29 septiembre 2015

Las Naciones Unidas, fundadas en 1945 con grandes esperanzas para la paz y la seguridad internacionales despu谷s de los horrores de dos guerras mundiales, han alcanzado la respetable edad de tres veintenas y media y es un buen momento para analizar la situaci車n.

Durante esos siete decenios, las Naciones Unidas han crecido exponencialmente y han creado muchas organizaciones y organismos con la finalidad de mejorar la mayor parte de los aspectos de la existencia humana. Sus actividades normativas son amplias: abarcan desde los derechos humanos hasta la fiscalizaci車n de las drogas y las armas nucleares. La pobreza se consideraba un grave flagelo y dio lugar a una amplia red de programas operacionales de asistencia t谷cnica y financiera en los pa赤ses en desarrollo.

Las actividades pol赤ticas en la Sede de las Naciones Unidas para solucionar o reducir las amenazas a la paz y seguridad internacionales, el principal objetivo de la Carta de las Naciones Unidas, han tenido que hacer frente a un mundo turbulento y cada vez m芍s complejo, y no siempre han podido llevarse a cabo con 谷xito. La mediaci車n y la soluci車n de conflictos han contado con el apoyo de las misiones operacionales de mantenimiento de la paz, que se han multiplicado desde el final de la Guerra Fr赤a e incluyen ahora elementos de consolidaci車n de la paz, ya que cada vez es m芍s evidente que la seguridad y el desarrollo est芍n estrechamente relacionados.

Est芍 de moda criticar a las Naciones Unidas por sus deficiencias y pasar por alto los logros alcanzados a pesar de las grandes dificultades. Ha habido muchas guerras regionales y locales, pero se han evitado conflictos mundiales, aunque la humanidad ha estado al borde de la cat芍strofe en varias ocasiones. La pobreza y la desigualdad siguen existiendo, pero se han logrado avances muy importantes en algunas esferas cr赤ticas como el cuidado de la salud maternoinfantil y la mortalidad infantil, y se ha erradicado la enfermedad mortal de la viruela. La Organizaci車n ha sido capaz de gestionar los desastres naturales y causados por el hombre y ha liderado tambi谷n la lucha contra algunas cuestiones emergentes de importancia internacional, como el cambio clim芍tico.

He colaborado en cuestiones relacionadas con diversos aspectos de la Organizaci車n durante 63 a?os, 41 de ellos (de 1952 a 1993) como funcionaria y, desde mi jubilaci車n, desempe?ando funciones voluntarias y de asesoramiento. Por casualidad, me convert赤 en funcionaria local de una de las primeras oficinas de asistencia t谷cnica en Filipinas en 1952. Esto me abri車 las puertas para desarrollar una larga carrera que me ha aportado muchas satisfacciones y tambi谷n algunas decepciones. Tuve la suerte de trabajar principalmente en programas operacionales sobre el terreno y vivir 22 a?os en pa赤ses en desarrollo de Asia, Am谷rica Latina y ?frica. Se trataba de actividades concretas con objetivos espec赤ficos y resultados tangibles.

La promoci車n del desarrollo econ車mico y social era un concepto nuevo entonces, al igual que la prestaci車n de asistencia a los pa赤ses m芍s pobres. Resultaba muy motivador formar parte de esa nueva aventura en un momento en que tanto nosotros como las Naciones Unidas 谷ramos j車venes y las esperanzas eran enormes. Fue un desaf赤o para m赤, porque entr谷 en un 芍mbito dominado exclusivamente por hombres. Fui la primera mujer en desempe?ar el cargo de oficial internacional sobre el terreno del Programa Ampliado de Asistencia T谷cnica (PAAT), que m芍s tarde se convirti車 en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En 1956, fui Representante Residente interina del programa en Colombia y, en 1957, pas谷 a ser Representante Residente titular en el Uruguay. Se me advirti車 de que era un ※proyecto piloto§; despu谷s de siete a?os, cuando segu赤a siendo la 迆nica mujer, pregunt谷: ?soy la luz que se apaga?§. Se design車 a una segunda mujer, pero durante muchos a?os, fuimos las 迆nicas. Medio siglo despu谷s, de los 131 jefes de misi車n del PNUD (ahora llamados coordinadores residentes) solo 48 eran mujeres, una escasa representaci車n para una organizaci車n que deber赤a servir de ejemplo.

Tambi谷n ocup谷 los puestos de Representante Residente en la Argentina, el Estado Plurinacional de Bolivia, Etiop赤a, Marruecos y Chile. En 1974, tras el sangriento golpe de Estado del General Augusto Pinochet en Chile, cuando su polic赤a secreta registr車 mi casa, me trasladaron a Nueva York. All赤, en 1977, me convert赤 en la primera mujer Administradora Auxiliar del PNUD y dirig赤 la Direcci車n de Pol赤tica y Evaluaci車n de Programas.

Al trasladarme a la Secretar赤a de las Naciones Unidas por petici車n del entonces Secretario General, me convert赤 en la primera mujer Subsecretaria General en un puesto ejecutivo, al servicio del Departamento de Cooperaci車n T谷cnica para el Desarrollo (DCTD), que gestionaba programas operacionales de todo el mundo (1978-1987). En 1987, me ascendieron a Secretaria General Adjunta, una vez m芍s la primera mujer en alcanzar esta categor赤a, y ocup谷 el cargo de Directora General de la Oficina de las Naciones Unidas en Viena (ONUV) que, adem芍s de representar al Secretario General en Europa Oriental, ten赤a la responsabilidad de dirigir los programas mundiales en materia de fiscalizaci車n de estupefacientes, prevenci車n del delito y justicia penal, y desarrollo social. Resulta gratificante se?alar que las mujeres que ocupan el cargo de Secretarias Generales Adjuntas y jefas de organismos especializados ya no son una rareza.

En 1992, el Secretario General me pidi車 que fuera su Representante Especial en Angola y Jefa de la Misi車n de Verificaci車n de las Naciones Unidas en?Angola (UNAVEM II). Tuve dudas, sabiendo que a las Naciones Unidas se les hab赤a asignado un mandato inadecuado y recursos todav赤a m芍s inadecuados para luchar contra un conflicto muy arraigado. No mucho antes, el anterior Secretario General hab赤a querido que fuese jefa de las misiones de mantenimiento de la paz en la Sede de las Naciones Unidas, pero tuvo que desistir debido a que los embajadores, entre otros, se opon赤an a la idea de que una mujer estuviese al mando de los efectivos militares. Si la misi車n en Angola fracasaba, como podr赤a haber sucedido, se echar赤a la culpa a que la Representante Especial del Secretario General era una mujer. Al final, acept谷 el desaf赤o, apoy芍ndome en dos argumentos: era el 迆ltimo basti車n masculino que quedaba por conquistar en las Naciones Unidas; y yo hab赤a alentado a las mujeres desde hac赤a mucho tiempo a tener el valor de asumir riesgos, tanto f赤sicos como profesionales.

He decidido hacer hincapi谷 en el papel de las Naciones Unidas en las cuestiones relacionadas con la mujer porque es un 芍mbito en que se han hecho progresos y yo tuve el privilegio de contribuir a ello. El papel de mujer pionera no es sencillo: tu desempe?o debe ser muy superior al de tus hom車logos masculinos, y eres perfectamente consciente de que no solo est芍 en juego tu carrera personal, sino las expectativas de otras mujeres a las que les gustar赤a seguir tus pasos.

Algunos de los hitos m芍s importantes fueron las conferencias mundiales de las Naciones Unidas sobre la mujer, celebradas en M谷xico D.F. en 1975, en Copenhague en 1980, en Nairobi en 1985 y en Beijing en 1995, as赤 como la Convenci車n sobre la Eliminaci車n de Todas las Formas de Discriminaci車n contra la Mujer, aprobada en 1979. En un esfuerzo por conceder a la mujer un papel m芍s importante en su propia burocracia, las Naciones Unidas cometieron el error de crear puestos con el limitado mandato de ocuparse de los asuntos relacionados con la mujer. Estoy orgullosa de que los puestos que ocup谷 se consideraran exclusivamente masculinos hasta 1987, cuando la Divisi車n para el Adelanto de la Mujer pas車 a formar parte de mi cartera en Viena. Es muy gratificante que haya muchas mujeres que ocupen ahora una mayor variedad de puestos superiores en las Naciones Unidas.

Los progresos relativos a la designaci車n de mujeres como Representantes Especiales del Secretario General?fueron lentos al principio. Pasaron cinco a?os hasta que se nombr車 a una segunda mujer para seguir mis pasos. Otro hito clave fue la aprobaci車n de la resoluci車n 1325 (2000) del Consejo de Seguridad, relativa a la mujer, la paz y la seguridad, que instaba al Secretario General a aumentar el n迆mero de mujeres Representantes Especiales del Secretario General y abordaba todos los aspectos de las mujeres atrapadas en las guerras. Las semillas se sembraron en una reuni車n que presid赤 en Windhoek sobre cuestiones de g谷nero en las misiones de mantenimiento de la paz en mayo del a?o 2000 y que Namibia present車 al Consejo en octubre de ese mismo a?o. Sin embargo, igual que con muchas resoluciones de las Naciones Unidas, la aplicaci車n fue muy lenta. Ahora la situaci車n ha mejorado: hay 5 mujeres entre los 21 Representantes Especiales del Secretario General dedicados a pa赤ses concretos y 2 Representantes Especiales Adjuntas del Secretario General?dedicadas a pa赤ses concretos, pero la presencia de las mujeres en las mesas de negociaci車n sigue siendo muy escasa.

La efectividad del sistema de las Naciones Unidas se ha visto limitada por la multitud de organismos semiaut車nomos y otras entidades. La falta de cohesi車n ha sido especialmente grave en la esfera de la cooperaci車n para el desarrollo. Yo particip谷 en varios intentos de rectificar la situaci車n, empezando por el ※Estudio sobre la Capacidad del Sistema de las Naciones Unidas para el Desarrollo§ (1969), elaborado por Sir Robert Jackson, conmigo como Jefa de Estado Mayor. En 谷l se propon赤a una reforma integral, dise?ada para reforzar la autoridad del PNUD a trav谷s del control del dinero, a fin de garantizar que la asistencia reflejara las prioridades de cada pa赤s y no los proyectos impuestos por los organismos, y lograr que el sistema hablara con una sola voz. Lo que pretend赤a ser una propuesta integrada, se adopt車 solo de forma fragmentaria. Se desaprovech車 una oportunidad 迆nica y el n迆mero de 車rganos internacionales, regionales y nacionales que ofrec赤an cooperaci車n para el desarrollo ha aumentado, al igual que la atracci車n de las fuerzas centr赤fugas y la borrosidad del papel del PNUD. Las iniciativas de reforma posteriores han repetido los mismos preceptos, pero siguen suscitando la misma oposici車n de intereses creados tanto por parte de los Estados Miembros como de las burocracias arraigadas. Todav赤a estamos lejos de orientar la cooperaci車n para el desarrollo hacia las prioridades de los pa赤ses receptores.

Las Naciones Unidas est芍n cada vez m芍s politizadas. El concepto de funcionarios de las Naciones Unidas que respondan solo ante el Secretario General y la Carta de las Naciones Unidas, tal como defini車 Dag Hammarskj?ld en su Conferencia de Oxford en 1961, se ha erosionado en gran medida:

  • Hay demasiadas interferencias de los Estados Miembros con la administraci車n de las Naciones Unidas y la designaci車n y promoci車n de sus ciudadanos.
  • Muchos miembros del personal se consideran empleados de sus propios pa赤ses y recurren a sus embajadas y capitales para pedir ayuda.
  • Las personas designadas para ocupar el cargo pol赤tico de Subsecretario General y Secretario General Adjunto suelen carecer de las cualificaciones y la experiencia necesarias.
  • No se aplican castigos ni sanciones cuando se infringen los principios b芍sicos de las Naciones Unidas.
  • El hecho de ofender a un Estado Miembro importante pude perjudicar las perspectivas del Secretario General de permanecer durante un per赤odo m芍s largo en su cargo.
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Esta situaci車n solo se solucionar芍 si se produce un cambio importante en las actitudes de los gobiernos y el Secretario General debe dar ejemplo en el nivel m芍s alto. En la actualidad, se imponen muchas limitaciones a su autoridad. Los Estados Miembros no quieren un Secretario General fuerte y el tortuoso proceso de ※tira y afloja§ para elegir al Secretario General puede dar lugar a que se elija al ※m赤nimo denominador com迆n§.

No se llevan a cabo algunas reformas evidentes debido a la paradoja de que, en un momento de r芍pida globalizaci車n y disminuci車n del poder nacional, la persecuci車n de los reducidos intereses nacionales, a menudo equivocados, y la tendencia a actuar de forma aislada van en aumento. Es ir車nico que estos factores contraproducentes representen la realidad pol赤tica del mundo actual. La pol赤tica pragm芍tica no permitir芍 que algunos de los cambios m芍s obvios tengan lugar, pero es de vital importancia que encontremos la forma de reforzar las Naciones Unidas, algo que es m芍s necesario que nunca en un mundo como el nuestro, en el que predominan los conflictos.

Algunas de las ideas presentadas tendr赤an un efecto multiplicador:

  • Cambiar el procedimiento para elegir al Secretario General introduciendo un proceso de preselecci車n. La decisi車n final ser芍 pol赤tica, pero este planteamiento garantizar赤a que la elecci車n se haga a partir de candidatos cualificados y con experiencia.
  • Limitar el mandato del Secretario General a un per赤odo 迆nico m芍s largo que el actual de cinco a?os. Esto aumentar赤a su autoridad y le proteger赤a de la presi車n indebida de los Estados Miembros.

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La Cr車nica?ONU??no?constituye un registro oficial. Tiene el privilegio de acoger a los altos funcionarios de las Naciones Unidas, as赤 como a distinguidos colaboradores de fuera del sistema de las Naciones Unidas cuyas opiniones no son necesariamente las de las Naciones Unidas. Del mismo modo, las fronteras y los nombres que se muestran y las designaciones utilizadas en los mapas o en los art赤culos no implican necesariamente un apoyo o una aceptaci車n por parte de las Naciones Unidas.?