1 abril 2015

Objetivo 10

Reducir la desigualdad en los países y entre ellos

Las negociaciones de Río+20 comenzaron en plena recesión por la crisis financiera de 2008, lo que puso de manifiesto con claridad que los recientes desequilibrios económicos, sociales y ambientales ya no podían abordarse por separado, secuencialmente o con medidas en solitario para cada país. A pesar del rápido crecimiento de las exportaciones, las fuertes entradas de capital y los elevados precios de los productos básicos en el mundo en desarrollo, el aumento de los ingresos resultante se había distribuido de forma desigual, y muchos de los países y las comunidades más pobres seguían siendo vulnerables a las perturbaciones y los retrocesos. La crisis sobrevino a raíz de un crecimiento lento, una redistribución masiva de los ingresos a favor del 1% más rico de la población y una explosión de la deuda privada, lo que, además de suscitar cierta introspección moral, generó inquietud respecto de la fragilidad del pacto social.

Se reconoció que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tenían que ser más universales e inclusivos que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para abordar un espectro más amplio de diferencias socioeconómicas en torno a las cuales habían surgido y aumentado las desigualdades.

El alcance de la desigualdad

Con respecto a hace 30 a?os, sorprende el número de países en los que ha aumentado la desigualdad de los ingresos, que, en la mayoría de los Estados miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), está en su nivel más alto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Además, la desigualdad de los ingresos se ha visto agravada por la distribución desigual de la riqueza, en particular en países donde la desigualdad ya era alta, como los Estados Unidos de América. En otros países tradicionalmente más igualitarios, como Alemania, Dinamarca y Suecia, también ha aumentado la brecha entre los ricos y los pobres.

Los economistas han establecido vínculos entre la globalización y la convergencia de ingresos, y parece existir una clara tendencia a superar las brechas de ingresos entre los países, que se refleja en la desaceleración del crecimiento en los países ricos y el crecimiento rápido y sostenido en China y, posteriormente, en la India. Sin embargo, la tendencia es más incierta de lo que muchos habían imaginado en un principio (The Economist explains, 2014). Por otro lado, los recientes acelerones en el crecimiento de los países en desarrollo han coincidido con mayores niveles de desigualdad, que en algunos casos han sido tan pronunciados o incluso más que en las economías avanzadas.

No es tarea fácil combinar estas tendencias de la desigualdad interna y externa, aunque, en general, hay quien estima que el coeficiente de Gini a nivel mundial ha disminuido ligeramente en los últimos 20 a?os (Lakner y Milanovic, 2013), en gran medida porque los ingresos de los asalariados de los países avanzados se han reducido notablemente. Aun así, y con la excepción de los pocos Estados que son los más desiguales, la desigualdad entre países sigue siendo muy superior, con diferencia, a la desigualdad interna.

Entender la dinámica de la desigualdad y sus vínculos dentro de los países y entre ellos constituye una de las mayores dificultades con que tropiezan los analistas, y es también un elemento central de la agenda para el desarrollo después de 2015.

?Por qué es importante la desigualdad?

Es evidente que la desigualdad puede plantear una amenaza grave para la estabilidad social y política. No obstante, se reconoce cada vez más que también puede poner en peligro el crecimiento sostenido. Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) puso de relieve que una mayor igualdad de ingresos contribuía a prolongar la duración de las rachas de crecimiento económico de los países más que el libre comercio, la escasa corrupción gubernamental, la inversión extranjera o el bajo nivel de deuda externa (Berg y Ostry, 2011). Hay otros estudios sobre los vínculos entre la desigualdad creciente y las turbulencias y crisis económicas (Bordo y Meissner, 2012), conexión que parece estar íntimamente relacionada con el mayor peso económico y político de las corrientes financieras y los mercados no regulados (UNCTAD, 2012).

La desigualdad pone en peligro la consecución de los objetivos económicos generales propuestos por el Grupo de Trabajo Abierto de la Asamblea General sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como la erradicación de la pobreza extrema, la promoción del trabajo decente y la transformación de las estructuras económicas. La desigualdad no es una cuestión de suerte u oportunidad y puede corregirse mediante políticas y reformas, argumento expuesto recientemente en la innovadora investigación de Thomas Piketty. Si bien la responsabilidad de hallar soluciones recae en quienes formulan las políticas a nivel nacional y regional, las iniciativas y medidas colectivas en el plano internacional también desempe?an un papel fundamental.

ODS 10: Reducir la desigualdad en los países y entre ellos de aquí a 2030

El Grupo de Trabajo Abierto sobre los ODS propuso un objetivo independiente en relación con la desigualdad con siete metas y tres medios para lograrlas. La primera meta es lograr que los ingresos del 40% más pobre de la población crezcan a una tasa superior que la media nacional; la segunda, potenciar la inclusión social y económica de todas las personas, independientemente de su raza, etnia o situación económica; y la tercera, garantizar la igualdad de oportunidades y reducir la desigualdad de resultados, incluso eliminando la discriminación mediante políticas y medidas adecuadas.

Las otras cuatro metas se centran en la adopción progresiva de políticas para lograr una mayor igualdad, incluidas las políticas fiscales; la reglamentación y vigilancia de las instituciones y los mercados financieros mundiales; las políticas para facilitar la migración y la movilidad de las personas de manera ordenada, segura y responsable; y el problema de larga data de la representación e intervención equitativas de los países en desarrollo en el sistema de gobernanza mundial.

Los medios de implementación propuestos son más imprecisos y más difíciles de cuantificar, lo que obstaculiza la definición de indicadores que ayuden a evaluar los progresos en la reducción de las desigualdades. Hay que seguir reflexionando. Entre los medios concretos propuestos cabe mencionar: 1) la aplicación del principio del trato especial y diferenciado para los países menos adelantados (PMA); 2) la canalización de asistencia oficial para el desarrollo y el fomento de las corrientes financieras, incluida la inversión extranjera directa, con destino a los países que se encuentran en situaciones especiales, como los PMA, los países africanos, los peque?os Estados insulares en desarrollo y los países en desarrollo sin litoral; y 3) la reducción de los costos de transacción de las remesas de los migrantes a menos del 5%.

?Podemos alcanzar este Objetivo de aquí a 2030?

Que las metas y los medios del Objetivo 10 y el Objetivo 17 sirvan para reducir las desigualdades de aquí a 2030 dependerá de la solidez de los indicadores seleccionados para orientar y evaluar el progreso, de que haya voluntad política para que la cooperación regional e internacional contribuya a restablecer el equilibrio del sistema mundial, y del aumento de la coherencia de las políticas.

Para reducir la desigualdad dentro de los países habrá que ampliar el margen normativo y fiscal a nivel nacional de forma que cada país pueda establecer una combinación de políticas que beneficie a todos y, en particular, aumente los ingresos de las personas más desfavorecidas. Dos variables decisivas serán el empleo y los salarios. La creación de empleo sigue siendo la única manera segura de luchar contra la pobreza de forma sostenida, en especial allí donde la fuerza de trabajo crece rápidamente. Ahora bien, el aumento de los salarios también es necesario para expandir la demanda interna, que se considera cada vez más como un componente esencial de un crecimiento más sostenible (UNCTAD, 2013). Por lo tanto, los países tendrán que establecer el tipo de infraestructura y capacidad productiva que propicie una economía más diversificada basada en la política industrial, superar gradualmente la dependencia de los productos básicos y alcanzar cierto grado de éxito en actividades industriales más complejas.

El ajuste de los desequilibrios del sistema económico internacional requerirá reformas mundiales del sistema financiero, comercial, monetario, fiscal y de inversiones para reducir la volatilidad. La conclusión de convenios internacionales contra la elusión y la evasión de impuestos para impedir el recurso a la competencia tributaria y a los paraísos fiscales con el fin de eludir responsabilidades fiscales contribuiría a garantizar fondos suficientes para financiar los proyectos de inversión a largo plazo necesarios para avanzar en la senda del desarrollo inclusivo y sostenible. Entre un 8% y un 15% de la riqueza financiera neta de los hogares se encuentra en paraísos fiscales, lo que da lugar a una pérdida de renta pública que asciende a una suma anual de entre 190.000 y 290.000 millones de dólares de los Estados Unidos. La mitad de esa riqueza procede de los países en desarrollo, que también podrían estar perdiendo más de 160.000 millones de dólares anuales por la utilización indebida de los “precios de transferencia” y la “infracapitalización” para trasladar los beneficios contables a jurisdicciones de baja o nula presión fiscal. La obligatoriedad y ampliación de la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas también contribuiría a movilizar los recursos internos.

Si bien la reforma mundial será lenta, se puede lograr una mayor estabilidad en el plano regional mediante el establecimiento de reglas e instituciones alternativas que proporcionen un cierto grado de protección contra las perturbaciones financieras, lo que requiere un significativo aumento de la capacidad y de la cooperación Sur-Sur y triangular, así como espacios para la cooperación fiscal. Por ejemplo, el éxito de China se ha basado en controles selectivos de capital, una política fiscal anticíclica y políticas monetarias activas destinadas a estabilizar los tipos de cambio, en conjunción con toda una gama de políticas industriales activas, en lugar de centrarse únicamente en el crecimiento del PIB (UNCTAD, 2013).

Por último, se necesitará un marco normativo integrado que refleje todos los modelos de desarrollo y garantice la coherencia normativa entre los distintos objetivos para que los objetivos sociales, económicos y ambientales se refuercen mutuamente.

Referencias

Andrew G. Berg y Jonathan D. Ostry (2011). Desigualdad y crecimiento insostenible: ?Dos caras de una misma moneda? Washington D.C.: Fondo Monetario Internacional. Documento de análisis del personal técnico del FMI SDN/11/08 (8 de abril). Puede consultarse en .

Christoph Lakner y Branko Milanovic (2013). Global income distribution: from the fall of the Berlin Wall to the great recession, vol. 1. Policy Research Working Paper, núm. 6719. Washington D.C.: Banco Mundial. Puede consultarse en .

Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (2011). Informe sobre las inversiones en el mundo 2011: Formas no accionariales de producción internacional y desarrollo. Núm. de venta S.11.ii.D. 2. Puede consultarse en .

Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (2012). Financiación del comercio e instituciones financieras regionales desde una perspectiva Sur-Sur. Junta de Comercio y Desarrollo. Reunión multianual de expertos sobre cooperación internacional: cooperación Sur-Sur e integración regional, Ginebra, 24 y 25 de octubre de 2012. Distr. general, 15 de agosto de 2012. . uede consultarse en .

Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (2013). Growth and Poverty Eradication: Why Addressing Inequality Matters. Post-2015 Policy Brief, núm. 2, noviembre de 2013. Nueva York y Ginebra. Puede consultarse en .

Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (2014). Sitio web del 61? período de sesiones de la Junta de Comercio y Desarrollo de la UCTAD. Puede consultarse en .

C.W. (2014). “Why globalization may not reduce inequality in poor countries” (2 de septiembre). The Economist explains. Puede consultarse en economist-explains-0.

Michael Bordo y Christopher M. Meissner (2012). Does inequality lead to a financial crisis?, 24 de marzo. Center for Economic and Policy Research (CEPR)’s Policy Portal. Puede consultarse en .

Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (2011). Divided We Stand: Why Inequality Keeps Rising. Diciembre de 2011. Puede consultarse en .

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