El coronavirus (COVID-19) est¨¢ trastornando nuestro entorno. S¨¦ que muchas personas est¨¢n nerviosas, preocupadas y confusas. Es completamente natural.

La amenaza de salud a la que nos enfrentamos es distinta a cualquier otra que hayamos vivido.

Por otra parte, el virus se est¨¢ propagando, el peligro est¨¢ creciendo ... y nuestros sistemas de salud, nuestras econom¨ªas y nuestra vida diaria soportan un gran nivel de estr¨¦s.

Los m¨¢s vulnerables son los m¨¢s afectados, especialmente nuestros ancianos y las personas con enfermedades preexistentes, tambi¨¦n quienes no tienen acceso a una atenci¨®n sanitaria estable, y quienes viven en la pobreza o en condiciones precarias.

Las consecuencias sociales y econ¨®micas de la combinaci¨®n de la pandemia y la ralentizaci¨®n de las econom¨ªas repercutir¨¢n en la mayor¨ªa de nosotros durante algunos meses.

Pero la propagaci¨®n del virus llegar¨¢ a un punto m¨¢ximo. Nuestras econom¨ªas lograr¨¢n recuperarse.

Hasta entonces, debemos actuar juntos para frenar la propagaci¨®n del virus y cuidar unos de otros.

Es el momento de ser prudentes, no de entrar en p¨¢nico. De la ciencia, no del estigma. De los hechos, no del miedo.

Aunque se ha clasificado como pandemia, podemos controlar esta situaci¨®n. Podemos retrasar la transmisi¨®n, prevenir la infecci¨®n y salvar vidas. Pero hacerlo requerir¨¢ medidas in¨¦ditas de ¨ªndole personal, nacional e internacional.

El COVID-19 es nuestro enemigo com¨²n. Debemos declarar la guerra contra este virus. Ello significa que los pa¨ªses tienen la responsabilidad de prepararse, acelerar e intensificar las medidas.

?C¨®mo? Aplicando estrategias de contenci¨®n eficaces; activando y mejorando los sistemas de respuesta de emergencia; aumentando dr¨¢sticamente la capacidad de realizaci¨®n de pruebas y la atenci¨®n a los pacientes; preparando los hospitales, asegurando que tengan el espacio, los suministros y el personal necesarios; y desarrollando tratamientos m¨¦dicos vitales.

Todos nosotros tenemos tambi¨¦n nuestra responsabilidad ¨C la de seguir los consejos m¨¦dicos y adoptar las sencillas y pr¨¢cticas medidas que recomiendan las autoridades sanitarias.

¡°Es el momento de ser prudentes, no de entrar en p¨¢nico. De la ciencia, no del estigma. De los hechos, no del miedo". 

Adem¨¢s de representar una crisis de salud p¨²blica, el virus est¨¢ infectando la econom¨ªa mundial.

Los mercados financieros se han visto muy afectados por la incertidumbre. Las cadenas mundiales de suministro se han interrumpido. La inversi¨®n y la demanda de los consumidores se han hundido, y ello acarrea un riesgo real y creciente de recesi¨®n mundial.

Los economistas de las Naciones Unidas estiman que el virus podr¨ªa costar a la econom¨ªa mundial 1 bill¨®n de d¨®lares como m¨ªnimo este a?o, tal vez mucho m¨¢s.

Ning¨²n pa¨ªs puede enfrentar solo esta situaci¨®n. M¨¢s que nunca, los Gobiernos deben cooperar para revitalizar las econom¨ªas, aumentar la inversi¨®n p¨²blica, impulsar el comercio, y garantizar la prestaci¨®n de un apoyo espec¨ªfico a las personas y las comunidades m¨¢s afectadas por la enfermedad o m¨¢s vulnerables a los efectos econ¨®micos negativos, incluidas las mujeres, que a menudo soportan una carga desproporcionada del trabajo de cuidados.

Una pandemia pone de manifiesto que la humanidad es una familia cuyos miembros compartimos v¨ªnculos esenciales.

Prevenir que el COVID-19 siga propag¨¢ndose es una responsabilidad compartida por todos nosotros.

Las Naciones Unidas, incluida la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, se han movilizado por completo.

Como miembros de la familia de la humanidad, estamos trabajando las 24 horas con los Gobiernos, proporcionando orientaciones internacionales y ayudando al mundo a hacer frente a esta amenaza.

Nos solidarizamos plenamente con todos vosotros y vosotras.

Estamos juntos en esto y juntos lo superaremos.

Ant¨®nio Guterres es Secretario General de las Naciones Unidas