8 de diciembre de 2023 

El 10 de diciembre de 1948, la incipiente organizaci¨®n de las Naciones Unidas dio un paso trascendental. Al adoptar la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos, hizo la promesa de reconstruir el mundo ¡ªdespu¨¦s de los horrores de la guerra mundial, el Holocausto, la depresi¨®n econ¨®mica y la bomba at¨®mica¡ª sobre los s¨®lidos cimientos de nuestros derechos inherentes. 

A pesar de que la comunidad de Estados era menos numerosa, los redactores de la Declaraci¨®n proced¨ªan de cada una de las regiones, de tal manera que aportaron la sabidur¨ªa y la experiencia de distintas culturas para definir nuestras libertades. Los derechos a vivir libres de discriminaci¨®n y de tortura, los derechos a la educaci¨®n y a una alimentaci¨®n adecuada, y muchos otros. 

La influencia de la Declaraci¨®n en las d¨¦cadas posteriores ha sido notable, pues ha desempe?ado una funci¨®n ¨²nica en los avances en la igualdad de la mujer, en los progresos en educaci¨®n y sanidad, en el desmantelamiento del apartheid en Sud¨¢frica y, sin duda, en las victorias de la independencia sobre el dominio colonial. La Declaraci¨®n tambi¨¦n inspir¨® un espl¨¦ndido florecimiento de la sociedad civil, que en s¨ª misma fue enormemente decisiva tanto en el desarrollo como en el avance del programa de los derechos humanos. Este documento fundamental tambi¨¦n es el punto de partida de nuestro amplio abanico de tratados internacionales, leyes, instrumentos y mecanismos en materia de derechos humanos. 

A pesar de estos grandes avances, a¨²n estamos lejos de lograr el mundo con el que so?aban los art¨ªfices de la Declaraci¨®n y nos enfrentamos a una decidida contestaci¨®n a los derechos. No obstante, ser¨ªa un error desechar la Declaraci¨®n como una reliquia propia de una ¨¦poca m¨¢s benigna y optimista. Sus redactores emergieron de una etapa azotada por los c¨ªrculos viciosos de la destrucci¨®n, el terror y la pobreza y, en vistas de una divisi¨®n ideol¨®gica cada vez mayor, no se acobardaron al definir una ruta hacia un mundo m¨¢s pac¨ªfico y justo, en reconocimiento de nuestra humanidad compartida y de nuestra igual val¨ªa. 

Hoy en d¨ªa, esta ruta es m¨¢s pertinente que nunca. Como tan horriblemente ilustra el insoportable sufrimiento que en las ¨²ltimas semanas ha tenido lugar en Gaza e Israel, los conflictos causan estragos a sus niveles m¨¢s altos desde 1945, con escasa consideraci¨®n por la protecci¨®n de la poblaci¨®n civil. Nos enfrentamos a desigualdades exorbitantes, a una polarizaci¨®n corrosiva dentro de los Estados y entre ellos, a restricciones constantes del espacio civil y a una aceleraci¨®n incontrolable de las tecnolog¨ªas digitales. Todas estas tendencias desestabilizadoras y destructivas alimentan la triple crisis mundial cuyo car¨¢cter es verdaderamente existencial. 

Atravesando por estos tiempos de inestabilidad e incertidumbre, el poder duradero de la Declaraci¨®n reside en su promesa de los derechos como soluciones. Sus principios, ajenos a ideolog¨ªas y profundamente arraigados en los valores comunes de nuestra ¡°familia humana¡±, pueden trascender las divisiones geopol¨ªticas y sociales, nutri¨¦ndose de nuestros reflejos m¨¢s profundos: la solidaridad, la empat¨ªa y la conexi¨®n. Dado su alcance exhaustivo, la Declaraci¨®n fomenta las soluciones complementarias, algo fundamental teniendo en cuenta los m¨²ltiples desaf¨ªos a los que nos enfrentamos. Su llamada a una cooperaci¨®n libre y significativa es la clave para una participaci¨®n amplia, necesaria para que las soluciones sean tanto eficaces como leg¨ªtimas. 

Reivindicar los derechos de cada persona, a nivel mundial, es la ¨²nica manera de abordar las causas fundamentales del conflicto.

Los enfoques basados en los derechos humanos son los ¨²nicos que permiten alcanzar un desarrollo inclusivo, participativo y sostenible; definir leyes justas y, por tanto, confiar en que resuelvan las controversias; lograr la equidad en nuestras sociedades; garantizar la rendici¨®n de cuentas y fomentar la reconciliaci¨®n. Los derechos humanos tambi¨¦n son la herramienta de ±è°ù±ð±¹±ð²Ô³¦¾±¨®²Ô definitiva, una sencilla verdad de la que fui consciente en repetidas ocasiones en mis decenios de trabajo en la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en situaciones en las que fall¨® la ±è°ù±ð±¹±ð²Ô³¦¾±¨®²Ô. 

En un mundo que cambia a un ritmo fren¨¦tico, no respetar los derechos no instaurar¨¢ la inmovilidad. Por el contrario, aumentar¨¢ la injusticia, el dolor y la violencia, y traer¨¢ consigo la p¨¦rdida de nuestra capacidad de colaborar en la resoluci¨®n de los problemas. Por tanto, el 75? aniversario de la Declaraci¨®n es un momento que pide una actualizaci¨®n coordinada: en primer lugar, estableciendo un compromiso mundial renovado con los valores consagrados en la Declaraci¨®n; en segundo lugar, aprovechando este impulso para generar un progreso transformador en materia de derechos, partiendo de enfoques innovadores y de la voluntad de cuestionarnos acerca de la forma misma en que imaginamos el panorama de los derechos en el futuro. 

Con una cuarta parte de la humanidad viviendo actualmente en lugares afectados por conflictos, nos arriesgamos a un futuro que perpet¨²e estos ciclos convulsos de sufrimiento y destrucci¨®n, junto con la perspectiva de una disminuci¨®n del respeto de las leyes de la guerra, que son las verdaderas guardianas de nuestra humanidad, nuestras l¨ªneas rojas colectivas. 

Tantas p¨¦rdidas y tanto dolor que se puede prevenir. La represi¨®n, la injusticia, la discriminaci¨®n, la desigualdad extrema y la falta de rendici¨®n de cuentas crean las condiciones negativas de las que surge la violencia. Est¨¢ claro que el camino hacia una paz duradera pasa por los derechos humanos. Reivindicar los derechos de cada persona, a nivel mundial, es la ¨²nica manera de abordar las causas fundamentales del conflicto. Y esto se aplica a todos los derechos. 

Uno de los ¨¢mbitos prioritarios de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos es el aumento significativo de nuestro trabajo en los derechos econ¨®micos, sociales y culturales, que durante demasiado tiempo se han marginado artificial e in¨²tilmente en el discurso y las medidas relativas a los derechos humanos. La realidad es que, hoy en d¨ªa, la mayor¨ªa de las econom¨ªas son ¨¢mbitos en los que no se aplican los derechos humanos, con resultados desastrosos para las personas y el planeta. Nuestro concepto de econom¨ªa de los derechos humanos, en cambio, defiende que las pol¨ªticas econ¨®micas, comerciales, industriales, sociales y medioambientales se rijan por las normas de derechos humanos, con el ¨¦xito que se mida en funci¨®n del grado en que todos disfrutamos de nuestros derechos. Esto se aplica tambi¨¦n a los modelos empresariales, las decisiones de inversi¨®n y las decisiones de los consumidores. 

?ONU Derechos humanos

Este tipo de cambio fundamental puede desbloquear el progreso en todos los derechos, entre otras cosas, porque fomenta una participaci¨®n c¨ªvica significativa en la toma de decisiones por parte de las mujeres y otros colectivos habitualmente marginados. Esto contribuye a abordar las causas subyacentes de la desigualdad y la injusticia, a reconstruir la confianza en el gobierno y entre nosotros y a orientar las pol¨ªticas a lo que realmente es necesario. 

Asimismo, urge desarrollar salvaguardias de derechos humanos para las instituciones internacionales de los ¨¢mbitos financiero y del desarrollo. Los gobiernos no deben verse obligados a elegir entre la inversi¨®n en derechos y el reembolso de la deuda externa. Deben poder blindar las inversiones en mejoras mensurables de los niveles de respeto de los derechos, por ejemplo, en la educaci¨®n y la salud, frente al reembolso de la deuda. 

Nuestra crisis mundial es otro ¨¢mbito en el que queda dolorosamente a la vista que debemos cambiar de rumbo de forma decisiva e inmediata. De lo contrario, nadie escapar¨¢ a sus terribles consecuencias. Mientras tanto, aquellos que menos tienen ¡ªy que son los menos responsables¡ª pagan el coste m¨¢s alto, incluso con sus propias vidas. 

Los derechos humanos, como el derecho a un entorno limpio, saludable y sostenible, ofrecen una hoja de ruta para prevenir y solucionar los perjuicios causados por las crisis medioambientales de forma m¨¢s eficaz, inclusiva y sostenible. Esto conlleva garantizar que la transici¨®n a favor de la eliminaci¨®n de la dependencia de los combustibles f¨®siles sea justa, situando las opiniones y necesidades de las personas y comunidades afectadas en el centro de la formulaci¨®n de las pol¨ªticas. 

Los derechos humanos tambi¨¦n nos ofrecen una v¨ªa resiliente para responder a los avances cada vez m¨¢s r¨¢pidos de las tecnolog¨ªas digitales. Este es el caso incluso en el campo de la inteligencia artificial (IA), en el que las oportunidades extraordinarias ¡ªen particular, para la estancada Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible¡ª van de la mano con riesgos sin precedentes que son de todo menos te¨®ricos. 

Los derechos humanos son el hilo de oro que une y fundamenta cada uno de los aspectos que conforman la agenda mundial, al igual que nuestro trabajo en las Naciones Unidas.

Ya hemos visto c¨®mo la IA refuerza el sesgo en los sistemas de justicia penal, de manera que permite la vigilancia masiva, y alimenta la polarizaci¨®n junto con el riesgo de unas elecciones basadas en el discurso de odio y la desinformaci¨®n que proliferan en internet. Las normas de los derechos humanos nos orientan hacia la necesidad de regular aquello que promueve la innovaci¨®n a la vez que se basa en salvaguardias, desde la evaluaci¨®n de los riesgos en materia de derechos humanos, a lo largo del ciclo de vida de los sistemas de IA, hasta la vigilancia independiente y el acceso a las v¨ªas de recurso. 

La tecnolog¨ªa, el medio ambiente, la desigualdad, la paz y la seguridad ser¨¢n temas centrales de la Cumbre del Futuro en 2024. Los derechos humanos formar¨¢n parte integral de este esfuerzo fundamental para adaptar el multilateralismo a las demandas actuales y futuras. Los derechos humanos son el hilo de oro que une y fundamenta cada uno de los aspectos que conforman la agenda mundial, al igual que nuestro trabajo en las Naciones Unidas, desde la ±è°ù±ð±¹±ð²Ô³¦¾±¨®²Ô de los conflictos y el mantenimiento de la paz hasta el desarrollo, el clima y la buena gobernanza. 

Mi Oficina aportar¨¢ informaci¨®n a la Cumbre a trav¨¦s de una Visi¨®n para los Derechos Humanos para el pr¨®ximo cuarto de siglo, en la que se reflexionar¨¢ acerca de aspectos clave y se aportar¨¢n recomendaciones para nuestra iniciativa anual , que conmemora el aniversario de la Declaraci¨®n. Adem¨¢s de nutrir una circunscripci¨®n mundial diversa, en la que se encuentra la juventud, en apoyo de los derechos humanos, esta iniciativa ha generado importantes compromisos de los Estados y otras partes que pueden lograr cambios transformadores. Estos compromisos ser¨¢n los protagonistas del acto de alto nivel con el que se clausurar¨¢ la iniciativa el 11 y el 12 de diciembre de 2023, celebrado en Ginebra, en que se participar¨¢ mediante centros regionales y a escala internacional a trav¨¦s de internet. 

Se tratar¨¢ de un momento de profunda reflexi¨®n, pero tambi¨¦n de determinaci¨®n. En tiempos de perpetua crisis ¡ªcuando los problemas parecen irresolubles y reina la discordia¡ª debemos recuperar nuestros valores fundamentales, consagrados en los derechos humanos, para que nos muestren el camino hacia un mundo m¨¢s pac¨ªfico, sostenible y justo. 

 

La Cr¨®nica?ONU? no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as¨ª como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art¨ªculos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci¨®n por parte de las Naciones Unidas.?