31 diciembre 2017

La idea de ciudadan¨ªa global tiene ra¨ªces hist¨®ricas muy antiguas, pero en su construcci¨®n actual ha tenido un rol muy importante el proceso que va desde la creaci¨®n de Naciones Unidas en 1945 y la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos de 1948, con la adopci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de Paris sobre Cambio Clim¨¢tico en 2015. Es precisamente un periodo de aprendizajes, de tragedias y progresos, donde ha ido madurando la idea y las instituciones que apelan a una dignidad intr¨ªnseca, universal, de la persona humana.

De este modo, tanto en la Carta de Naciones Unidas como en el propio pre¨¢mbulo de la Declaraci¨®n Universal de 1948, se plasma el inicio del ¡°¡­reconocimiento de la dignidad intr¨ªnseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana¡± los cuales hoy son nuestros est¨¢ndares m¨ªnimos para el entendimiento en el concierto internacional, y que podemos llamar cimientos fundadores del actual ciudadano global.

En esta trayectoria por tanto, los m¨¢s de 70 a?os de Naciones Unidas han sido clave para el que el concepto pudiera madurar, adapt¨¢ndose a la realidad de la globalizaci¨®n en sus distintas facetas. Y hoy la entendemos como un tipo de ciudadan¨ªa que trasciende el espacio de lo nacional, se sustrae de un ¨¢mbito identitario y/o territorial espec¨ªfico, y abraza una ¨¦tica global en constante desarrollo.

Se trata de una ciudadan¨ªa que se despliega en diversos niveles, ¨¢mbitos y momentos, sin tener un ¨²nico marco institucional de referencia. En el nuevo orden mundial ella busca ampliar sus alcances y ejercer un rol democratizador la decisiones p¨²blicas que puedan afectar severamente los aspectos b¨¢sicos de nuestras sociedades, especialmente de la vida concreta de las personas, especialmente de las minor¨ªas y grupos postergados. Las luchas de los ciudadanos globales se despliegan sin l¨ªmites ni distinciones geogr¨¢ficas, y van m¨¢s alla de las esferas tradicionales de poder. Su objetivo es defender la dignidad humana y promover la responsabilidad social o la solidaridad internacional, en la cual la tolerancia, inclusi¨®n y reconocimiento de la diversidad no s¨®lo ocupa un lugar central de su discurso, sino tambi¨¦n de su pr¨¢ctica, lo que se refleja en la multiplicidad de actores involucrados en las acciones de ciudadan¨ªa global.

Esas acciones est¨¢n teniendo efectos reales. La ¡°Global Citizenship Commission¡± en su informe de 20161?establece una taxonom¨ªa relativa a la evoluci¨®n de los derechos asociados a la dignidad universal consagrados en los derechos humanos. Si bien su trayectoria no ha sido siempre progresiva, debiendo enfrentar severos retrocesos, su aceptaci¨®n general se ha consolidado. Y a su amparo se han desarrollado otros conceptos e instituciones que buscan preservar y fortalecer su legado, ampliando su rango, profundidad y cobertura.

En este punto quisiera detenerme brevemente, en mi calidad de ex Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, para destacar la importancia del concepto de ciudadan¨ªa global, y de la educaci¨®n de ciudadanos globales activos, como un factor de cambio positivo para el avance en el derecho y la promoci¨®n de la participaci¨®n de las mujeres en la vida p¨²blica.

Sabemos que la deuda jur¨ªdica en este ¨¢mbito sigue pendiente y que queda much¨ªsimo por hacer para alcanzar la equidad de g¨¦nero, el empoderamiento econ¨®mico de la mujer, y erradicar el abuso y violencia contra mujeres y ni?as. Sin embargo, el trabajo cooperativo del sistema multilateral y la ciudadan¨ªa global, han establecido par¨¢metros culturales en los que, por ejemplo, la posibilidad que una mujer ocupe puestos de liderazgo y toma de decisiones, se haya normalizado socialmente. Y esto se ve especialmente reflejado en nuestra Organizaci¨®n en el compromiso que ha demostrado el Secretario General Guterres con la paridad de g¨¦nero.

Esta historia reciente nos permite hablar del surgimiento de un nuevo paradigma del orden internacional. El descansa en ?la reconfiguraci¨®n de ejes ciudadanos y de poder, y nos ha llevado a incluso, desafiar la noci¨®n tradicional de seguridad, con el surgimiento del concepto de seguridad humana. A partir de ¨¦l se postula que el referente adecuado para la definici¨®n de seguridad debe ser el individuo y no el Estado. Tambi¨¦n de ¨¦l se ha derivado el concepto de la Responsabilidad de Proteger adoptado en 2005 en la Cumbre Mundial, entendida como la responsabilidad ¨C¨¦tica- colectiva internacional de actuar ante atrocidades masivas y de proteger a las poblaciones del genocidio, los cr¨ªmenes de guerra, la depuraci¨®n etnica y los cr¨ªmenes de lesa humanidad.

De este modo, y gracias a esta secuencia hist¨®rica de constante empuje y? cambios, se logr¨® la adopci¨®n de la Agenda de Desarrollo 2030 y Acuerdo de Paris el 2015.

Estos marcan un precedente para el compromiso global de implementar una agenda global de desarrollo. Ella est¨¢ compuesta de tres elementos interconectados, que posibiliten el desarrollo sostenible: crecimiento econ¨®mico, inclusi¨®n social y protecci¨®n ambiental. Se trata de un proyecto ambicioso, negociado al alero de Naciones Unidas y con participaci¨®n ciudadana, de car¨¢cter universal y transformador que busca erradicar la pobreza y construir un mundo equitativo poni¨¦ndose el plazo de aqu¨ª al 2030.

De la misma forma el Acuerdo de Paris se erige como un hito en los esfuerzos globales para fortalecer la respuesta a la amenaza del cambio clim¨¢tico. El prop¨®sito de todos quienes firmamos es reducir considerablemente los riesgos y efectos que significan el aumento global de la temperatura. Ellos amenazan al planeta con la acidificaci¨®n de los oc¨¦anos, acabando con ciclos de la vida marina; con el aumento del nivel de las aguas, poniendo en riesgo la existencia de peque?os estados insulares o llevando fen¨®menos meteorol¨®gicos exacerbados a zonas que los desconoc¨ªan, causando desplazamientos humanos o incluso, crisis humanitarias. Este compromiso global nos llev¨® a crear una nueva legislaci¨®n medioambiental en Chile, pa¨ªs es especialmente vulnerable a desastres naturales.

Mirando esta historia podemos estar esperanzados de sus avances futuros. Es cierto que falta a¨²n mucho por lograr, pero contamos con una fuerza nueva y vital: la ciudadan¨ªa global. Es por eso que el trabajo articulado entre la sociedad y los tomadores de decisiones tradicionales, es un imperativo. Esa alianza nos permitir¨¢ profundizar la construcci¨®n una ¨¦tica global, fundada en la responsabilidad y solidaridad universal de ciudadanos globales activos. La cooperaci¨®n debe ser inclusiva, enriqueci¨¦ndose de las diferencias regionales y experiencias universales. Solo est¨¢ mirada nos permitir¨¢ hacer frente a temas de naturaleza y soluci¨®n global. La acci¨®n humana concertada, la innovaci¨®n y la educaci¨®n democr¨¢tica de futuras generaciones nos permitir¨¢n sortear con ¨¦xito desaf¨ªos que superan las capacidades de lo nacional y que amenazan nuestra sobrevivencia como especie.

1 Fuente: , consultada en septiembre de 2017.

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