay¨® sobre Donaldo la responsabilidad de mantener a su familia. ¡°Me present¨¦ en el antiguo lugar de trabajo de mi padre y pregunt¨¦ si pod¨ªa trabajar all¨ª. Me aceptaron y, entre otras tareas, empec¨¦ a limpiar las obras de construcci¨®n¡±. Mientras tanto, gracias a que su padre fue mejorando gradualmente y a que su madre consigui¨® un trabajo a tiempo parcial, Donaldo pudo terminar la educaci¨®n secundaria. La pasi¨®n de Donaldo por convertirse en ingeniero se vio reforzada por su trabajo en las obras de construcci¨®n. Fue m¨¢s o menos por entonces cuando oy¨® hablar por primera vez de la posibilidad de estudiar y trabajar en Brasil, un pa¨ªs relativamente cercano en continuo desarrollo y lleno de oportunidades, y se decidi¨® a buscar esas oportunidades. Teniendo en cuenta los posibles peligros que podr¨ªan surgir durante el viaje, as¨ª como las restricciones econ¨®micas, su familia decidi¨® enviar a Donaldo solo a Brasil.
En aquel momento, Donaldo ten¨ªa en el trabajo un supervisor que estaba dispuesto a ayudarlo y se ofreci¨® a pagarle un vuelo a Ecuador. Con el pasaje y con 500 d¨®lares estadounidenses, inici¨® su viaje hasta Brasil. Donaldo vol¨® primero a Ecuador y luego recorri¨® a pie parte de la ruta hasta Per¨² antes de cruzar en autob¨²s la frontera con Brasil. Ten¨ªa hambre todo el tiempo y algunas noches tuvo que dormir en la calle e incluso fue detenido en una ocasi¨®n por viajar sin los permisos necesarios. Despu¨¦s de llegar a Rio Branco, ciudad brasile?a pr¨®xima a la frontera con Per¨², tuvo que continuar el viaje otros cuatro d¨ªas hasta llegar a la ciudad de S?o Paulo, donde pudo ponerse en contacto con las organizaciones no gubernamentales que ayudaban a los refugiados. En total, el viaje dur¨® m¨¢s de dos semanas.
¡°Cuando llegu¨¦ a Brasil era muy ingenuo. Cre¨ªa que ahora todos mis sue?os se har¨ªan realidad y que podr¨ªa traer aqu¨ª a mi familia a vivir conmigo¡±. Sin embargo no fue as¨ª. Aunque Donaldo pudo asistir durante dos semestres al Centro Universit¨¢rio Capital, una universidad privada, para estudiar ingenier¨ªa, tuvo que abandonar el centro porque no pod¨ªa pagar la matr¨ªcula.
Donaldo trabaja actualmente como agente inmobiliario en S?o Paulo. ¡°Mi ¨²nico sue?o es volver a la universidad, no solo para poder ayudar a mi familia, sino tambi¨¦n para ayudar a la comunidad negra de Brasil y Hait¨ª con proyectos de viviendas comunitarias. Ahora trabajo como agente inmobiliario para poder ahorrar y pagarme la matr¨ªcula pero, debido a la pandemia no he vendido ni una sola casa desde hace m¨¢s de seis meses. Pero no me voy a rendir, aunque tengo la sensaci¨®n de que mi vida est¨¢ estancada¡±.
Donaldo cree que su vida en Brasil podr¨ªa haber sido diferente si hubiera en todo el mundo instituciones educativas y organizaciones asociadas m¨¢s comprometidas a ayudar a los estudiantes refugiados. ¡°Por falta de dinero y oportunidades todav¨ªa no soy ingeniero. Pero es importante no perder la fe. Quiero hacer un llamamiento a las instituciones encargadas de ofrecer becas: queremos estudiar, queremos que se nos vea y se nos escuche porque somos seres humanos¡±.
Para escuchar la historia completa en Espa?ol, haga click en .
Queremos expresar nuestro agradecimiento a Rosely Rodrigues Oliveira, del Instituto Vozes sem Fronteiras, y a Teresa Ribeiro, del Instituto Popular Paulo Freire Institute, que nos han ayudado a ponernos en contacto con Donaldo para incluir su historia en esta serie.