El medio marino y las zonas costeras de Kenya
La línea de costa de Kenya se extiende a lo largo de 600?km, desde su frontera con Somalia en el norte hasta la República Unida de Tanzanía en el sur. Con la aparición de la pandemia mundial de COVID-19, el paisaje marino y costero de Kenya ha cambiado en ciertos modos que, hasta hace algunos meses, resultaban inimaginables. La línea de costa cuenta con una serie de actividades económicas que respaldan a las comunidades locales y a la población keniana en general. Alberga una red única de ecosistemas marinos interdependientes, incluidos los manglares, las zosteras y los arrecifes de coral, los cuales actúan como hábitats fundamentales. Sirven de viveros, así como de zonas de cría y de alimentación para distintas especies, algunas de las cuales son endémicas y se encuentran en peligro de extinción. Estos ecosistemas están entrelazados y resultan fundamentales para respaldar los ciclos hidrológicos, las reservas de carbono, la filtración de contaminación, la mitigación del cambio climático y la protección del litoral y la costa.
Es de sobra conocido que, según las estimaciones, el valor económico de la protección de la costa que ofrecen los arrecifes de coral y los manglares en el Océano ?ndico Occidental asciende hasta los 1.200 millones de dólaresal a?o1. Unos ecosistemas costeros y marinos sanos y en funcionamiento sirven de apoyo para el suministro de los bienes y servicios sostenibles que resultan esenciales para el bienestar de la sociedad. Estos ecosistemas respaldan la seguridad alimentaria y contribuyen a los medios de vida de subsistencia, la salud humana y otras dimensiones socioeconómicas, y también ofrecen futuras oportunidades en ámbitos tales como el de los fármacos y la bioprospección. La comunidad internacional se ha alineado en torno a la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, en la que se define “el futuro que queremos” que se describe en . No cabe duda de que estos 17 objetivos identifican las aspiraciones clave para la sociedad, la economía y el medio ambiente que permitirán a todos los países alcanzar un desarrollo sostenible.
Por primera vez, se han incluido los océanos y las masas de agua a través del ODS 14, en el que se aborda la cuestión de la vida submarina. Para los países como Kenya, se trata de un enfoque que recibimos de buen grado y un llamamiento al mundo para conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible. Asimismo, también alude a los aspectos relacionados con la sostenibilidad de nuestro diálogo emergente sobre la economía azul. El ODS 14, el Plan de Desarrollo de Kenya (Visión 2030) y nuestros planes de desarrollo de los condados reconocen la importancia de los océanos a través del apoyo a los recursos naturales para lograr el adelanto económico.
El del Gobierno de Kenya se centra en la seguridad alimentaria y nutricional, en la vivienda asequible, en la producción y en una atención de la salud universal y asequible. Con el fin de alcanzar la meta relacionada con la seguridad alimentaria y nutricional, se ha dado prioridad a la pesca entre los demás sectores con un elevado potencial para estimular el crecimiento económico nacional. La Iniciativa para la Economía Azul ha identificado la aportación de los recursos renovables dentro del medio acuático y la posible contribución de estos para el bienestar socioeconómico, la seguridad alimentaria y el desarrollo industrial de Kenya. Los sectores de la economía azul comprenden la pesca, el transporte marítimo, el turismo y los viajes, la navegación y el transporte marítimo de mercancías, los hidrocarburos y el gas, la minería, la cultura y los deportes acuáticos, la industria del cine y, evidentemente, la agricultura costera, incluida la maricultura.
La pesca, el transporte marítimo, el turismo y los viajes se han visto muy afectados por la pandemia de COVID-19 debido a las restricciones de movimientos que instauran toques de queda, confinamientos y políticas de aislamiento domiciliario. Además de limitar el movimiento de las personas, estas restricciones han alterado la cadena de la oferta y la demanda de alimentos marinos y provocado otras interrupciones en las cadenas económicas. En el sector pesquero, se ha reducido el número de pescadores que se arriesgan a salir al mar, y el sector del turismo también ha sufrido importantes consecuencias.
La pesca y los medios de vida
La zona destinada a la pesca marítima en las aguas territoriales y en la zona económica exclusiva (ZEE) comprende, aproximadamente, 230.000 km2. La capacidad pesquera comprende unas 3.000 embarcaciones de pesca a peque?a escala y, aproximadamente, unos 14.000 pescadores que resultan esenciales para proporcionar a las comunidades costeras seguridad alimentaria y nutricional, medios de vida y desarrollo económico. Todos ellos respaldan a más del 70?% de los hogares tanto directa como indirectamente a través de la pesca artesanal y las actividades turísticas. La importancia económica de la pesca y las actividades turísticas resulta evidente al observar las grandes poblaciones que se apoyan en ellas. La pesca (de captura y la acuicultura) respalda de manera directa o indirecta a 1,2 millones de kenianos gracias a su producción anual de 24.709 toneladas métricas de alimentos marinos, la cual posee un valor de 4.600 millones de chelines kenianos2. Todo ello a pesar de los retos que plantean la sobrepesca y la disminución de las capturas, así como de la necesidad de poner en práctica medidas que puedan conducir a la recuperación de hábitats degradados y poblaciones de peces afectadas por una pesca excesiva. En medio de la pandemia de COVID-19 que continua en curso, las comunidades costeras han sufrido un duro golpe debido a su dependencia de la pesca. Los pescadores no pueden trabajar del mismo modo que antes; los barcos pesqueros permanecen fondeados la mayor parte de las veces, lo que afecta al suministro de pescado al mercado. Además, los propietarios de los barcos no están dispuestos a suministrar combustible a sus barcos pesqueros para capturar pescado que no se comprará de inmediato, dada la naturaleza perecedera de los productos pesqueros, en una época en la que los hoteles y los restaurantes están cerrados y la infraestructura de la cadena de refrigeración no se encuentra demasiado desarrollada. Así, en los distintos puntos de desembarque de pescado distribuidos a lo largo de la línea de costa, las capturas se han desplomado y los pescadores en peque?a escala, así como los pescaderos, en su mayoría mujeres “mama karanga”, han recibido un duro golpe.
El negocio de exportación de alimentos marinos y de pesca en acuarios se ha visto afectado debido a que la alteración de la logística del transporte marítimo ha provocado el despido de los trabajadores y empleados de dichas cadenas. Asimismo, el tráfico de buques de carga se ha reducido enormemente y la gente de mar desplegada a bordo de buques de crucero se encuentra atracada lejos de Kenya o en sus casas. En el ámbito de las ciencias oceánicas, la investigación científica, tanto los trabajos como la recopilación de datos, ha sufrido un duro revés en los planos local, nacional y mundial, puesto que los científicos no han registrado la información necesaria para evaluar el estado de los ecosistemas marinos y otros relacionados debido a los confinamientos y los toques de queda.
El turismo y la pesca
La costa keniana posee un dinámico sector del turismo que también se ha visto gravemente perjudicado por la pandemia. Las últimas estadísticas indican que, en 2019, visitaron Kenya 2.048.834 visitantes extranjeros, frente a los 2.025.206 de 20183. Aunque se esperaba que estas cifras aumentasen en 2020, el sector se encuentra confinado, lo cual ha alterado de manera considerable el suministro de alimentos marinos a la industria hotelera, especialmente el de especies comerciales muy apreciadas como la langosta, el camarón y el pargo. Esta observación ha demostrado con total claridad el estrecho vínculo que existe entre los sectores de la pesca y el turismo durante la pandemia de COVID-19. Así, en estos momentos resulta evidente que, en Kenya, una gran parte de la economía pesquera posee un fuerte vínculo con el dinámico sector del turismo. Además, en muchos casos, los pescadores también participan en actividades de ecoturismo, por ejemplo, al llevar a los turistas a pescar, a bucear o a probar las cocinas locales en las aldeas cercanas; estas actividades comerciales también han sufrido un duro golpe.
Aplicación intersectorial del conocimiento científico
Las ciencias oceánicas son expansivas, al igual que el propio océano. Como ha quedado en evidencia durante la pandemia de COVID-19, es necesario llevar a cabo trabajos intersectoriales entre los científicos oceánicos y los demás sectores de la economía azul más allá de la pesca, incluido el turismo; otras industrias relacionadas con los recursos naturales, como las de los hidrocarburos, el gas, la minería, la maricultura, el deporte y la cultura; y los asuntos y el transporte marítimos. El objetivo de tales trabajos debe centrarse en aumentar los conocimientos científicos, desarrollar la capacidad de investigación, transferir o compartir la tecnología marina e interconectar todas las actividades de la economía azul. Asimismo, es necesario invertir en una divulgación científica adecuada y en aumentar la visibilidad de la ciencia para garantizar que los beneficios que se deriven de invertir en dichas iniciativas de colaboración pasen a formar parte de nuestros diálogos nacionales.
Es importante reconocer que las alianzas intersectoriales y las iniciativas de colaboración se están quedando atrás, lo que limita duramente la generación, el archivo y el intercambio de datos, innovaciones y tecnologías marinas. De cara al futuro, será necesario prestar atención a esta situación en los planos local, nacional y mundial, en especial durante la esperada Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos de 2020, la cual se ha pospuesto debido a la pandemia de COVID-19. Todos creemos que, en esta reunión mundial, que estará copresidida por Kenya y Portugal, no solo se adoptarán las aspiraciones del Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030), las cuales orientarán el desarrollo de la economía oceánica mundial, sino que también se respaldarán.
Conclusiones y recomendaciones
La pandemia de COVID-19 constituye un factor impulsor emergente sobre el cambio climático mundial y más allá de este, el cual se ha a?adido a la lista de factores de riesgo que influyen en el desarrollo sostenible y en la explotación de los recursos oceánicos. Debido a la pandemia, los toques de queda, los confinamientos parciales, la suspensión de los vuelos y el transporte marítimo internacionales, así como la restricción de los movimientos de las personas no solo han interrumpido gravemente la cadena de la oferta y la demanda de la pesca, sino también el sector del turismo. Esta situación ha provocado una destrucción casi total de aquellos medios de vida que giran en torno a la pesca, el turismo y las actividades económicas relacionadas.
El conocimiento generado por las ciencias oceánicas resulta importante para entender las medidas de conservación destinadas a proteger los entornos que mantienen la economía de la pesca y el turismo. Creemos que la importancia de la ciencia a la hora de entender la vida submarina puede generar múltiples resultados positivos y dar lugar a innovaciones en los días venideros en los siguientes ámbitos:
1. Búsqueda de nuevas formas de llevar a cabo investigaciones marinas a distancia utilizando aplicaciones móviles para reunir datos que puedan analizar los científicos oceánicos, con el fin de ofrecer información sobre el estado de la pesca y el medio ambiente, así como para combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada y aumentar la seguridad en el espacio marino nacional;
2. Desarrollo de innovaciones en lo relativo a la rehabilitación de hábitats que permitan un turismo experiencial para los visitantes locales e internacionales;
3. Respaldo a las comunidades para desarrollar el ecoturismo basado en la naturaleza y otros negocios que podrían servir como destinos sostenibles para turistas y actividades relacionadas de la economía azul;
4. Compromiso con un plan espacial marítimo en el cual el 30?% del espacio marítimo nacional se destine específicamente a tareas de protección para garantizar que la conservación sostenible, la protección del medio marino y el desarrollo oceánico se rijan por un plan marítimo maestro nacional previamente acordado y aprobado; y
5. Fortalecimiento de las bases para que la Academia Mundial OceanTeacher o un instituto nacional de ciencias y tecnologías oceánicas promueva que la población mundial esté sensibilizada y tenga conocimientos en lo relativo a su conectividad intrínseca e inseparable con el océano.
Notas
1. David Obura y otros, Reviving the Western Indian Ocean Economy: Actions for a Sustainable Future (Gland, Suiza, WWF International, 2017), p. 19. Disponible en
2. Edward Kimani, Christopher Aura y Gladys Okemwa, eds., The Status of Kenya Fisheries: Towards the Sustainable Exploitation of Fisheries Resources for Food Security and Economic Development (Mombasa, Kenya, Instituto de Investigaciones Marinas y Pesqueras de Kenya, 2018), p. vii. Disponible en .
3. Patrick Alushula, “Kenya's tourism earnings grow to $1.6b as 2019 arrivals stay above 2m”, The East African, 10 de enero de 2020. Disponible en .
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